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Pedro Aja Castaño   

“La gran prueba de la locura es la desmesura de los propios diseños según sus medios.”   Napoleón Bonaparte

“Locura es la nueva normalidad social.” Rick Yancey, novelista norteamericano

Con un aparente triunfo electoral una persona sensata no se emborracha. Especialmente si lo que se busca es ostentar el poder para llevar a cabo sus planes. Con el éxito, un ego inmaduro, tiene la sensación de tener de lo que carece; podrá ser un maestro del artificio falaz, pero no tendrá el verdadero liderazgo político, que no es un asunto de votos, sino de autoridad moral.

Un ego inmaduro se emborracha y cree que puede enfrentar un sistema de gente pensante que no bebe; porque el alcohol real y político crea adicciones malsanas para el cuerpo y el alma. Esto nos lo cuenta el neurólogo David Owen quien estudió el cerebro y comportamiento de muchos líderes políticos y concluyó: “el poder intoxica tanto que termina afectando el juicio de los dirigentes.” ¿Cómo puede pasar eso?

Un ejemplo puede ser cuando una persona normal se mete a la política de manera fácil por las ‘peculiaridades’ del sistema. Lo facilita una colcha de intercambio de favores, compromisos y alianzas o independencias interesadas. No se entra a la política con una exigencia de preparación para ejercerla, como ocurre con otras profesiones.

Por lo que se puede   llegar a una posición de poder o cargo importante, por el prestigio que significa pasar por el congreso para lo que solamente se exige, para ser elegido como Representante a la Cámara, ser ciudadano en ejercicio y tener más de 25 años de edad en la fecha de la elección. Entonces, el recién llegado al cargo, sabe que esa ‘primera vez de privilegio’ exige capacidades que quizá no tiene, pero los halagos interesados lo hacen creer que llegó ahí por mérito propio.

Esa es la HORA DE LA VERDAD en la vida de un político, o el que cree serlo. Se suman capacidades, propias y ajenas; por ejemplo, un buen partido político o padrino y se le restan sus carencias personales y las del sistema para saber lo que realmente tiene para ganar o ejercer. De esa operación sale quemado o triunfante. Históricamente son más los quemados, lo que requiere una reflexión profunda sobre la naturaleza humana. Pero concretemos la fórmula del posible éxito o descalabro y averigüemos las razones de lo uno o lo otro.

El supuesto escenario anterior representa una operación matemática que todos conocemos. Pero la ‘matemática política’ es diferente. En ella, lo que tenemos es real. Pero lo que ‘debemos’, no lo es; ya que se nos cobran, por parte de un populismo mentiroso, TODOS LOS ERRORES DEL PASADO DE UN PAÍS, cobrándonos cuentas chimbas. Somos culpables del lugar donde vivimos, del apellido, del dinero que conseguimos trabajando, de ser miembro de tal o cual partido, etc.  Están locos y lo consideran normal.

A este respecto hace muchos años tuve un amigo norteamericano, psicólogo, que estaba chifladito y que una vez me dijo: “Pedro, yo sé que estoy loco. Pero como soy psicólogo, puedo fingir el ser una persona normal.” Eso me intrigaba hasta cuando me di cuenta que muchos dirigentes mundiales están locos.

Digamos entonces que el candidato recién llegado tiene una supuesta clientela política asegurada por el partido o padrino,  y otra por conquistar. Los nuevos electores significan hacer una inversión financiera más sus recursos de tesorería, siempre escasos; y aceptar favores interesados. Aquí está en riesgo la salud mental de todos y solamente la mesura y sensatez del candidato o gobernante, puede salvar a un país del desastre. Además que uno no puede evitar preguntarse: ¿Por qué ciertas personas adquieren deudas o invierten para hacerse elegir y supuestamente servir ‘desinteresadamente’ en remedo de los escasos pero veraces y honestos servidores públicos? Para entenderlo veamos de qué se trata la SALUD MENTAL que es la que tienen los que aman su país.

Para J.M. Sutter, “es el conjunto de aptitudes para funcionar de modo armonioso, eficaz, agradable, cuando las circunstancias lo permiten, para afrontar con flexibilidad situaciones difíciles y para restablecer su equilibrio dinámico después de la prueba”. Karl Menniger la define como “la adaptación del individuo a un medio material y humano, con la mayor eficacia y bienestar”. Ginsburg equipara la salud mental a “la aptitud para ocupar un empleo, educar una familia, seguir las prescripciones de las leyes y disfrutar los placeres que normalmente nos ofrece la vida”.

Para Sivadon es “la aptitud para la satisfacción y el bienestar, concebida como la capacidad  para aprovechar las experiencias favorables que la vida nos ofrece.” Erich Fromm  dice simplemente que “la salud mental se caracteriza por la posibilidad de amar y creer”. Y completa aquella escueta visión: “El criterio para la evaluación de la salud mental no se refiere únicamente a una adaptación individual a un cierto orden social determinado, sino que está ligado a un esquema universal, válido para todos los hombres, en tanto el mismo da una respuesta satisfactoria a los problemas de la existencia del hombre.” 

Ahora bien, estos paradigmas de comprensión de la salud mental nos ayudan a discernir muchas cosas frente a lo que percibimos como anormal, pero no sabemos evaluar, ni expresar. Esa anormalidad marca estilos de vida, estructuras sociales enfermas, comportamientos (¡QUE NO VAN A CAMBIAR!)  frente a los cuales debemos ejercer responsabilidades, vivir con sensatez, protegernos frente al crimen y el delito que generan.

Entonces empezaremos a entender la letalidad de la enfermedad mental, fuente de la estructura criminal de una sociedad que a veces pone en puestos de mando a personas de riesgo. Ahí veremos   los diferentes perfiles psicopáticos, mezclados con paranoia, narcisismo, obsesiones, fobias, histerias; trastornos de ansiedad, manías, depresiones, alcohol, drogas, perversiones, etc., responsables de la actual destrucción de la sociedad al mezclarse  con ciertas estructuras políticas; o negocios de explotación del ser humano, y nos preguntamos cómo puede estar pasando lo que vemos.

Al no comprenderlo le echamos la culpa al diablo, a Dios que nos castiga y no hacemos nada porque no sabemos que somos víctimas de nuestro propio invento al no haber tomado en serio la salud mental cuya falta genera la locura. Si usted quiere explorar a fondo el problema, adquiere un ejemplar de SALUD MENTAL EN EL MUNDO – Problemas y prioridades en personas de bajos ingresos Organización Panamericana de la Salud

Con el panorama anterior, supongamos que llega al poder alguien cuya salud mental está seriamente afectada. Todo el que se oponga a sus ideas será un enemigo personal. Sus asesores serán innecesarios, pues deja de escuchar, se vuelve imprudente. A Santos, conocido como ‘el traidor’, que se alió con un enemigo de Colombia, Chávez, le aconsejaron que el plebiscito sobre la paz era peligroso. Creyó que con la mermelada todo se arreglaba. Al ganar el NO, ese garrotazo trastornó al palacio de Nariño, hasta el punto que, dicen las malas lenguas, se propuso renunciar. Un lame zapatos lo disuadió. Pues un jugador megalómano no entiende que exista otra realidad; y si la cosa es más grave, desprecia la honestidad de los demás, porque está acostumbrado al engaño y la manipulación. No cumplió las promesas hechas a Uribe cuando no reclamó el ‘premio’ del triunfo.

 Pero veamos un ejemplo más de nuestros días. El 3 de febrero de 2014, María Fernanda González, Doctora en Ciencias Políticas de la Sorbona, escribió para RAZÓN PÚBLICA: “¿A qué le juega Petro? Un análisis de sus discursos.”

1.       Cito: “Hace algunos días la portada de la revista Semana solicitaba al alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, que no hiciera más populismo o “no más balcón”, después de que este había convocado a sus seguidores a apoyarlo en la Plaza de Bolívar.” Petro creía que podría revivir el viejo ‘ágora’ de los griegos en la plaza de Bolívar para discutir los problemas del país. Megalomanía pura.

2.       Fuente: EL TIEMPO. ¿Qué pasó con los colegios que prometió Petro? A 42 días de que Gustavo Petro deje la alcaldía, los objetivos que se trazó en este frente –entregar mil jardines infantiles y 100 colegios– hoy encabezan la lista de lo irrealizable. Por el lado de los jardines infantiles, Petro prometió hacer mil y recién posesionado hablaba de adecuar 600. Sin embargo, en total, ha entregado 178 entre adecuaciones, compras, arriendos, colegios con jardín, reorganizaciones –adaptar aulas inutilizadas de educación básica– y jardines modulares (prefabricados).

Superficialmente se califica lo anterior como un incumplimiento político.Pero esa persona no piensa que ese incumplimiento afectaría su futuro político; tampoco le importó en su administración cómo se gastaría el dinero en unos inservibles camiones de la basura. Su conocida indiferencia no le permite sentir las frustraciones sociales que causa su incumplimiento. Pero sí denunció el carrusel de la contratación porque le significaba dividendos políticos. El pretender vender un activo importante la ETB, recurriendo a maromas para salir del lío.

Habla de lo que no conoce proponiendo un tren imposible. Pretende confundir y jugar con la plata de las pensiones privadas. Propone un referendo para cambiar la constitución y adaptarla a sus planes. Dizque sabe del negocio del petróleo para sustituirlo por aguacates, etc. Si usted pone en internet “Las ideas irrealizables de Petro” se encontrará con un mosaico de estupideces e imposibles, resultado de una ‘ideación megalomaníaca.’

¿Y CÓMO SERÍA LA ESTRUCTURA LETAL DE UNA FATÍDICA DICTADURA DIRIGIDA POR UN ENFERMO MENTAL? La fuente del poder estatal y su ambiente político distribuirá los PRIVILEGIOS entre los amigos del régimen para favorecer la CORRUPCIÓN.  Se adulará hasta la náusea la figura del líder que se combatirá con la guerra de rumores, chismes, chistes que serán delitos políticos merecedores de cárcel o confinamiento en campos de concentración. La postura del régimen frente a esas conductas será el odio, el rencor, el resentimiento.

Por lo que la personalidad autoritaria del déspota fomentará el fanatismo frente a esas conductas como una estrategia de EXTERMINIO SOCIAL que se  llevará  a cabo de forma silenciosa mediante bromas hirientes, chantajes, mentiras y engaños, ignorar a las personas, culpabilizar, descalificar, ofender, humillar en público.  Todo será un INFIERNO DE TERROR Y DESPRECIO.  Se in hizo con el Centro Democrático cuando estuvo en la oposición, y se sigue haciendo.

Lo mismo  se vivió en la URSS, se replicó en Cuba,  Venezuela  Vietnam, Corea del Norte, China,  de manera oficial y parece que Putin fue un buen alumno. Pero en otras partes del mundo se da de manera soterrada y se le justifica con palabras hipócritas relacionadas con la etnia, el color de la piel, la religión, la lengua, el género, la preferencia sexual, la incapacidad, etc. Paja. Es sufrimiento puro; sencillamente, es lo que produce la condición inhumana de ciertas personas o partidos políticos que se inventan guerras como el comunismo o el nazismo con sus disfraces modernos. Por disimular, sus cómplices lo llaman desmesura política.

Ahora bien, las personas sensatas son racionales y objetivas; honestas y confiables. Esos seres insustituibles y únicos son el fundamento de la salud mental de una sociedad al tener familias, relaciones armoniosas, trabajos respetables, instituciones agradables y creativas porque hay sinceridad, respeto y confianza. Principios y valores ordenados. Son el fundamento de la sociedad real, verdadera, progresiva que da lugar al deseo de trascender, dejar un legado, una cultura de lo mejor de la vida.

Lo opuesto a la sensatez es la LOCURA. Por ejemplo, un político puede tomar decisiones sin tener en cuenta sus consecuencias y cómo esos actos pueden repercutir en la vida de las demás personas. Y para ello se rodea de funcionarios mediocres con una red de espías para controlar sus oponentes y hasta sus propios amigos. Pero aterrizando todo lo anterior frente a nuestro próximo reto electoral, para finalizar volvamos al escrito de la Doctora Fernández que nos avanza un final lamentable para uno de los candidatos más destacados. Hablando de Petro cito textualmente: 

DE LAS PALABRAS A LOS HECHOS. Sin duda las principales críticas son la mala administración y la mala gestión de su programa de gobierno. Temas como la alta inseguridad en toda la ciudad, la mala infraestructura de las vías y las grandes dificultades en el tráfico son el día a día y la queja de los bogotanos, que pesan más en la población capitalina que los grandes planteamientos y las buenas ideas. A lo cual hay que añadir que la deserción sostenida de sus principales compañeros de equipo, que uno tras otro fueron abandonando la “Bogotá Humana”. ¿Por qué será? Tengo la sospecha de que ciertas características de la enfermedad mental, asimiladas a un tipo de administración pública tóxica,  reciben  nombres respetables asimilados a necesidades políticas.

Porque cuando en la administración pública se hace política; o se decide apostar por anteponer determinados intereses a otros cuando son claramente incompatibles, o cuando los consideramos sencillamente ilegítimos, se crea la desafección política por la administración pública, lo que en una sociedad es un suicidio ciudadano colectivo. 

Por lo que se da el divorcio entre sociedad y administración: se  pierde el respeto mutuo. Entonces se cae en el  engaño del gatopardismo: “cambiémoslo todo para que todo siga igual”; es decir, el negocio de la administración pública que es lo que corroe un estado, al que se le puede hacer caer con un toquecillo de su propio veneno: la corrupción endémica del sistema mediante la infiltración de sus propios enemigos.

Y es ahí cuando se definen los verdaderos intereses electorales. ¿Será fulano un presidente del sistema que les convenga a TODOS, buenos y malos, o alguien verdaderamente correcto e independiente; generalmente un supuesto ‘outsider’? Si el tipo no es el presidente del sistema, va a sufrir. Ese es el dilema político esencial para candidatos y electores.  Y el presente o supuesto ‘fraude’ de las elecciones que acaban de darse, es un aviso de lo que podría pasar en las próximas elecciones presidenciales. No se puede jugar cuando se está al borde de un abismo. Sería una locura.

¿Y CÓMO ES LA SENSATEZ EN LA QUE QUEREMOS VIVIR?  Sensatez

 

Publicado en Columnistas Nacionales

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