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Juan David Escobar Valencia

Una de las características de los comunistas, que ahora se hacen llamar “progres” para despistar, es asegurarse del empobrecimiento de la población, pues cuando la gente mejora sus condiciones de vida por ella misma, no grita ¡Socialismo o Muerte! ni vota por ellos.

Nada mejor que la gente aguante hambre para que dependa del Estado monopólico dirigido por barrigones revolucionarios, lo que históricamente se repite en los modelos comunistas. Recuerden las hambrunas carnetizadas de Rusia, China y Cuba.

Como el comunismo mata las pocas neuronas sobrevivientes de quienes creen en esos embustes igualitaristas que se aprovechan de la ignorancia y envidia de ciertos ciudadanos, cuando se agravan los problemas generados por dicha ideología fallida, saltan los genios del progresismo a proponer soluciones idiotas que pretenden culpar a la economía de mercado y no a las estupideces comunistas.

Miremos un ejemplo cercano. En septiembre de 2013 la dictadura narcocomunista venezolana seguía enfrentando fracasadamente las catástrofes que el socialismo del siglo XXI le produjo a la Cuba continental. Aunque la única abundancia en Venezuela es la carencia de todo, también se agravó la escasez de papel higiénico. Entonces el presidente del Instituto Nacional de Estadísticas, Elías Eljuri, discípulo de la absurda corriente progre del “decrecimiento”, tan de moda ahora en los otrora predios de la casa natal de Antonio Nariño, dijo que era porque: “Definitivamente la gente está comiendo más”. Pues no se rían mucho porque estamos viendo por estas tierras a alcaldes y ministros con las mismas “genialidades”, y veremos más si se vota mal en las próximas elecciones de octubre.

No crean que el hambre y el fracaso social de los regímenes comunistas es solamente “mala suerte neuronal”. Es algo premeditado y planeado, así el discurso oficial repita que están haciendo el cambio para “vivir sabroso”. En Venezuela entre 2004 y 2015 el consumo anual per cápita de carne pasó de 61.5 a 52.3 kilos. De pescado, de 19.6 a 13.2. De leche, 27.3 a 18.2. De cereales, de 93.3 a 66.27. De tubérculos, de 50.8 a 41.4. De leguminosas, de 20.8 a 13. De hortalizas, de 39.7 a 31.2.

De 2004 a 2017 el consumo de sal pasó de 3.28 a 0.55 kg, pero es que hay otras formas de estar “salado”. Estos son solo algunos de los efectos típicos del “Socialismo y Muerte”.

Algunos dirán que “eso no va a pasar aquí porque Colombia es distinta”, así como creyeron que no ganarían las elecciones quienes las ganaron. Este país evitó por décadas el contagio comunista, pero finalmente la delincuencia y la estupidez colectiva derrumbó el dique que lo contuvo, y como cuando falla una presa, el daño no se manifiesta como un aumento gradual del caudal del río sino como una avalancha de hambre y pobreza, que es lo que precisamente necesitan los comunistas con ánimo de lucro para ellos “vivir sabroso”.

P.D.: ¿Cuánto le costó el último mercado y el “feliz regreso al colegio” de sus hijos? .

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 23 de enero de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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