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Álvaro Ramírez G.   

Ahora resulta que “¡no hay recursos para pagar los acuerdos de la Habana!” Así lo manifestó el presidente Petro, agregando además que “la sociedad debe decir la verdad y es que no tiene el dinero ni la intención de cumplir esos acuerdos”. Y hace un claro reclamo a la Andi, porque “les molesta pagar impuestos”.

¿Y quién firmó esos acuerdos y comprometió esos recursos? Hay entonces que devolverse en el tiempo al gobierno de Juan Manuel Santos. Sin la menor duda.

Santos no solo desconoció el resultado de un plebiscito que negó esos acuerdos y que nos costó a los colombianos $ 270 mil millones, sino que via Fast Track, hizo aprobar del congreso este acuerdo.

¿Se acuerda Senador Roy Barreras?

Después del anuncio de Santos en la TV, rodeado de sus ministros, de que respetaría el fallo del plebiscito, que negaba el acuerdo de la Habana, cambió sorpresivamente su libreto y lo hizo aprobar apuradamente de su enmermelado congreso. Así fueron las cosas.

¿Y quién comprometió en ese momento, esa astronómica cifra para cumplir y pagar esos compromisos?

 Firme ahora y que otros paguen después, fue como yo entendí la apurada e irresponsable actitud de Juan Manuel Santos.

El gobierno de Iván Duque no solo hizo un esfuerzo financiero brutal para cumplir esos acuerdos y además financiar esa inesperada pandemia ($ 80 billones), sino que puso a un ejecutivo muy competente al frente de esa tarea.

¿Recuerdan ustedes cuantos guerrilleros de las FARC se desmovilizaron? Fueron cerca de 8.000. ¿Saben cuántos desmovilizados continúan en el programa? Apenas 3.500. ¿Y que se hicieron los 4.500 que no están? Pues regresaron a las filas de las disidencias de las FARC y a la Nueva Marquetalia a delinquir.

Todo luce entonces como una gran estafa al país, construida en La Habana entre Santos y las FARC. Veamos:

 1. Santos salió con su Nobel.

 2. 10 jefes de las FARC llegaron al congreso colombiano sin conseguir un solo voto y menos pagar un solo dia de cárcel por sus delitos atroces.

 3. Más de la mitad de los desmovilizados regresaron a delinquir a las disidencias de las FARC y a la Nueva Marquetalia con sede en Venezuela.

 4. El presupuesto nacional quedó hipotecado por 15 años y por cerca de $ 150 billones.

¿No fueron así las cosas? ¿Y quién tiene la culpa ahora? ¿La Andi? ¿Los empresarios?

Sigamos:

Según mis cuentas, faltan por pagar cerca de $ 100 billones para cumplir esta hipoteca que firmó Santos.

Pero al tiempo solo quedan 3.500 desmovilizados cumpliendo el acuerdo. Si dividimos la suma faltante entre el número de desmovilizados, el resultado es aterrador. A cada desmovilizado hay que pagarle $ 28.500 millones de pesos colombianos. Eso me da la desproporcionada cifra de $ 237 millones mensuales para cada uno de los desmovilizados y por los 10 años que le faltan al acuerdo.

¿Qué tal esa locura?

La otra cara de esta gran estafa urdida y firmada por Santos es que Colombia pasó de 42.000 has. de coca sembrada, a 230.000 has al terminar el gobierno Santos, que abandonó la fumigación aérea no por que el glifosato fuera tan letal para la población civil como dijo la justificación conseguida por Minsalud, sino por una exigencia, impuesta por las FARC, para sentarse a negociar ese impagable acuerdo de La Habana.

Hoy son más los efectivos que están en las disidencias de las FARC y en la nueva Marquetalia, que los que están desmovilizados. Y Colombia tiene hoy 88 nuevos grupos narcoterroristas claramente identificados en plena actividad. Y está viviendo un baño de sangre. En los 50 días del gobierno Petro, van ya 54 masacres.

¿Y dónde quedo La Paz? En ninguna parte. No tenemos un dia de paz.

Y lo que sigue.

Imagínense al comisionado para La Paz del gobierno Petro, sentado negociando hoy con el ELN y además no solo con las disidencias de las FARC, sino con todos los grupos narcoterroristas en armas.

¿Cuánto vale eso? ¿Con que dinero piensa Petro pagar esos acuerdos que intenta construir y firmar?

¿Cuántas veces hay que negociar con las FARC? ¿Y cuantas disidencias más vienen en camino? ¿No es esto una locura inviable e impagable? ¿Hay que negociar y pagarle a cada pillo que coja las armas y empiece a delinquir?

¿Y quién va a pagar eso? ¿Los empresarios? Semejante chifladura es otra manera muy rápida de espantar la inversión y a los empresarios. Cuando los impuestos se vuelven impagables, al empresario le quedan dos caminos, cerrar su empresa o irse y montarla en otro país.

Mientras Petro siga con su idea de que hay que negociar con todos y cada uno de los bandidos y pagarles para que se desmovilícen y después saquen sus disidencias, para repetir el negocio, esta locura frenética no va a terminar nunca.

Petro nos quiere montar en una vaca loca, impagable y lo peor, invivible.

Y Santos, artífice de este desastre, ¡fresco como una lechuga, explotando su Nobel y dictando conferencias de paz por todo el mundo!

¿Que tal?

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