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Juan Lozano           

Aún reina la impunidad y las Farc burlaron a sus víctimas.

Se han vuelto tan babosas e inoperantes las entidades multilaterales, empezando por la ONU, que uno no sabe si alegrarse o preocuparse por la visita, esta semana, de uno de sus máximos dignatarios, el señor António Guterres, su flamante secretario general.

Alegrarse porque sin duda es un hombre importante y aquí somos agradecidos anfitriones, aunque un poco serviles a ratos. Un honor que nos visite, señor Guterres. Gracias por su atención. Nos alegra que venga y disfrute de un buen ajiaco santafereño que no tiene lácteos, ni tomates ni pescados, a los que es alérgico, según dijeron ‘En secreto’.

Pero también a muchos nos preocupa el manejo de la visita porque las posturas de las distintas agencias de la ONU en Colombia en los últimos años, en algunos casos, han sido contradictorias e incluso contrarias al interés nacional. Algunos de sus funcionarios se han dejado permear por los debates políticos internos y parecen haber tomado partido, mirando para un solo lado.

Más allá de simpatías personales por amables burócratas, miren, por ejemplo, la pomposa Unicef, con el mandato más bello para la protección de los menores en riesgo, que no fue capaz de abrir la boca en los momentos cruciales de la negociación de paz para exigir el respeto por los derechos de los menores reclutados y violados por miembros de las Farc. ¡Qué decepción!

Cuando vayan con el señor Guterres para Dabeiba y Apartadó en compañía de algunos miembros de Comunes, le deben contar que no han entregado los bienes para reparar a las víctimas y que han burlado ese compromiso. Deben recordarle también que las Farc eran a la vez guerrilla y cartel, y que no han suministrado ninguna información importante para desmantelar todos los ejercicios criminales de sus compañeros en las selvas que siguen orondos narcotraficando.

Sí. Por el bien de Colombia, pídanle al señor Guterres que si algo útil quiere dejar de este viaje, insista ante los hoy flamantes parlamentarios de Comunes en que a cambio de las generosas prerrogativas de las que gozan en medio de la impunidad que aún reina, para que cumplan su parte de los acuerdos, pues esta no se agota en las cínicas intervenciones parlamentarias de las que suelen hacer gala.

Cuéntenle, por favor, que la JEP va muy lenta y eso está erosionando la legitimidad del proceso. Díganle que este es un país de gente buena, laboriosa, honrada, que va a salir adelante y que no necesita palmaditas en la espalda sino compromisos serios, desideologizados, que consulten el bienestar general de la población por encima de la vanidad de los signatarios de los acuerdos.

Y cuéntenle también que salvo por los esfuerzos honrados de Rafael Pardo, el gobierno anterior firmó el acuerdo y luego se olvidó de su ejecución. Eso es importante para que el mundo comprenda lo que está pasando en Colombia con un acuerdo que casi agoniza por negligencia, vanidad e inacción (¿deliberada?) de sus propios signatarios.

En efecto, gracias a Emilio Archila, desde la Presidencia de la República se gestionaron recursos para cumplir con un acuerdo que se firmó irresponsablemente desfinanciado, se han apoyado más de 13.000 excombatientes, se han vinculado más de 100.000 familias al programa de sustitución de cultivos ilícitos en un país que nada en ellos y se están ejecutando 16 Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial para honrar la palabra empeñada por encima de la negativa popular.

Que no se despida Guterres cargado de más embustes y que sepa que este país está saliendo adelante a pesar de las adversidades, y que quienes verdaderamente están haciendo trizas la paz fueron muchos de los que firmaron con los brazaletes de las Farc, algunos de los más elocuentes aplaudidores del acuerdo y los tentáculos malditos del narcotráfico, que sigue siendo el motor de todas las violencias que mantienen a Colombia teñida de sangre.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 21 de noviembre de 2021.

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