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Pedro Aja Castaño   

 “Mi padre es ucraniano y mi madre rusa, nunca se sintieron enemigos... Rusia debe cesar de inmediato esta guerra fratricida... estoy harta de que se mienta desde las pantallas de televisión, hasta permitir que los rusos se conviertan en zombis; nos quedamos mirando en silencio este régimen deshumanizado y ahora el mundo entero nos desprecia. Con nuestra inteligencia debemos parar toda esta demencia: vayamos a las manifestaciones, no temamos nada, no podrán encerrarnos a todos”. Marina Ossianikova, periodista rusa, 15 de marzo de 2022, Estudio central de televisión moscovita.

La palabra abolengo se  deriva del término abuelo.  Es un concepto de la edad media que poco se oye hoy y se  refiere a los antepasados. Por lo general la noción alude al linaje   o a una ascendencia insigne. Así, oímos  que alguien ha nacido de  "buena cuna," estirpe,  ascendencia, casta, con buena alcurnia.  Lo que nos lleva a lo de nobles y plebeyos;  aristocracia, élite, dinastía y hasta raza. O sea, es un mundo de EXCLUSIÓN  que nada tiene que ver  con categorías éticas, individuales,   morales  o sociales. Por lo que  se me ha ocurrido hablar del ABOLENGO MORAL, un mundo de INCLUSIÓN,  porque se nos ha dicho que somos Hijos de Dios. Sin embargo, parecería que existe otra clase de ‘ABOLENGO’; una cierta aristocracia civil y política que se cree tal, pero se comporta como ralea.

En este momento compiten  diferentes  realidades que  quizá comprenderemos cuando ya sea muy tarde. El 25 de marzo la W entrevistó a varios ucranianos que sufren la guerra. Los que estamos por fuera del escenario, analizamos; sin embargo, ellos conocen a fondo lo que viven. Uno de ellos dijo: “Los rusos disparan, destruyen,   todo lo que sea ucraniano”; es decir, cosas y personas sin distingo, porque saben que cada ucraniano es su enemigo. Pero los de afuera reportamos, calificamos, sancionamos, maldecimos a Putin por tantos civiles muertos, edificios de vivienda destruidos. No vivimos el asunto.

Los más informados hablan de Ucrania como el granero y su capacidad tecnológica;  es decir, comida y aparatos esenciales para sobrevivir. Biden se reúne con mandatarios, dice que tiene 100 mil soldados en Europa, pero que la OTAN no interviene. A su vez los ucranianos piden de todo; porque ellos saben que Putin quiere… ¡Exterminarlos! Nada le importa. Y lo hace porque conoce nuestra ‘debilidad’, según él. Mientras en Occidente se habla de principios y valores, Putin, sencillamente, no los tiene porque es un DEMONIO DEPREDADOR  DE LA VIDA, bien protegidito, como el cobarde que es. Y esto no es figurativo; es literal.

Por otra parte, Antonio Albiñana en su artículo  de El Tiempo del 25 de marzo de 2022, escribe: “Pero el discurso del martes pasado desde la sede central de la ONU de su secretario general, Antonio Guterres, no pudo ser más decepcionante. La descripción de la situación fue atinada: “Hemos visto el sufrimiento humano espantoso y la destrucción de ciudades y pueblos; el ataque a hospitales y escuelas... ¿cuánta gente morirá en Ucrania?”. Para sorpresa y desolación de quienes llevan esperando desde el inicio de las hostilidades ucranianas LA INTERVENCIÓN DE LA ONU, Guterres no hizo referencia a intervención alguna de la institución que preside y que en teoría es la máxima instancia para lograr la paz en el mundo.” Tratemos de comprender esta tragedia de lo obvio  a lo que estamos acostumbrados para ver si despertamos, por lo que todo lo  anterior es una ‘abstracción’ frente a la realidad.

CONTEXTO. Para entender y vivir o experimentar  los problemas del contexto social y su organismo vigilante, la ONU,  se me ocurre la siguiente analogía. Tomemos la parte pensante del cuerpo humano que reside en el cerebro del  cual las neuronas, las más conocidas, desempeñan el papel de ‘comunicar’ cosas importantes del contexto. Así, si me quemo  la piel, las células que hacen sentir el dolor mandan el mensaje y la parte neuronal da una orden inmediata de defensa de ese ‘contexto’ y  levanto el brazo para evitar la agresión. Esa inteligencia defensiva y perfecta del cuerpo no existe en la sociedad. Por lo que son valiosas, como seres humanos,  aquellas personas que sienten la empatía física o emocional y sufren viendo el dolor o el sufrimiento del otro. ¿Por qué desembocamos en guerras? Porque la humanidad ha perdido la sensibilidad hacia el otro como resultado del engaño.

La realidad humana está compuesta de falsedad y mentira; al igual que de verdad y certeza. La verdad nos hace felices; la mentira, no. Y cada quien va escogiendo, libremente,  lo suyo y cosechando de lo que escoge.  Poco a poco selecciona la INTENCIÓN REAL, PROFUNDA,  de sus  múltiples actos que conforman finalmente un NIVEL INAPELABLE, INCONFUNDIBLE, DE FALSEDAD O DE VERDAD MORAL; es decir, de su abolengo verdadero.  Entonces quien no está confundido y despierto podrá decir tranquilamente: esa persona es buena o mala, y tomar la decisión correspondiente.

Sin embargo, no es fácil decidir, políticamente hablando, porque en el proceso de la vida de esa persona lo bueno y lo malo por conveniencia o convicción, estarán mezclados y será necesario percibir el trasfondo, LA INTENCIÓN REAL, de esa persona. Además, las decisiones de un gobierno o un estado se toman en diferentes niveles de realidad moral, porque hay intereses diversos. Sin embargo, cuando esos intereses se hacen SENTIR desde la cúspide; o ascienden hacia ella, ahí es cuando SE SIENTE EL PROBLEMA  que se mantenía oculto.  Esa es la razón de la llamada   ‘confusión’, que no es tal, sino que lo oculto se hizo obvio, a muchos no les gusta, y protestan. Ahí es cuando hablamos de decisiones equivocadas; no hay tal. Más bien las decisiones sobre las guerras son cínicas. Pero, desafortunadamente,  se asumen como normales para constituir,  en ciertos gobiernos,  EL NIVEL DE FALSEDAD MORAL COMO SU VERDAD HUMANA.  Veamos la falsedad moral de un dictador que él asume como verdad inapelable hasta cuando es llevado a juicio, controvertido, y condenado.

Generalmente EL DICTADOR,  que ha decidido que mantendrá el poder hasta cuando le dé la gana, siente ORGULLO por su posición que  engendra  una visión de vida EXIGENTE  e INDIFERENTE hacia los principios y valores de los otros, a los que mirará con desprecio y odio. Pero como no podrá controlarlo todo, entonces vendrá el deseo imperioso  de esclavizar.   Finalmente  surge la desesperación   y,  para no pasar la vergüenza de la derrota, el suicidio. En ese mundo, la agresión será lo  NORMAL hasta que descenderá sobre el país una malignidad miserable contra la que lucha la gran mayoría de las personas debido a su calidad o abolengo moral.   

Esta sería la descripción que daría un psiquiatra sobre ese personaje y su contexto. Y las descripciones políticas, humanas o periodísticas tendrán significados parecidos. Pero si observamos esa conducta del dictador en términos desapasionados, es como la de un animal depredador cuya naturaleza es estacionaria, fija,  condenada a un destino de finalización biológica para ser desechada como la basura cotidiana de un perro muerto en la calle. Por eso se les llama desalmados;  es decir, sin alma. ¿Cómo la perdieron si algún día la tuvieron? ¿Y por qué puede pasarle esto a cualquier persona?

Porque el VAMPIRISMO DE UNA IDEOLOGÍA puede chuparle el sentido común a una persona. Miren el ejemplo de Francia Márquez con sus comunicaciones extravagantes alejadas de toda realidad. Además de la conocida recientemente con su peculiar manejo del español, el 5/01/19 a las 6:54 a.m. envió el siguiente Twitter: “Tenemos que acabar el capitalismo. Debemos luchar por una Colombia en la que podamos vivir como viven nuestros hermanos y hermanas venezolanas, sin codicia, sin avaricia, sin cosas materiales, solo comiendo lo estrictamente necesario.”

Por otra parte, su jefe, Gustavo Petro, decía en la campaña presidencial del 2010. “Yo no vine a hacer pobres a los ricos sino ricos a los pobres.” Se me ocurriría decirle: “Oye, Gus, haz rico a los pobres, pero con tu plata.” Por lo que Márquez nos deja perplejos, pues su objetivo es hacer pobre a Colombia para que se parezca a Venezuela. ¿Acaso no ve los miles de venezolanos mendigando en las calles sencillamente porque nadie puede obligar a otra persona a que haga un voto de pobreza?

Por otra parte, San Francisco de Asis, hijo de un rico comerciante, quiso vivir bajo la más estricta pobreza  y observancia de los evangelios para convertir a los musulmanes al cristianismo. Pero el esfuerzo del santo fue infructuoso; incluso algunos miembros de su orden rechazaban la  idea. ¿Será que tendremos que canonizar a Francia como la nueva santa del socialismo del siglo 21? No sé si se habrá dado cuenta que muchos monjes viven en la pobreza;  pero sus órdenes no son pobres; tienen que ser ricas para sostenerlos. Incluso los santones hindúes que recorren el mundo vestidos de anaranjado, tienen sus negocios de incienso y otras mercancías de la industria del camino espiritual. Por favor, Francia; no nos crea tontos con sus arrebatos místicos, como los de su jefe.

Por otra parte EL VERDADERO DEMÓCRATA que sabe que su poder es limitado, como líder podrá sentir CORAJE  frente a la agresión por lo que su VISIÓN de vida, en ese escenario, la verá como algo factible y está preparado para morir. Su SENTIMIENTO  de vida será esperanzador, desplegándolo hacia los demás, mediante la confianza y optimismo que dan el BIEN Y LA RAZÓN. Esa manera de ser será significativa para él y los otros por lo que habrá comprensión cuyo fruto final es la serenidad, la verdadera paz al alcance del ser humano. No le será difícil creer en un mundo mejor o  superior que se comprueba como una realidad posible con su propia vida de progreso moral real. ¿Cómo mantuvo su alma humana a través de todos los conflictos y dificultades?

Y  aquí viene el verdadero desafío de los seres humanos sobre lo que es  ESCOGER O DESCUBRIR  si nuestra disposición o ascendencia verdadera es hacia el bien o el mal.  Por lo que   un designio ignorado me  llevó a preguntarme:   ¿Por qué de la misma familia salen hermanos enfrentados hostilmente? ¿El uno bandido y el otro un héroe? ¿Es un asunto de genética, demonización, errores, descuidos, educación, ambiente, decisión libre? Ese es el gran misterio de la libertad, la oportunidad, el determinismo,  que es en realidad una pereza de la voluntad por no cambiar.

Porque a través de la historia han existidos las diferentes leyendas basadas en realidades de que existen: los que son los  salvadores o los  precursores del caos y cada quien va escogiendo SU ABOLENGO VERDADERO, mediante  cierta peculiaridad individual e insustituible, según su leal saber y entender. Porque   esa inclinación hacia lo bueno o lo malo no es algo que uno hereda, sino que escoge  cuando tiene uso de razón. Se puede escoger ser Hijo de Dios, algo muy difícil porque se necesita valentía e inteligencia para permanecer en el bien;  ser copartidario del mundo, algo placentero,  efímero cuyo destino es indeterminado;  o adicto del diablo porque se deleita en el mal, lo que puede estar de moda y ser considerado de avanzada; o  lo idolatra, ya que esa persona está mal  de la cabeza.

De esa manera en una guerra, enfrentados a la destrucción, SURGE NUESTRO VERDADERO ABOLENGO MORAL. Porque yo me pregunto.  ¿Tienen las personas, o quizás solo los hombres, una predisposición  para matar a miembros de otros grupos? ¿No solo una capacidad para matar, sino una propensión innata a tomar las armas, inclinándonos hacia la violencia colectiva? 

La palabra “colectivo” es clave. La gente pelea y mata por motivos personales, pero el homicidio no es guerra. La guerra es social, con grupos organizados para matar a personas de otros grupos. Por eso se evade el servicio militar; no por cobardía, sino porque el individuo normal, sano, rechaza la idea de matar y no quiere asociarse con una organización que lo hace. Entonces surge la presión de los  grupos de poder con múltiples argumentos. Lo curioso es que los miembros de esos grupos no van a la guerra porque las comunidades o grupos pequeños, a pesar de sus múltiples diferencias, no organizan guerras. Estas se dan por la complejidad de no saber manejar los distintos pareceres de manera armónica; es decir, por falta de inteligencia por lo que la guerra es el resultado de la estupidez humana.

Por otra parte, ciertos antropólogos que estudian el pasado de la humanidad dicen que los humanos  tienen una capacidad obvia para participar en la guerra, pero sus cerebros no están programados para identificar y matar a los extraños involucrados en conflictos colectivos. Es decir, a los seres humanos les ENSEÑARON  a guerrear colectivamente. Una prueba está en EL LIBRO DE ENOC. Y quienes lo hicieron fueron los ángeles caídos.

Desafortunadamente su influencia perdura debido a lo que llamamos ‘naturaleza caída’ que hoy, quizá, mediante el estudio de la conciencia, se puede ir neutralizando poco a poco.  Sin embargo, esa influencia en muchos ámbitos de la vida, de múltiples maneras,  puede cambiar el cerebro del hombre, como lo comprueba la ciencia,  y llevarlo a su perdición. Así que cuide su abolengo moral. Es un tesoro.

Publicado en Columnistas Nacionales

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