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Pedro Aja Castaño   

“Cuando se opina no existe superior, ni inferior, ni títulos, ni edad, ni nombre: sólo vale la verdad; delante de ella todo el mundo es igual.” Romain Rolland, novelista, ensayista y dramaturgo francés, premio Nobel de Literatura en 1915.

Cuando los seres humanos no tenemos en cuenta nuestros prejuicios, inclinaciones y pareceres, esa peculiaridad de nuestra mente termina dominándonos. Y cuando se es periodista, cierta inclinación puede insinuar y deslizar en el discurso términos elogiosos para introducir perspectivas favorables a cierta intención. Por lo que muchos oyentes o lectores pueden llegar a la conclusión de que algo así presentado con adornos, es la verdad clara y evidente y, por lo tanto, aceptable. Sin embargo, si ese ALGO se viera en su estado original esa ‘percepción de verdad’ no se produciría, si utilizáramos ideas precisas y determinadas. Por lo tanto, ese periodista no sería admitido en el círculo de la gente creíble.

La prueba de lo anterior nos la dio Julio Sánchez Cristo, al perder su acostumbrada discreción profesional, frente al ‘Reporte Coronell’ del 11 de enero de 2021, cuando lo calificó como el NON PLUS ULTRA de los reportes. Sin embargo, cuando no se tienen los medios, ni el entrenamiento o experiencia profesional de abogado, juez o fiscal, para juzgar con acierto sobre una verdad probatoria y legal, le quedan a uno dudas muy serias sobre la VERDAD de lo que se afirma. Porque aunque el ‘reporte’ se basa en la denuncia de un abogado contra una prestigiosa institución, la conclusión superficial de Coronell es: “fue un negocio de yo con yo.”

Por lo que mi pregunta sería: ¿Cómo saben Julio Sánchez Cristo, Coronell, y el abogado denunciante la consistencia y realidad objetiva de los hechos para ‘inferir’ un delito, sin haber sido examinados los hechos y concluido con una condena de culpable o inocente de parte de la autoridad competente? Cuando no se tiene en cuenta esa obligación ética, estamos ante el socorrido LINCHAMIENTO MEDIÁTICO EN AÑO ELECTORAL.

La propuesta de Coronell del ‘yo con yo’, además de la implicación autosatisfctoria del que se imagina su placer , es la muestra de un PERIODISMO DE FICCIÓN en el que lo que importa no son los hechos reales sino EL RELATO DE LOS HECHOS, las palabras empleadas y los matices que, a veces, están cargados de ideología o INTENCIÓN MALÉVOLA.  Con esta perspectiva periodística lo que importa no es la realidad sino el mejor camino para cambiarla, por lo que no es de extrañar que los hombres y mujeres  que luchan por el bien de la comunidad, expuestos a esa clase de medios,  no sepan ya qué hacer con el devenir de la sociedad. Por lo que el negocio mediático, el escándalo, que supuestamente promovería el cambio,  es la ‘verdad mediática’  de nuestros días.

Ahora bien, la verdad legal surge de algo que ha sido juzgado, habiéndose agotado todos los recursos de impugnación. Y en ese proceso extenso se decide la culpabilidad  o inocencia de alguien. Esto es independiente de lo que considere la opinión pública o los opinadores de costumbre. Pero existe muchas veces una brecha  entre la VERDAD REAL, lo que sucedió en la realidad,  y  la VERDAD FORMAL, la que surge de los acuerdos del sistema. Y esa brecha NUNCA se olvida por lo que surgirán siempre los decires de la intuición honesta, la maledicencia, la cizaña. Eso es lo que envenena a la sociedad contra la justicia. Por eso se da la justicia por mano propia.

¿Y por qué se da esta situación? Debido al CAMBALACHE  DE OPINIONES que remplaza la verdad por lo que  el sentido común se fue de vacaciones, mamado de tanta estupidez. En el siglo del cambalache se mezcla a Marx con Jesucristo; la verdad se decide en una ‘comisión’; Picapiedra y los Simpson son profesores; todos tienen derechos pero nadie deberes; un hombre puede ser, al mismo tiempo, mujer, un paraguas, una mariposa lechera que más bien son temas de un universo fantástico cuya inexistencia se acepta y defiende a capa y espada.

Por otra parte, el ser humano se ha convertido en algo tan peculiar que se le puede ver al   servicio de una mascota caminando tras de ella a la espera del ‘gran acontecimiento’. Además,  la gente se mata por los colores de una camiseta; y la tragedia de la droga se ha vuelto tan normal para el libre desarrollo de la personalidad, que un  adicto puede llegar a ser presidente de un país. Y como si fuera poco, una élite mundial pedófila puede celebrar y abusar de adolescentes en su isla privada, el mundo lo sabe, y nada pasa, a pesar de que su promotor se suicidó de manera conveniente. De ahí que se piense en la importancia  de que la irracionalidad sea   reina porque entonces todo vale. Y el colmo de todos los colmos es que en contra de un DESARROLLO SOSTENIBLE a largo plazo logrado con la colaboración de todos, una camarilla de secuaces ricos pretenda imponer un Nuevo Orden Mundial.

Surge además el delirio tecnológico del METAVERSO  en la que la estupidez artificial de Zuckerberg  haría posible LO FANTÁSTICO MUERTO. Dice una profecía que en un futuro no muy lejano en la sociedad robotizada, la élite de los robots, soñará con un cielo mítico: Llegar a ser humanos para experimentar el AMOR IMPERFECTO; porque, dice la leyenda de los robots, a los humanos les fue dado EXPERIMENTAR EL AMOR DE DIOS, algo que rechazaron, pero como los robots se creen más inteligentes, ellos creen que sí podrán alcanzar esa meta. Para ello, dicen los entendidos, que ya andan entre nosotros, disfrazados de humanos sin alma.

Y el escenario en el que se juega a esa ‘tontería’  es la democracia en la que muchos creen en la libertad, igualdad y fraternidad,  pero se puede ser razonablemente autoritario; en la que se aboga por la igualdad pero se reconocen las diferencias, cada una de ellas con su código especial; alguien se cree tolerante, pero emite opiniones cavernícolas; y la familia, la dichosa familia, se ha convertido en un negocio multipropósito. Se tienen todos los derechos hasta el de tener prejuicios; se es generoso con las propiedades de los otros, pero egoísta con la propia; todos quieren amor, pero casi nadie lo da. Entonces armados con todas estas creencias comunes pretendemos vivir en paz. ¿Por qué no se puede?

Porque una inmensa cantidad de presumidos consideran que su modo de pensar es algo así como la revelación divina que todos debemos acatar. Esos mismos se convierten en perseguidores de los que no piensan igual. Solo saben señalar las fallas de los otros, sin ver las propias. Los más avezados  y preparados se arman de bibliografías y artificios intelectuales para ANALIZAR, TEORIZAR, DESACREDITAR  los argumentos o teorías contrarias. Esos pretenden llegar al trono moral de la verdad. Pero ninguno de ellos se pregunta: ¿EXISTE LA POSIBILIDAD DE QUE ESTÉ EQUIVOCADO?

¿Y por qué toda esta desgracia? Porque las ACTITUDES son las que mandan. Una actitud es una POSICIÓN EMOCIONAL sobre algo. Hoy manda el pulgar arriba o abajo, como en la vieja Roma; el emoticón ha remplazado el sentimiento y la emoción real; la comida dejó de ser sabor; hoy se ingieren abstracciones de vitaminas, carbohidratos, comida sana (que nadie sabe por qué es sana;) o chatarra; hoy no se es humano, sino vegano. Se cometen errores exprofeso para vender soluciones. Dios es una interpretación. La identidad es un asunto de opinión. Además de lo anterior se ignoran todos los errores de pensamiento o falacias. Lo que quiere decir que LA LUZ DE LA VERDAD se ha retirado de este mundo.

Y cuando esta ignorancia se convierte en azote, se le echa la culpa a Dios. Por eso el futuro de la humanidad está en peligro, gracias a la ESTUPIDEZ EMOCIONAL CONSENTIDA que juzga la estupidez del otro, ignorando la propia, para evitar observarse a sí mismo. Y esa estupidez se camufla bajo diferentes nombres: conspiración, perversidad intencional del otro, malicia corporativa,  castigo de Dios, etc. Por eso no se  distingue una mala decisión de la maldad consciente, pues  les da  lo mismo a los que niegan la verdad, ya que se han cegado   al negar los errores propios,  aun si tienen las evidencias bajo sus  narices.

Por eso existe la misericordia divina porque no sabemos lo que hacemos como dijo Jesús en la cruz. ¡Que el verdadero Dios nos guarde porque la estupidez es peor que la maldad;  ya que el estúpido que la promueve cae víctima de ella! Eso les pasa a ciertos medios. Se ha visto en la W que lanzan la famosa carnada “Tal cosa es…” para provocar una controversia o cizaña  inútil con disfraz de opinión  y… ¡ELLOS SALEN ACUSADOS DE CIZAÑEROS! Esa es la lección del cambalache moral y ético de opiniones sobre la  VERDAD VERDADERA que desconocemos, y  que todavía no queremos aprender.  De tal magnitud es la CEGUERA ESPIRITUAL que si Jesús apareciera de nuevo, fuera crucificado y resucitara, sería un asunto de ‘opinión’; una noticia más.

Publicado en Columnistas Nacionales

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