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Luis Guillermo Vélez

El capitalismo es una increíble máquina de hacer pan y la predicción de Marx de que llevaría la miseria creciente del proletariado no se cumplió.

El capitalismo – es decir, la economía de mercado, propiedad plural, guiada por la búsqueda de beneficio — es un sistema económico tan maravilloso que funciona, aunque la mayoría de la gente ignore como lo hace y aunque muchos de quienes se benefician con sus resultados se empeñen en destruirlo.

En 1960 el PIB per cápita nominal mundial era US$ 450, en 2022 bordeaba los US$13.000: se multiplicó por 27. En dólares constantes de 2010, las cifras respectivas son: US$3.800 y US$11.000: se multiplicó por 3. Los jóvenes de hoy son tres veces más ricos de lo que fueron sus padres y probablemente 10 veces más de lo que fueron sus abuelos. En 1980 la pobreza agobiaba a un 50% de la población mundial, hoy la padece menos del 10% y antes de mediados del siglo habrá desaparecido.

Y si nos vamos más atrás en el tiempo, las cosas son más asombrosas. Según las estimaciones de Angus Maddison, entre 1500, la cumbre del Renacimiento, y 1820, la Revolución Industrial en sus inicios, la población mundial se multiplica por 2,3 y la producción por 2,9, lo que deja un magro crecimiento del PIB por habitante de 26% en 320 años. Entre 1820 y 2020 el PIB per cápita real mundial se multiplicó por 10. O, dicho de otra forma, el PIB per cápita mundial se duplicó en cada generación.

Lo más paradójico es la persistencia de un malestar del capitalismo, caracterizado por una tensión permanente entre los resultados de la economía de mercado — que, como ha quedado dicho, funciona a pesar de que la mayoría no entienda cómo lo hace— y los cantos de sirena del discurso socialista o igualitario que suenan bien a los oídos de millones de personas, a pesar de los recurrentes fracasos de su aplicación.

El capitalismo es una increíble máquina de hacer pan y la predicción de Marx de que llevaría la miseria creciente del proletariado no se cumplió. Por eso, hoy sus enemigos o los enemigos del comercio, como los llama Antonio Escohotado, han abandonado la teoría de la explotación como fundamento de su ataque al capitalismo y la han sustituido por la teoría de la desigualdad y la teoría de la depredación ambiental.

La característica de los enemigos del capitalismo de todos los países y todas las épocas, es su incapacidad de entender que este no es una creación artificial sino un orden económico espontáneo que reposa sobre cinco pilares fundamentales, a saber: la división del trabajo, el intercambio voluntario, la propiedad plural, el dinero y el cálculo económico. Nadie inventó estas instituciones cuyo origen se remonta a lo más remoto de la historia de la humanidad y de cuya existencia se encuentran trazas en todas las culturas. Se fueron desarrollando y perfeccionando, poco a poco, en la medida en que los hombres iban descubriendo que eran las mejores para ir enfrentado, sin violentarse los unos a los otros, el siempre presente problema de la escasez.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 22 de abril de 2024.

Publicado en Columnistas Nacionales

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