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El Colombiano (Editorial)

Con una lista de reclamos muy variopinta, el Comité Nacional de Paro y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), están impulsando una nueva jornada de protesta, la primera de este año, para el próximo jueves 3 de marzo, a diez días de las elecciones.

La convocatoria se presenta en medio de una situación paradójica: mientras que Colombia registró el mayor crecimiento económico de su historia, con 10,6% en 2021 y se hizo un aumento igualmente histórico del salario mínimo, ahora el inconformismo crece por el desempleo que no termina de ceder y por la disparada de los precios de todo tipo de productos.

Hay razones de lado y lado. El gobierno considera un hit el desarrollo de la economía gracias al mayor consumo de los hogares y al buen desempeño de sectores como la industria y el comercio. El 10,6% es el mayor crecimiento en América Latina después de Perú, con 13,3% y de Chile, cercano al 12%. Adicionalmente, Colombia es uno de los países que más ha avanzado en la vacunación masiva de su población y puso en marcha programas de ayudas monetarias para los hogares más vulnerables.

Pero en el otro lado de la moneda está el aumento de la inflación del 6,94% en los últimos doce meses, siendo más drástico el incremento en el precio de los alimentos con un 20%. La papa, uno de los productos básicos de la canasta familiar, subió 140%. El aumento de la inflación le está pegando con más fuerza a los hogares de menores ingresos que destinan más recursos para la compra de alimentos. Mientras en 2021 la inflación para ingresos altos fue 4,39%, para los hogares pobres fue de 6,85%.

Y esa mayor alza en el costo de los alimentos combinada con un desempleo del 13,7% se puede convertir en un coctel bomba. Millones de personas, especialmente jóvenes y mujeres, siguen buscando una oportunidad laboral que no encuentran.

Estas cifras les sirven de argumento a los organizadores del paro para convocar a una nueva jornada de protesta. Sin embargo, han mezclado de todo y utilizan justificaciones que no tienen mucho sentido. Por ejemplo, culpan exclusivamente al gobierno por el aumento de los precios sin tener en cuenta que es un fenómeno mundial producto de la crisis de los contenedores y de la escasez y encarecimiento de los insumos y fertilizantes.

Lo que suena insólito es que inviten a protestar por el alza de las tarifas del Soat y de otros productos y servicios que subieron por encima del 10%, como efecto automático del aumento del salario mínimo. En la mesa de Concertación Laboral las centrales obreras sabían que con el alza tal elevada del mínimo vendrían otros aumentos de esta naturaleza y no dijeron nada. No parece lógico salir a protestar por las consecuencias de un incremento que ellos han exigido año tras año y que ellos mismos aplaudieron.

Además de los temas económicos, los organizadores del paro manifiestan que protestarán por el asesinato de líderes sociales, la corrupción y las amenazas a los líderes sindicales. Estos son temas sin duda dolorosos para todos. Sin embargo, la pregunta es si protestando se logra frenar cualquiera de estas tres graves enfermedades que aquejan a Colombia. Y la respuesta sin duda es no.

La historia reciente ha mostrado que las protestas, que son completamente legítimas, están siendo aprovechadas o inflitradas por vándalos y terminan produciendo problemas aún más graves que los que dicen combatir. Basta recordar las dramáticas consecuencias de la jornadas de protestas de abril y mayo del año pasado que terminaron con graves disturbios en varias ciudades y con la parálisis en las vías del occidente colombiano, que fue una de las razones de la disparada de los precios de los alimentos.

El 55% de los encuestados por Yanhass, por ejemplo, dicen que su situación económica y la de su familia se vio afectada por el paro. Fedesarrollo estimó en más de $6 billones las pérdidas económicas, mientras que para el gobierno superaron los $10 billones por los cientos de establecimientos vandalizados, la parálisis en el transporte de mercancías y en la producción en las fábricas, el despido de trabajadores, entre otros, sin contar lo más grave, la pérdida de vidas humanas.

A este Gobierno lo pueden tildar de muchas cosas pero no de no querer dialogar. Las protestas tendrían razón de ser si las voces no fueran escuchadas: pero lo que ha ocurrido con el histórico aumento del salario mínimo, con la educación universitaria gratis para estratos 1, 2 y 3, con ingreso solidario, la devolución del IVA y el aumento en general de los programas sociales tendría que ganarse más aplausos que protestas. Es momento de reflexionar y tratar de buscar soluciones y no de crear más problemas.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 21 de febrero de 2022.

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