El Colombiano (Editorial)
En buena hora el presidente Iván Duque decidió romper su silencio sobre lo que está ocurriendo con Hidroituango. ¿Qué hay detrás del afán del alcalde Daniel Quintero por cambiar contratistas?
El presidente Iván Duque, por primera vez, le cantó la tabla al alcalde Quintero. Duque, hay que ser claros, nunca mencionó el nombre del alcalde, y cuando los periodistas le preguntaron si su retahíla iba dirigida a Quintero, él prefirió decir que era “un mensaje para el país”.
Sin embargo, “el país” no toma ninguna decisión sobre Hidroituango ni tiene injerencia alguna sobre el proyecto. De manera que el repertorio de quejas del presidente tenía como destinatario al alcalde. Quintero, recordemos, ha sacado su dedo acusador para decir que “los contratistas paguen”, y Duque lo contradijo de manera categórica: “Aquí lo que ocurrió fue un siniestro y lo que tiene que operar es que las aseguradoras cumplan con el pago de las pólizas”.
Y eso no fue todo. El presidente también le lanzó una dura advertencia sobre lo grave que puede resultar el cambio de contratistas: “Poner en riesgo la ejecución del proyecto así sea un solo día puede tener repercusiones graves para el país”. Y le subrayó: “No podemos estar improvisando [...], no podemos estar jugando a la incertidumbre [...]. Lo que se requiere es que la obra tenga continuidad”.
Palabras más, palabras menos, el jefe de Estado dejó sobre los hombros del alcalde la responsabilidad de lo que ocurra de aquí en adelante. Hoy la obra de Hidroituango marcha bien: ya superó la contingencia y el propio gerente de EPM dijo que se está cumpliendo con los tiempos. Por eso cualquier paso en falso, cualquier ruido, cualquier demora recaería sobre el alcalde y presidente de la junta directiva de EPM, Daniel Quintero.
Se le nota afán, y algo de desespero, a Quintero por cambiar al consorcio constructor. Ha hecho giras por los medios, en columnas, entrevistas y ruedas de prensa, con el propósito de instalar la idea (o lo que él llama “narrativa”) de que los constructores han sido corruptos. Primero los comparó con el descalabro del Guavio, después con los confesos corruptos primos Nule, y ahora le agregó a la “narrativa” un nuevo ingrediente: según él, los constructores “bajaron la calidad de pernos y varillas que, entre otras cosas, causaron el colapso”.
Lo que no dice el alcalde es que en ningún otro lado se ha hablado de corrupción o de cambio en la calidad de los materiales. Cualquiera que lea las 2.511 páginas del fallo de la Contraloría podrá confirmarlo. El presidente Duque habla de siniestro, es decir, de que no hay corrupción. Y las reaseguradoras, que son las que al final pagan el pato, ya han desembolsado 350 millones de dólares bajo el entendido de que fue un accidente. Las reaseguradoras son empresas de las más grandes del mundo que hacen investigaciones a fondo de lo ocurrido y no van a pagar un solo dólar de la póliza si tuvieran alguna duda de que hubo corrupción.
¿Por qué el alcalde insiste en que hay corrupción? ¿Para qué le sirve crear una “narrativa” que riñe con la verdad y pone en riesgo a la hidroeléctrica? Lo cierto es que un ambiente adverso contra el consorcio constructor deja la puerta abierta de la opinión pública para el cambio de contratistas. Porque si algo está claro en las declaraciones de Daniel Quintero es que quiere, a toda costa, volver a contratar.
Curiosamente, el precio faltante de la obra se infló esta semana: de cuatro billones de pesos que faltaban por ejecutar, hace pocos días saltó a seis billones de pesos, según dijo el alcalde. Sería importante que los entes de control empezaran a poner sus ojos sobre estos cambios.
Desde hace más de un año, mucho antes de que existiera fallo alguno de la Contraloría, el Sindicato de Profesionales de EPM (Sinpro) denunció que detrás de todo había un plan b del alcalde Quintero, que quería volver a contratar. Y la historia ha venido dándoles la razón.
Entre las empresas que EPM invitó a Hidroituango para eventualmente asumir la obra están la china Sinohydro, de dudosa reputación según el Banco Mundial, y el Grupo Ethuss, del polémico William Vélez.
Lo peor que puede pasarle al país es que por el afán mezquino de entregar un nuevo contrato se ponga en riesgo esta poderosa apuesta de futuro de Colombia que es Hidroituango.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 17 de octubre de 2021.