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Alfonso Monsalve Solórzano

Dice el chascarrillo que el ego de Maradona era tan grande que se concebía de pie sobre los hombros de Dios. Pero no contaba con Petro, que se montó en los hombros del mismísimo futbolista para demostrar su grandeza; es decir, la que él cree que tiene. Y de paso, su espíritu torvo. Y su real pequeñez, inversamente proporcional a sus ínfulas de excelsitud. Y, más allá de toda duda, de su incapacidad para gobernar este país.

Porque sólo a él se le ocurre decretar día cívico el 19 de abril, nombre del movimiento terrorista del que hizo parte, el M -19 –que se denominó así en recordación de que el 19 de ese mes de 1970 hubo un supuesto fraude que llevó al poder a Misael Pastrana y no al dictador Rojas Pinilla- y fecha de su natalicio. Lo hizo con la estrambótica excusa de ahorrar agua en Bogotá, solicitando, como quien no quiere la cosa, que los ciudadanos de esta capital salgan de la ciudad para contribuir a tal cometido, buscando sabotear la movilización popular que se realizará hoy en su contra

En serio, nos cree estúpidos. Tengo la hipótesis razonable y con alto grado de probabilidad de ser cierta, de que ingresó al M-19 cuando notó la coincidencia del nombre de ese grupo y la fecha de su cumpleaños. Vio en ella una señal cósmica que le decía que él era el Escogido, el Único, destinado a salvar a Colombia y al planeta entero del neoliberalismo, responsable del cambio climático mundial. Para llegar al poder en 2022, todopoderoso como se sentía, utilizó la corrupción y la violencia; y una vez en la presidencia desplegó la misión de acabar con nuestra democracia, esa con la que lo elegimos.

No voy aquí a repetir lo que he venido escribiendo cada domingo, denunciando las estrategias y las felonías de este régimen para destruir nuestro estado liberal democrático y social de derecho, sino enfatizar en que Petro quiere otro modelo, el de una dictadura, basada en la “democracia”  directa, pero no la de todos los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil y política, sino la de los soviets, esas asambleas excluyentes controladas por sus áulicos a los que llama abusivamente el “pueblo”,  para que lo mantengan en el poder de por vida, como Stalin, Mao Castro y Chávez. Y a esto súmesele que la dictadura está fundada en el culto a la personalidad.

En eso consiste la estrategia de convocar al constituyente primario, pero no todo, insisto, sino el suyo, en universidades, sindicatos, asociaciones campesinas, indígenas, de afrodescendientes, minorías sexuales, empleados públicos y todo tipo de organizaciones reales o de fachada que controlen, con voto preferente y peso específico, para hacer una constitución a imagen y semejanza del Elegido y desconociendo las reglas de juego fijadas por nuestra constitución para ser reformadas o cambiada, que garantizan la participación de todo el pueblo.

Piensen lo que dijo Petro en el reportaje en RCN del domingo pasado: allí aseguró que los colombianos tenían que fijarse más en el contenido que en la forma. Ahí está la clave. Resulta que las formas, los procedimientos establecidos para fijar procedimientos y modificaciones que atañen a lo público -por ejemplo, los que regulan la modificación de las reglas de juego básicas de la interacción social establecidas en una Constitución; o la aplicación de la justicia a los ciudadanos; o las que norman la elección de los distintos dignatarios del estado- reflejan valores políticos que determinan el carácter de un sistema político.

En el caso de los establecidos en nuestra Constitución, son procedimientos democráticos en el más profundo sentido de la palabra, porque en el espacio de lo público tienen en cuenta a la totalidad de los ciudadanos, en igualdad de condiciones, con el principio de “una persona un voto” con garantía universal de elegir y ser elegido y de expresar libremente las opiniones para una constituyente o cualquier otro fórmula electoral de participación ciudadana directa; o fijan reglas de juego para la aplicación de justicia bajo los principios de imparcialidad y debido proceso (entre otros); o normas que rijan la independencia y el equilibrio de poderes.

Esto es así porque en nuestra democracia liberal, lo público -y nada más público que las normas que rigen la interacción social- compete a todos los colombianos. Pues bien, estas formas, en el caso de la modificación o sustitución de la constitución, son las que se quiere saltar Petro, para que una minoría arropada por las dádivas que les da, nos cambie las instituciones y nuestra forma de vida, porque de la cultura política de la nación desaparecerán, por muchos años, conceptos como libertades individuales, derechos básicos, justicia pronta e imparcial, etc.

Ahora bien, desde el punto de vista de la cultura política la transformación de los usos y costumbres se monta, según las experiencias donde este fenómeno ha existido, en los universos político de la extrema izquierda y extrema derecha, es el culto a la personalidad: el jefe no se equivoca, lo que diga el jefe es la ley, hay que glorificar al jefe y perseguir, asesinar, encarcelar o exiliar a todos los que no piensan como él. Vean, si no, los fenómenos de la Alemania nazi de Hitler, la Italia fascista de Mussolini; los regímenes comunistas de Rusia, China, Corea del Norte, Cuba y Venezuela; o los regímenes de dictadura religiosa fundamentalista como Irán.

En los países de democracia liberal esto no sucede porque los presidentes son de libre elección y siempre hay rotación, fijada por las reglas que regulan cada país democrático, aún de los más respetados y amados por sus pueblos, como sucedió con Churchill en Gran Bretaña o De Gaulle en Francia, porque sus pueblos les dieron la espalda. Es que en las democracias el pueblo sí decide.

Petro ha llegado a un estado mental en el que cree que merece el culto a su personalidad y por eso se toma el atrevimiento impulsar una constituyente fraudulenta y de glorificar el movimiento terrorista en el que inició su andadura política e instaurar su natalicio como una fecha de muy especial recomendación.

Pero todavía estamos en la Colombia que se puede manifestar en contra de semejantes despropósitos. Hoy domingo, marcharemos contra el régimen de Petro demostrando la verdadera dimensión de la soberanía popular, que refrenda la democracia y se opone al referendo fraudulento y a las nefastas políticas y reformas de Petro, en una demostración del Poder Popular que impedirá en las calles el desastre de la dictadura porque repetiremos, junto con otras acciones de resistencia civil, cuantas veces sea necesario para salvar nuestra democracia.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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