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Moisés Wasserman   

La dolorosa invasión a Ucrania inducirá la introducción de ‘acuerdos verdes’ diferentes.

La condenable invasión de Ucrania va a generar cambios en políticas fundamentales para el desarrollo de la humanidad. Si uno pregunta cuál es el reto más importante que tenemos (7.500 millones de personas), la respuesta obvia es: ‘Seguridad alimentaria y seguridad energética para todos, al tiempo con la conservación del medio ambiente y mitigación de cambio climático’. Tres retos fenomenales, que parecen pedir acciones contradictorias.

No hay una sola recomendación científica que lo resuelva todo. Las hay con acentos diferentes, de acuerdo con el problema que abordan y con las premisas básicas que las alimentan. Los políticos han adoptado algunas, dependiendo de su visión, pero además influidos por presiones de grupos ideológicamente diversos. Unos países han dado preferencia a la mitigación de daños ambientales, con los costos adicionales que eso implica; otros han preferido mejorar la productividad y sus indicadores de bienestar, pero con mayores impactos al planeta.

Europa lleva ya años enmarcando sus políticas en el Acuerdo Verde (Green Deal). En agricultura se han propuesto reducir el uso de pesticidas en 50 %, los fertilizantes sintéticos en 20 % y dedicar el 25 % de las tierras a cultivos orgánicos. En la mayoría de los países miembros de la Unión están prohibidos los cultivos transgénicos (con hipocresía, porque permiten desarrollarlos en sus laboratorios y comprarlos a otros países). Su riqueza les permite planificar una agricultura más costosa e importar mucho.

En energía también tomaron medidas restrictivas; muy notable fue la de Alemania que suspendió el desarrollo de la energía nuclear (les quedan tres plantas y está prohibida cualquier nueva iniciativa). Europa era autosuficiente en producción de gas, pero suspendieron las exploraciones en casi todos los países, y ahora son absolutamente dependientes de su importación.

¡Y llegó la guerra! Rusia invadió a Ucrania, que era conocida como el granero de Europa. Entre Rusia y Ucrania producen la tercera parte del trigo y cebada del mundo, el 52 % del maíz y más del 50 % del aceite vegetal.

Por otro lado, el suministro de energía también entró en crisis. Un tercio de la gasolina y 40 % del gas en Europa dependen de Rusia. Nadie piensa que los molinos de viento y los paneles solares vayan a solucionar el problema en breve. El primer ministro italiano ya viajó a Argelia y a Catar para cerrar negocios de importación. Hay riesgo de que la política verde, a pesar de lo bien intencionada, paradójicamente termine activando las termoeléctricas de carbón, que son las más contaminantes.

Hay voces en Alemania que solicitan retroceder en su política nuclear, y en el Reino Unido y otros países las hay para levantar la moratoria del fracking, que hizo a Estados Unidos autosuficiente, disminuyendo además la contaminación por sus termoeléctricas.

La asociación de granjeros europeos está ya solicitando una disminución de los requisitos que limitan los niveles de pesticida permitidos y abrir el campo a cultivos genéticamente modificados, que en China, Suramérica y Estados Unidos han aumentado la producción de alimentos al tiempo que han disminuido la contaminación (por menor uso de pesticidas y fertilizantes) y, por su productividad, podrían limitar la deforestación y la expansión de la frontera agrícola.

La dolorosa invasión a Ucrania inducirá la introducción de ‘acuerdos verdes’ diferentes. Habrá que usar mucha ciencia y tecnología para producir más alimentos y suministrar toda la energía requerida, disminuyendo simultáneamente la contaminación y aprovechando mejor los recursos. Para enfrentar esos retos centrales para la supervivencia de nuestra especie se necesitan políticas basadas en evidencia y ciencia, no en supuestos ni en dogmas.

@mwassermannl

https://www.eltiempo.com/opinion/, Bogotá, 24 de marzo de 2022.

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