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Luis Guillermo Vélez 

La igualdad económica no puede ser decretada a voluntad ni impuesta coercitivamente, no puede ser absoluta y el mayor o menor grado de desigualdad depende de un conjunto de fuerzas que obran en las diferentes fases del desarrollo económico.

La igualdad jurídica y la igualdad política dependen de la voluntad de los ciudadanos y pueden ser decretadas constitucional y legalmente y garantizadas por el poder del gobierno. La igualdad económica no puede ser decretada a voluntad ni impuesta coercitivamente, no puede ser absoluta y el mayor o menor grado de desigualdad depende de un conjunto de fuerzas que obran en las diferentes fases del desarrollo económico.

Angus Deaton, nobel de Economía en 2015, señala que “el crecimiento económico es el motor de escape de la pobreza y de la carencia material”, sin embargo, “la desigualdad es, frecuentemente, una consecuencia del progreso”. Y ello es así porque siendo el crecimiento resultado, principalmente, de las nuevas invenciones o innovaciones, cuando éstas surgen “alguien tiene que ser el primero en beneficiarse”. Añade, Deaton: “las desigualdades asociadas a la espera por un tiempo son un precio razonable que hay que pagar”.

También el marxista Piketty señala que el crecimiento económico mismo, a causa de las innovaciones que lo impulsan, es la mayor fuente de desigualdad, más importante que los patrimonios heredados:

“El crecimiento puede dar origen a nuevas formas de desigualdad – por ejemplo, se pueden amasar fortunas muy rápidamente en los nuevos sectores de actividad – y al mismo tiempo provoca que la desigualdad de los patrimonios originados en el pasado sea menos importante y que las herencias sean menos determinantes”.

Esa vinculación entre crecimiento y desigual distribución del ingreso fue bien comprendida por los grandes estudiosos del desarrollo económico, como los también nobeles de Economía Arthur Lewis y Simon Kuznets.

Señala Lewis: “El desarrollo económico exige recompensas diferenciales a la pericia, el trabajo arduo, la instrucción, los riesgos y la disposición a asumir responsabilidades”

Y añade: “(...) el crecimiento económico puede deplorarse en la medida en que dependa de la desigualdad del ingreso. No puede negarse que esa dependencia existe, puesto que el crecimiento económico sería muy pequeño o negativo, si no existieran recompensas diferenciales para el trabajo arduo, para el trabajo concienzudo, para las pericias, para la responsabilidad y para la iniciativa”.

Por su parte, Kuznets planteó que en las fases iniciales del proceso de crecimiento económico, la desigualdad tiende a aumentar, se estabiliza luego y más tarde tiende a disminuir. Así, la relación entre crecimiento y desigualdad tendría la forma de una U invertida, la que se conoce como la Curva de Kuznets. Señaló que la desigualdad tendía a ser mayor en los países en vía de desarrollo que en los más avanzados.

La desigualdad es el resultado de un complejo conjunto de fuerzas que operan de forma diferente en las distintas fases del desarrollo económico y no el resultado de políticas económicas inadecuadas y que supuestamente se eliminaría por la acción decidida del gobierno.

Nada más contrario a la verdad que la teoría según la cual el aumento del tamaño del gobierno y su control sobre la vida económica reduce la desigualdad. La experiencia muestra que los países más libres son más ricos y más igualitarios.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 04 de febrero de 2024.

Publicado en Columnistas Nacionales

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