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Hernán González Rodríguez

El destacado comentarista, señor Moisés Naím, publicó el pasado 14 de abril en el diario El Nacional de Venezuela, un excelente artículo titulado: “¿Puede una superpotencia militar mantener su influencia global, aunque su población esté disminuyendo? ¿O esté envejeciendo?  A continuación, algunas observaciones mías acompañadas por los entrecomillados del señor Naim.

De acuerdo con la ONU en 2020, tan solo el 19% de la población de Japón eran jóvenes entre los 18 y los 35 años.  En Estados Unidos, el 26%. En Rusia el 26%. En China el 27%. Y en la juvenil Colombia el 32%.  Incluye este grupo poblacional, entre los 18 y los 35 años, quienes van a las guerras.  En 1970 todos los países anteriores, salvo Colombia, censaban entre un 27% y un 29%, Colombia censaba el 21% en este rango y año, porque nuestros menores de 18 años participaban con el elevado 48%, porcentaje del Dane.   

“La tendencia al envejecimiento y la reducción del número de habitantes plantean grandes retos. El declive demográfico no solo amenaza la estabilidad de las superpotencias militares, sino que también les causa desabastecimientos vitales e inflacionarios como sucede, por ejemplo, con los alimentos. La disminución de la población económicamente activa reduce los ingresos que el gobierno obtiene por los impuestos lo que reduce su capacidad para financiar alimentos, pensiones y servicios sociales esenciales”.

“Así pues, la demografía puede ser una fuente de inestabilidad interna tan fuerte como lo pueden ser las recesiones que con frecuencia sacuden a estos países. El aumento acelerado de la población es tan desestabilizante como la declinación poblacional”.

“En este sentido, la revista británica The Economist alerta sobre “una tragedia demográfica se está desenvolviendo en Rusia. En los últimos tres años ha perdido el país 2 millones de habitantes más de los que ordinariamente hubiese perdido a causa de la guerra, las enfermedades y el éxodo. La expectativa de años de vida en Rusia está al nivel de Haití”.

“Naturalmente, la situación demográfica de Rusia, que ya era mala, ahora ha empeorado por culpa de la guerra en Ucrania. Según las agencias de seguridad de Estados Unidos y Europa, entre 175.000 y 250.000 soldados rusos fallecieron o fueron heridos en 2022. Y entre 500.000 y 1 millón de rusos, principalmente jóvenes y con buenos niveles de educación, se han exiliado en otros países. La guerra y la fuga de capital humano se añaden en Rusia a problemas crónicos como los del envejecimiento, bajas tasas de natalidad y fertilidad, alta mortalidad infantil, baja calidad del sistema de salud y letales niveles de adicción al tabaco, el alcohol y las drogas”.

“Independientemente de la pandemia, China ha venido enfrentando un sostenido declive demográfico. En 2022 solo hubo la mitad de los nacimientos en relación con los nacidos seis años antes. Esto se debe, en parte, al éxito de la política de “un hijo por familia” que el gobierno de Pekín impuso en 1980 para limitar el aumento de su población. En 2015 el gobierno abandonó esta política ya que ahora a los líderes chinos no les preocupa el aumento de la natalidad sino su declinación. La población en edad de trabajar ha venido disminuyendo desde hace 8 años y la preocupación por esta tendencia se ve exacerbada por la anémica economía china, 2022 fue el peor año de crecimiento de China desde 1970”.

Este artículo continuará la semana entrante analizando las oportunidades para Colombia tras las caídas en la población de grandes potencias industriales y militares.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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