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Luis Guillermo Vélez Álvarez*

El recaudo (R) de cualquier impuesto es el producto de una base gravable (B) por una tasa impositiva (T), es decir, R = B*T. Cuando la tarifa es cero, evidentemente, no se recauda nada, cualquiera sea el tamaño de la base, y con una tarifa del 100 % tampoco se recauda nada, porque la base se hace igual a cero: nadie, que no sea esclavo o siervo, trabajará para ver confiscada la totalidad de su producto.

Lo anterior significa que, partiendo de cero, cuando aumenta la tarifa, también aumenta el recaudo, aunque en menor proporción, hasta alcanzar un valor máximo, a partir del cual la mayor tarifa arroja un recaudo cada vez menor, que llega a cero con una tarifa de 100 %. Existe, pues, una curva cóncava, conocida como la curva de Laffer —en honor del economista que la ideó, pintándola, según se dice, en una servilleta—, que une los puntos de tarifa 0 % y 100 % para los cuales el recaudo es nulo.

La idea de que un aumento de tarifa puede reducir el recaudo o una reducción aumentarlo es vieja como la economía y refleja el hecho elemental de que la gente responde a incentivos, frecuentemente ignorado en las cuentas que hacen los estatistas autoritarios de todas las épocas y lugares.

Las estimaciones de la curva de Laffer para la economía colombiana arrojan resultados diversos en cuanto a la proximidad de las tarifas efectivas del nivel de recaudo máximo. Una estimación reciente indica que un aumento de 10 % de los impuestos al capital aumentaría en 3 % el recaudo. Según otro estudio, la tasa impositiva que maximiza el recaudo estaría alrededor de 37 %. En fin, para otro, ya pasamos el punto de máximo y estamos en el tramo descendente de la curva de Laffer.

Al efecto que puede tener la reforma tributaria sobre el trabajo, la inversión, la evasión, la fuga de capitales y los demás factores que determinan la variación de la base gravable, hay que añadir el impacto, también negativo, de la reforma laboral, la política confiscatoria de tierras y las restricciones reglamentarias a las actividades minero-energéticas, entre otros desastres económicos anunciados.

El gobierno de Samper Pizano, del que Ocampo fue ministro de Hacienda, recibió la economía creciendo 5 % y desempleo de 8 % y la entregó creciendo 0,6 % y desempleo de 15 %; después de que la economía quedara noqueada por el impacto de la ley 223 de 1995, que llevó la tarifa de renta a 35 %, la tarifa general del IVA a 16 % y creó el impuesto global sobre la gasolina.

Después de haber recuperado la contracción de la pandemia con un crecimiento de 10 % en 2021, la economía que recibe el nuevo gobierno viene creciendo a una tasa anualizada de 8,2 %, desempleo de 11 % y pobreza en retroceso. Todo parece indicar que Ocampo repetirá su anterior hazaña, pues, según el Banco de la República, en 2023 el crecimiento será de un mísero 1 %

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 29 de agosto de 2022.

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