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Pedro Aja Castaño   

Si no fuera porque lo vi en un video que circula en las redes, no lo podría creer. Sentado plácidamente en el parque de una ciudad colombiana de clima cálido, un ciudadano disfruta de la tarde soleada. Un hombre se le acerca, algo le dice y le propone alguna especie de juego con un objeto que lleva en las manos; el hombre sentado le dice que no. El aparecido se aleja y se acerca a otra persona en la misma situación de disfrute. Esta accede; y en plena calle comienza el ‘show’ de hipnosis. El bandido, de una manera magistral, lo logra. Y la víctima tranquilamente le entrega una cadena de oro, el celular, la billetera, sus pertenencias. El hipnotizador le quita el morral, lo deja dormido en la banca y tranquilamente se aleja.

El comentarista del video presenta la situación como una nueva modalidad del hampa, se asombra, no lo puede creer, pide ayuda. Pero no es nuevo; en la calle nos pueden ‘hipnotizar’ con un simple acercamiento amenazante; por eso, debido al miedo, al no estar preparados para el robo durante el paseo tranquilo de la mascota en un barrio residencial, suspendemos nuestras capacidades cognitivas, críticas, reactivas, y entregamos lo poco de valor que llevamos. Le pasó a mi suegra.

Ahora bien, busqué en internet y encontré varios videos de shows de hipnosis callejera en parques de diversiones en Europa. Sospecho que si la cosa fue real en nuestra parroquia, y se sabe que se han repetido robos mediante ese sistema, alguien quiso comprobar el asunto; también podría ser la prueba de algún experimento.

Por todo lo anterior me pregunté si se podría hipnotizar toda una cultura y los individuos para robarles algo más preciado que las pertenencias materiales, sin que se dieran cuenta; algo así como robarnos o entregar de manera ‘voluntaria’ la libertad, el alma, la movilidad, las amistades, la dignidad, etc.

¿Qué observé y analicé en el video del parque? Se estableció una interacción de confianza entre dos desconocidos; el hipnotizado, dejó o entregó, mediante cierta fascinación que ejerció el hipnotizador, el control de sus procesos cognitivos, afectivos y conductuales; el hipnotizador le pidió lo que quiso que el hipnotizado involuntariamente entregó. En el paraíso terrenal, Satanás fascinó a Eva con el cuento de que sería como Dios, y esta le entregó su felicidad sin darse cuenta. La cuestión sigue ocurriendo y no nos damos cuenta porque ‘hipnosis’ recibe diferentes nombres y todos permanecemos físicamente despiertos, pero ‘dormidos’ en relación con lo que le hacen a nuestra psiquis, porque nuestra conciencia es ‘fascinada’  con el problema, el atractivo, la tentación, lo imaginado, mientras se lleva a cabo la verdadera intención.  Veamos.

LA HIPNOSIS DE LA IDEOLOGÍAO EL NEGOCIO.  En ciertas  reuniones de alto turmequé se utiliza una auto hipnosis muy especial. Se crea un ambiente de negocios con güiski, pasabocas, bellas meseras para planear asesinatos sin dolor; se usan una serie de herramientas que dan instrucciones, se usa música para inducir un estado hipnótico en la persona que los utiliza. A menudo se presentan narraciones, experiencias que ayudan a recrear estados similares a la hipnosis en la que los participantes entregan su voluntad a un autoengaño. Esta situación conductual es una especie de autismo político profesional en la que solo se es consciente de lo que está en la propia conciencia; no le interesa intuir o averiguar qué pasa en la conciencia de los otros.

Esa es  la cultura esencial de los conspiradores, las redes. la ‘hipnosis’, la fascinación, son los llamativos planteamientos; los ‘videos’ son los escenarios imaginados con el triunfo de la revolución, por ejemplo. El atractivo mayor es que, como en un juego, los conspiradores no arriesgan su vida, lo ganan todo y su intención es obtener el poder para ellos mismos, entregando solo promesas. El paciente, el engañado, el hipnotizado, es el pueblo. Y así como Marx decía que la religión es el opio del pueblo, la ‘ideología’ es el opio del intelectual.  

Por lo que como en cualquiera de las dos escuelas el ‘docente’   utiliza instrucciones cuidadosas para inducir al estudiante a aceptar el procedimiento. Esta sería la ‘revolución mundial guiada’, aparentemente producida por la autohipnosis de capitalistas, comunistas y la sociedad. El caos es la prueba.  Cuando esto ocurre entre conspiradores de edad avanzada que llevan años planeando el asunto, podríamos sospechar que están volviendo a un peligroso estado de infantilismo. ¿Por qué es posible esta estupidez?

Porque la sociedad, en un estado de infantilismo similar al de sus opresores, ha entregado sus procesos cognitivos, afectivos y conductuales a: los opinadores de los medios; ellos opinan por nosotros y ‘aceptamos’ su ‘autoridad’ debido a un engranaje cultural que les da derechos y protección. Los entregamos a los especialistas, asesores, congresistas, políticos, etc. que nos ‘representan.’ ¿Qué nos dan a cambio? Leyes para controlarnos o ‘robarnos’ más. ¿Cómo nos roban?

LA HIPNOSIS DEL ROBO ACEPTADO. Mediante la ‘hipnosis’ de  ‘leyes’ que suspenden costumbres; ir a misa, por ejemplo, en los países comunistas.  El uso del dialecto o la lengua ‘oficial’ según el caso, como ocurre en España. Mediante ‘acuerdos’ en los que hay que aceptar mentiras. La ‘sugestión’ de autoridad es la ley que se ‘respeta’, sabiendo que es injusta; aquí funciona la fascinación por el respeto con el que se suspende  el criterio de sentido común que el verdadero respeto se gana con el ejemplo, no se impone. ¿Qué nos han robado? La espontaneidad de la vida. ¿Y cómo se ha entregado el criterio, la individualidad que nos distingue? Porque todo lo anterior se va aceptando como ‘normal’.

HIPNOSIS MEDIANTE LA ‘PRESIÓN’  DEL AMBIENTE: Todos lo hacen. Así se  evita la incomodidad. Se impone la pereza. Por lo que el ‘bueno’ se corrompe sin darse cuenta. El derecho se convierte en privilegio, al vender el alma por un favor. Si por costumbre, o idea política, se considera que  la prevención es un asunto de ‘opinión’,  el delincuente piensa: “aquí nadie cuida lo suyo”, luego tengo mi oportunidad. Entonces se piensa en ‘reformar’ la policía, sin ‘reformar’ al delincuente. No nos hemos dado cuenta que el mal ejemplo contagia como un virus porque la salud no se contagia ya que requiere esfuerzo. Gana la pereza.

EL ROBO DEL ALMA. Cuandoniñoséramos espontáneos; pisábamos charcos sin pensar en los zapatos, jugábamos porque esa era nuestra naturaleza, creíamos en el ratón Pérez, Navidad, la vida era alegría porque estaba hecha para nosotros; la vida nos cuidaba; nosotros no éramos esclavos, guardianes de la vida TENÍAMOS ALMA que nos exigía cumplir sus deseos. Pero surgió la profesora ‘responsabilidad’. Había que aprender para ir al ‘colegio de la vida’. Y en ese colegio los deseos espontáneos de nuestra alma se volvieron ‘ilegales’ o ‘reglamentados.’ Ante esa carencia impredecible surgió el deporte de ‘robarle’ el alma a los otros que aparentemente eran felices, porque TENÍAN más, no dándonos cuenta de que ricos y pobres carecían TODOS de la misma infancia que hacía feliz.

Por lo que la vida es una cuestión de SER no de TENER. Es una costumbre de DAR DE LO QUE SOMOS porque el ser es inagotable. Y aquí se presenta el gran dilema para ser felices: decidir si SOMOS SERES HUMANOS O SI SOMOS COSAS QUE PERTENECEMOS A: el estado, la familia, el trabajo, los otros, la sociedad, la costumbre, la ideología, etc.  Esa es la verdadera frustración que los revolucionarios y capitalistas no podrán resolver porque la ‘revolución’ o el ‘capital’ los tiene, pertenecen a cierto dueño que los trata como cosas. A ese ‘dueño’ lo llaman sistema, diablo, sociedad, el otro.

No importa cómo lo llamemos. Recuperemos nuestras verdaderas identidades, nuestras  almas, la verraquera, el  criterio, la  capacidad cognitiva, la  voluntad y descubriremos que cada quien   ES  su propia felicidad, como cuando éramos niños. Por eso el Reino de los Cielos les pertenece y nadie podrá robárselos. Ser el verdadero niño feliz,  responsable, creativo y productor de alegría y felicidad para sí mismo y los otros no es una cuestión de edad, sino de SER Y ACTITUD. Dejemos de robar las ilusiones del tener, robándonos a nosotros mismos  la cultura y la vida verdadera  que nos hace sentir y experimentar  la felicidad que trasciende las incapacidades  del tener.

Por todo lo anterior podrimos concluir que así como la sugestión y la hipnosis ocurrían en las sociedades primitivas; ciertos fenómenos sociales de nuestros días son similares. Un contexto cultural sobrenatural le otorga a la pericia profesional de alguien el nombre de ‘magia’, por lo que el ‘renombre’ de ese ‘mago’ es la hipnosis de presentación profesional como en cualquier circo. Porque sus ‘poderes mágicos o hipnóticos’ les fueron otorgados por la sociedad que necesita protección y el ‘mago’ de turno se los cree. Después lo sacrifican cuando la ‘magia’ no funciona.  De hecho, sería  posible probar que el político hipnotizador de turno, ha sido hipnotizado por el grupo mediante la ilusión o hipnosis del poder, el prestigio, la fama.   Y el circo continúa con el robo de la verdad que nadie echa de menos.

Publicado en Columnistas Nacionales

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