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El Tiempo (Editorial) 

En 2022, la economía debe seguir recuperándose mientras enfrenta inflación e incertidumbre electoral.

Los más recientes indicadores disponibles ratifican que se mantuvo el dinámico desempeño que venía registrando la economía de Colombia en el último tramo del 2021. Este año que apenas arranca, las perspectivas económicas son optimistas, pero con un grado de moderación en los ritmos de crecimiento.

Las proyecciones sobre el PIB en 2022 oscilan entre poco más del 3,5 por ciento y un 5,5 por ciento. Es decir, el aparato productivo mantendría una tendencia positiva sin el rebote que caracterizó el año pasado. Uno de los principales objetivos de la política económica en este año debe ser precisamente el sostenimiento y, más aún, la consolidación de la senda de la reactivación.

Por ejemplo, la propagación de la variante ómicron durante estas fiestas de fin de año constituye una amenaza tangible tanto desde la situación sanitaria como desde la económica. Lo experimentado en días recientes confirma que, si bien los nuevos contagios aumentan a una velocidad preocupante, el nivel de fallecimientos se ha mantenido bajo, gracias, entre otros factores, a la vacunación.

Descartar el retorno a estrategias restrictivas que generaron costos sociales y económicos tan altos es, por el momento, una decisión acertada del Gobierno Nacional, que contribuye a la reactivación. No obstante, la magnitud del choque de ómicron, y de otras variantes del covid-19 que puedan surgir este año, sobre la salud y la economía todavía no está completamente dimensionada y podría afectar el camino del crecimiento.

Un segundo reto en el 2022 es el del empleo. Las cifras más recientes registran una tasa de 10,8 por ciento de desempleo en noviembre pasado y un rezago de unos 569.000 puestos de trabajo, en comparación con las del mismo periodo de 2019. La reactivación ha recuperado millones de empleos, pero la moderación en el ritmo de crecimiento asimismo impacta la creación de puestos.

En tercer lugar, la economía colombiana –como muchas en el mundo– deberá enfrentar la disparada de la inflación, en especial la de los alimentos, que golpea a los más pobres. Los altos precios de los productos básicos amenazan el poder adquisitivo de los hogares con menores ingresos y les impiden beneficiarse de una economía reactivada.

Un cuarto aspecto para considerar es el de las elecciones. Si bien es normal que el año electoral eleve la incertidumbre en la economía y los negocios, en esta cita con las urnas están en juego aspectos cruciales del actual modelo económico. Un giro drástico, por ejemplo, frente a la independencia del Banco de la República o el manejo fiscal del país podría descarrilar el tren de la reactivación.

La campaña presidencial también debe poner sobre la mesa el tema de las reformas estructurales pendientes, como la pensional, la laboral, la tributaria, de la justicia, así como la estrategia para equilibrar las finanzas públicas. Consolidar la reactivación en 2022 implica, además, abordar estos debates cruciales que la pandemia congeló. En conclusión, la economía colombiana debe seguir la senda de la recuperación, con inclusión y empleo, mientras enfrenta la inflación, las cuentas fiscales y la incertidumbre electoral.

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https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 03 de enero de 2022.

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