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José Alvear Sanín    

Si de los 456 días de Petro en el cargo se descuentan los 91 de la “agenda privada” (la cuarta parte), quedan 366 con una evacuación diaria promedio de tres trinos, para un total de 1095 chispazos signados por aquello de “tirar la piedra y esconder la mano”.

No dudo de que esa eyaculación de material intelectual de desecho sea merecedora de un récord en el Guinness Book, pero no para ahí mi admiración, porque esa ingente producción de ripios le ha servido no solo como desahogo para su surmenage.  También, con esa continua deposición causa un preocupante efecto político que mantiene distraído al país. Así los colombianos, entre indignados y burlones, no registran el diario incremento en el pie de fuerza subversivo (guardias campesinas, disidencias, guerrillas, jóvenes de paz, narcoparacos).

De esta manera el gobierno prepara el zarpazo, destruyendo entretanto, con éxito, las instituciones mediante la irrigación ilimitada de mermelada para voluntaria ingesta parlamentaria...

A las utilidades terapéuticas y políticas de esos diarios excesos verbales se suma la originalidad y variedad de los pronunciamientos, porque Petro ni se repite ni deja de sorprender. Sus trinos son escandalosos, pero el más reciente supera siempre al anterior.  Su autor nunca deja decaer el nivel abusivo de sus comentarios, de tal manera que resulta imposible seleccionar el peor o descubrir alguno que sea inocuo o carente de bilis o de mala leche.

Por tanto, lo mejor es ignorar esos trinos para estar atentos a las actuaciones profundas, también diarias y tendientes a la consolidación del proceso demoledor en el que está empecinado.

Sin embargo, hoy debo referirme al enfrentamiento entre Presidencia y Fiscalía, suceso insólito en la historia, y no solo de la de Colombia, porque en ningún país es imaginable que el jefe del Ejecutivo acuse a la Fiscalía de participación en el narcotráfico... ¡y que nada pase! ¡Ni en la más triste banana republic, ni en la más primitiva del África es concebible un episodio de tal indignidad!

Petro no solo insinúa que se ha utilizado el ente acusador para “exportar cocaína y proteger delincuentes en Buenaventura”, sino que también ha señalado a la vicefiscal Mancera como colaboradora del narcotráfico, afirmaciones que, por venir de un individuo con amplísimos e inocultables conocimientos personales sobre el tráfico de estupefacientes, merecerían credibilidad, si quien las lanza no fuera famoso por ser tan economic with the truth, como dicen los ingleses.

No basta pues con los seis irrefragables puntos del comunicado de la Fiscalía sobre su acción contra el narcotráfico en Buenaventura, que se resume en 336 detenidos, incautación de 68 Ton. de cocaína y extinción de dominio sobre 1715 bienes avaluados en 1.5 billones, mientras en los últimos quince meses el gobierno recorre la senda denunciada por el expresidente Pastrana Arango.

La verdad es que, si las afirmaciones de Petro son, como dice el fiscal Barbosa, falsas y tendenciosas, serían también fronterizas con el delito de falsas imputaciones y, por lo tanto, ameritan la iniciación del proceso penal correspondiente. Si Petro tiene información sobre conductas punibles de funcionarios de la Fiscalía, está obligado a poner en conocimiento de las autoridades judiciales (no de las redes sociales) todo lo que sabe de ellos (con sus nombres y apellidos), en vez de dedicarse a la maledicencia con propósitos políticos tan obvios como inconfesables, porque, además, si no lo hace, incurre en encubrimiento.

No ignoro que la tipificación de los delitos de falsas imputaciones de injuria y calumnia y de encubrimiento es compleja, pero no he vivido episodio más bochornoso que el que comento, y que no puede quedar apenas como un ejemplo más de la vulgaridad y la desfachatez de quien nos desgobierna. La Fiscalía no puede pasar de agache frente a esa actuación absolutamente inadmisible de Petro, que nos presenta ante el mundo como el peor Estado y el más corrupto.

                                                                                         ***

Si en lugar de dejar solo al doctor Pastrana Arango en sus contundentes e indiscutibles denuncias, los otros jefes políticos las apoyaran, las instituciones volverían a operar y el gobernante indigno e ilegítimo sería destituido al quedarse sin el apoyo tácito de quienes están mas obligados a defender el orden constitucional.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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