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José Alvear Sanín    

La política colombiana vive de la consoladora ilusión de que en las elecciones de 2026 triunfarán las fuerzas democráticas, porque el país —que ya votó masivamente contra Petro en las territoriales de 2023—, castigará el peor gobierno de su historia.

No hay duda de que ese sería el resultado si esas elecciones fueran libres y sus resultados no fueran alterados por el fraude organizado por una Registraduría al servicio de la revolución.

Nadie ignora que los comunistas jamás dejan voluntariamente el poder y que el juramento de Petro de cumplir con la Constitución y la Ley tiene la misma validez que un billete de tres pesos.

Petro sabe perfectamente que, al finalizar su periodo, la derrota será inevitable, a menos que se cambie la Carta y el gobierno disponga de un sistema electoral como el de su carnal Maduro. Además, ya ha hecho manifestaciones clarísimas de que va por su reelección, cuando anuncia la amalgama de todas las fuerzas de izquierda en un “partido único”, para asegurar la continuidad de los gobiernos populares y progresistas y para que jamás regresen los nazis, fascistas, esclavistas... bla bla bla.

Mas claro no canta un gallo, pero los políticos colombianos, en vez de reaccionar en defensa de lo que queda de democracia y unirse para recuperarla plenamente en 2026, miran para otro lado...

Por los pagos del principal partido de “oposición constructiva”, el Centro Democrático, se abre prematuramente el partidor para las precandidaturas. En esa colectividad hay tres senadoras excelentes y otros tantos caballeros intachables, dispuestos a luchar hasta el último minuto por una candidatura tan honrosa como inútil, si las fuerzas democráticas siguen dispersas y divididas.

En el amorfo partido liberal, cada día más colaborateur, ya aparecerán candidaturas igualmente ilusorias, y lo mismo podrá decirse del putrefacto petro-conservatismo, sin que de Cambio Radical se vea verdadera oposición.

De tal manera que para mediados del 2026 tendremos, otra vez, una o dos docenas de candidatos erráticos para enfrentar a Petro, porque seguramente ya se habrá firmado la entrega del país al ELN, con todo y el “convenio vinculante” que se está redactando para sustituir la Constitución cuando este se rubrique con los alias de Eliécer Herlinto e Israel.

Si todas las fuerzas democráticas se unieran desde ahora para impedir la toma definitiva de la Registraduría por parte del comunismo, un candidato único de todas ellas podría ganar la Presidencia. En cambio, si persiste la división, Petro, con su flamante Partido Socialista Unificado de Colombia (PSUC, hermano del PSUV), y con Registraduría de bolsillo, se perpetuará en el gobierno hasta el día de su muerte, como Castro y Chávez, y como quieren Maduro y Ortega.

Por tanto, es inconcebible la ausencia de apoyo de los partidos en el asunto del juicio político. Las causales para anular la elección de Petro y Francia son incontrovertibles, pero si las fuerzas políticas se marginan de ese proceso, la mermelada y el prevaricato mantendrán al comunismo en el poder y Colombia será una segunda o una peor Venezuela.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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