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Álvaro Ramírez G.   

¡Llegó la hora de Colombia!

La democracia que es el sistema político que escogimos los colombianos, y que quiere decir “ la voz del pueblo”, nos va a permitir manifestarnos en las calles.

Esa misma democracia que le permitió a Gustavo Petro Urrego, llegar desde la oposición a la presidencia de la República.

Una campaña hoy seriamente cuestionada desde el Consejo Nacional Electoral, la Fiscalía General de la Nación y la Comisión de acusaciones de la Cámara de Representantes donde avanzan ya serios procesos acerca de la “legitimidad” en la elección de Petro, dadas las irregularidades que hoy la comprometen muy seriamente.

Y pueden de ser exitosas obligar su retiro.

Un presidente cuyo hijo Nicolás está detenido y en proceso de ser juzgado al ser denunciado por su ex pareja y reconocer El mismo después, el ingreso de gruesas sumas que direccionó a la campaña de su padre.

Y enfrenta una dura condena.

Pero miremos al gobierno.

Desde el momento de su llegada Gustavo Petro, decidió reformar y cambiar todo.

Lo malo, pero también lo bueno.

Reinventar al país.

Pero sus propuestas eran completamente arrevesadas y claramente peligrosas, empezando por la política, cuya reforma ya se cayó y la enterró el partido verde aliado de Petro en las elecciones.

Se acaba de caer también su reforma a la salud, que arrasaba con todo lo que hemos construido en estos 30 años después del desastre del Seguro Social.

Entregarle la salud de los colombianos a políticos y burócratas no era el camino.

Y cosa parecida le está pasando con la reforma pensional en la que Petro quería echarle mano a los $ 350 billones de los ahorros en los Fondos Privados para llevarlos al manejo político de Colpensiones, que es la reedición del Seguro Social, donde se robaron todo el ahorro pensional de los colombianos.

Nada le ha salido.

Pero la gestión administrativa si ha sido bien peligrosa y errática, además de ineficiente y ni siquiera ha podido ejecutar las partidas con la plata ya en caja.

El desmantelamiento de las FFAA, y el retiro de la Fuerza Pública de muchos municipios, así como la suspensión de la fumigación aérea de la coca, fue el pago de Petro a las FARC y el ELN, que pusieron en sus zonas de influencia a votar obligadamente a la población civil por esa candidatura.

Pero también el combustible que ha incendiado al país, y tiene a 10 departamentos sumidos en una guerra fratricida entre esos dos grupos terroristas y también contra el Clan del Golfo.

Un baño de sangre, mientras la dialéctica mentirosa del gobierno anuncia que va muy bien “ La Paz total !”

Después llegó la errática decisión contra los hidrocarburos, el gas y el carbón.

Mientras los ingresos del país se cayeron, por la errática política del gobierno, aparece en engendro de importar gas de Venezuela, cuando Colombia está llena de yacimientos de gas.

Un tremendo y descomunal negociado a la vista.

Los subsidios a la vivienda que intentó reformar, han hecho caer la industria de la construcción un 50%.

El mismo camino han transitado la industria automotriz, el comercio en general y la gastronomía.

Toda la economía cayendo innecesariamente por caprichos de un gobernante y el clima general de los negocios por el suelo.

Su reforma agraria fracasó.

Unas abusivas invasiones de fincas y la entrega a unos campesinos de unas 30 mil hectáreas de predios incautados a los mafiosos, son una burla ante la propuesta presidencial de repartir 10 millones de hectáreas de tierra.

Un total fracaso.

Ese desmantelamiento de las FFAA, disparó la extorsión que está por todo el país y el secuestro.

La inseguridad y la violencia se han tomado ciudades y campos.

Su equivocada visión sobre las 4G, a las que llama “las vías de los ricos”, le ha hecho serios daños al plan de modernización de la infraestructura que venía sobre ruedas.

Su ataque a los antioqueños, producto de la derrota electoral, le hizo acreedor del desprecio de todos y el montaje de una “vaca”, para terminar algunas de esas obras.

Su relación con Alcaldes y Gobernadores es fría y caótica.

Ya ni acuden a sus convocatorias.

Se le acabaron entonces los caminos constitucionales a Petro.

No tiene ni Congreso, ni jueces, ni Magistrados, ni gremios, ni medios, ni redes, ni pueblo.

Su popularidad se cayó desde el 70 al 30%.

Entonces pretende tramitar una Constituyente y eso tampoco le es viable por qué ni el Congreso ni los trámites lo acompañan.

Pero insiste en hacer una Constituyente desde las calles y con el pueblo.

Una chifladura más a la que le falta ese pueblo que hoy no le sale a las calles.

Pero nosotros los colombianos si lo vamos a hacer.

Vamos a inundar las calles y las plazas de 17 ciudades del país, para decirle a Petro y al mundo, que su gobierno es un total fracaso.

Vamos a marchar millones de colombianos.

Y eso lo tiene aterrorizado.

Y sacó ayer un decreto desesperado y chiflado decretando días cívicos, y proponiendo a los Bogotanos, que salgan de la ciudad.

¡Nadie apoyó esa desesperada ocurrencia!

¡Vamos todos a la calle a ejercer plenamente nuestro derecho!

¡Marchas pacíficas pero apoteósicas!

Fracasaste  Petro, ¡el domingo lo verás!

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Publicado en Columnistas Nacionales

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