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Juan David Escobar Valencia

Mis primeras visitas a EE. UU. no iniciaron de manera agradable porque mi apellido y lugar de nacimiento provocaba una mirada inquisidora de los funcionarios de inmigración. Pero, además, en esa época había un delincuente prófugo con un nombre casi igual al mío, a quien le debo haber conocido sitios poco gratos de aeropuertos estadounidenses.

Es una desgracia para una persona, incluso un país, que alguien lejos de cualquier proceso futuro de beatificación se llame de igual manera, y por eso ofrezco disculpas a la nación gala por todos los “tocayos y tocayas” que no ayuden a acrecentar el orgullo de Francia.

Me da pena que, a este lado del Atlántico, alguien con el mismo nombre de la tierra de los franceses y con aspiraciones de representar a los colombianos en la rama ejecutiva tenga una “sabrosa” interpretación sobre lo que es correcto y lo que no, y sus concepciones ideológicas marxistas le autoricen a relativizar lo que no puede serlo de ninguna manera, especialmente la “corrupción”, que, aparentemente, es uno de los pilares de sus propuestas.

¿A qué verbo cree usted que corresponde la acción de tomar para sí lo ajeno o apropiarse de lo que no le corresponde?

Es que el marxismo, además de matar las neuronas, tiene un extraño efecto sobre conceptos que no tienen posibilidad alguna de ser relativos. Para los socialistas del siglo XXI, robar es “democratizar”, despojar a otro de sus propiedades o derechos es válido dependiendo de si su cuenta bancaria es abultada o no, y robar poquito no es robar porque otros roban más. Para los comunistas, los corruptos son solamente quienes desfalcan al Estado en grandes cantidades y no los que se quedan diez años sin graduarse en la universidad pública, que pagamos todos; quienes se conectan ilegalmente a los servicios públicos que subsidiamos otros; o las “pobres viejecitas” que “accidentalmente” resultan beneficiarias de subsidios que no les corresponden, quitándole la oportunidad a quien sí lo merece y necesita.

Entre los multimillonarios comunistas que aspiran a la presidencia, supuestamente para defender a los pobres, es larga la lista de falsos argumentos para disfrazar de bondad lo que simplemente es un delito. Que secuestrar es “retener”. Que el narcotráfico no es un delito, sino una “actividad conexa a la rebelión”. Que no buscan impunidad a cambio de votos, sino “perdón social” para corruptos. Que los vándalos de los bloqueos no asaltan tiendas, sino que “facilitan el acceso” a comida, y “televisores de primera necesidad”, a los menos adinerados. Que quitarle a los que sí tienen no es robo, sino “redistribución fast track”, justificado porque, seguramente, ellos debieron haber robado previamente y, gracias al “derecho a la igualdad”, los saqueadores también pueden hacerlo porque robar es una “manifestación disruptiva de desobediencia civil”.

Napoleón decía que “los franceses se quejan de todo, y siempre”. Esperemos que no se ofendan y no nos pongan una demanda bien “sabrosa”.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 02 de mayo de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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