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Álvaro Ramírez G.   

Es conocido ya que los gobiernos de izquierda utilizan la desinformación y la mentira como una parte muy integral de sus programas de gobierno.

Lulla Da Silva, presidente de Brasil acaba de recibir a Nicolás Maduro en medio de fuertes manifestaciones de opositores gritándole “¡asesino!”

Así y todo, Lulla plantea con el mayor desparpajo, que Venezuela es una democracia y que Maduro no es ningún dictador.

Que la derecha ha “¡construido una narrativa para descalificar a Maduro y su gobierno!”

Como si el mundo entero no tuviera ya clara la destrucción de los tejidos empresarial y social que hicieron Chávez y Maduro, en ese país.

Y su moneda, el Bolívar fuerte (qué risa), quedó por bultos y sin valor alguno, en los basureros.

Tan mentirosa esa aseveración, que hasta el mismo Gabriel Boric, izquierdista presidente de Chile, desmiente a Lulla y califica a Maduro de dictador y a su mandato como una dictadura infame y asesina.

¿Cómo puede ser democracia un país del cual han tenido que emigrar 7 millones de personas por hambre, política  y violencia?

Alberto Fernández y Cristina Kirchner (condenada a prisión), próximos a ser estrepitosamente derrotados en Argentina por la derecha, después de haber saqueado y arruinado a ese rico país, todavía insisten en la bondad de su mandato.

Una hiperinflación a la vuelta de la esquina y una moneda que no vale nada son los resultados de ese gobierno socialista ladrón.

Hasta las pensiones de casi 3 millones de viejos argentinos, se las robaron.

Ortega en Nicaragua, ganó porque metió a la cárcel a 6 de sus opositores y 2 de ellos huyeron del país.

Con su alocada mujer de vicepresidente, todavía proclaman ambos que Nicaragua es una democracia.

Cuba es una mentira toda.

En los años 50 era la primera economía de América Latina y La Habana, la ciudad más desarrollada y culta. El ingreso per cápita era el más alto de Latinoamérica y superior al de España.

Hoy Cuba es una miseria toda.

Gustavo Petro, tiene el mismo libreto de desinformación y mentiras como parte de su plan de gobierno.

Lo que han hecho con las FFAA, es miserable y destructor.

Lo han empacado de “reforma “, pero es un debilitamiento acordado con las FARC y el ELN, que apoyaron y financiaron su campaña y además obligaron a cientos de miles de colombianos a votar por él.

La Reforma Agraria que en casi un año de mandato Petro, no ha avanzado ni un centímetro, es una farsa.

La política de hidrocarburos es otro engaño maquillado de protección al medio ambiente.

En casi todo el mundo los hidrocarburos y los minerales se explotan y se venden, de manera amigable con el medio ambiente.

Arabia Saudita con la venta de su petróleo, ha convertido su desértico territorio en autosuficiente productor de proteínas, granos, frutas y verduras que hoy exporta a Europa.

Y los Emiratos Árabes con la venta de su petróleo han convertido sus territorios en los centros turísticos y comerciales más poderosos de la tierra.

La popularidad de Petro ha caído vertiginosamente entre sus desaciertos, su “inacción destructiva”, como lo califica su exministro Alejandro Gaviria, y sus mentiras.

Ahora resulta que haber encontrado esos 4 niños en la selva del Araracuara, parece otra gran mentira. Mantenerse vivos en esa manigua 40 días con un menor de 1 año es absolutamente imposible, a juicio de todos los lugareños. Todo parece indicar que calculadamente los tenía Iván Mordisco y sus disidencias de las FARC, y su encuentro fue estratégicamente acordado con el Gobierno, para que luciera como un éxito producto de la tenacidad de Petro.

No de otra manera el padre de esos niños está amenazado por estas disidencias de las FARC.

Solo así garantizan su silencio, sobre la realidad de los hechos. ¡Otra mentira!

Y finalmente, la muerte del Coronel Dávila, reportada a los pocos minutos, sin dictamen forense previo, por el ministro Velázquez, como un suicidio, tiene un mar de inconsistencias y errores, que muestran más a las claras, que pudo ser asesinado para que no cantara ante la Fiscalía, como era su intención.

Han aparecido un montón de evidencias que muestran al Coronel Dávila, acosado e intimidado, por haber sido él quien dirigió las interceptaciones telefónicas, pero no un suicida.

El tema da solo para un artículo, pero es evidente que el único beneficiario de su muerte es el Gobierno.

Con la desaparición de Dávila, desaparecen todos  los detalles y pruebas de un escándalo que tiene a Petro contra las cuerdas.

El suicidio no responde a un mar de interrogantes que no lo justifican.

Los medios y las redes sociales están hoy inundados de todos estos cuestionamientos a la hipótesis del suicidio del Coronel Dávila.

Pero parece mejor mantener esa mentira viva, que las pruebas de ese escándalo Benedetti, hubieran salido a la o luz pública.

¡Sin las mentiras, no saben gobernar!

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