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Pedro Aja Castaño   

Cada uno de nosotros es el ‘lector’ de su propia vida, una parábola de profundos significados que se nos revelan en imágenes sencillas desde la eternidad, pero que se leen en el tiempo mediante diferentes ‘lenguajes o narrativas’, interesantes, desconocidas, misteriosas. El problema es que la gente se concentra en la narrativa y descarta la VERDAD que es aceptada o negada según sea el caso. Uno que ha diferenciado narrativa de verdad ha sido Manel Monteagudo como veremos más adelante y entenderemos por qué.

Cada época tiene su propio método de lectura para los males, bienes y servicios de este mundo, que es la hipnosis peculiar de cada quien. Actualmente, el mundo está tratando de entender la parábola del virus. Es una nueva versión de “Dale a Dios lo que es de Dios; y al César, lo del César.” Que hoy se está leyendo con algo así como: “Démosle al virus la credibilidad que merece en sus justas proporciones; y a Dios el agradecimiento de estar vivos, y preguntarnos por qué y para qué nos dio el regalo de la vida que lo incluye todo, hasta la solución de los problemas.”

Pero la dificultad de discernimiento estriba en que hay muchos dioses, lectores con autoridad y diferentes estilos o pretensiones de la VERDAD VERDADERA, mientras una supuesta élite de mortales y falibles infelices planea una nueva revelación de la existencia, dicen.  Uno de ellos propone: “Dame todo y serás feliz”, como si fuera Dios. En cambio otro de sus miembros, ya fallecido, de esa élite perenne que arma todos los líos de la historia, Aldous Huxley, nos hizo la revelación de lo que en realidad no pueden dejar de hacer.

UN MUNDO FELIZ (En inglés Brave New World) fue la distopía propuesta por el británico en 1932 en la que anticipaba el desarrollo de la tecnología reproductiva, cultivos humanos, hipnopedia, manejo de las emociones por medio de drogas que, combinadas, cambiarían el manejo de la sociedad. (En el 2021, además de drogas, hay armas psicotrónicas de control mental y una tecnología que deslumbra.)  La humanidad estaría dividida en castas donde cada uno sabría y aceptaría su lugar en el engranaje social, saludable, avanzado tecnológicamente, y libre sexualmente. La guerra y la pobreza habrían sido erradicadas (según algunos esta sería una de las proezas del anticristo para aspirar a la adoración universal) y todos seríamos  permanente felices. Sin embargo, la paradoja es que todas esas cosas se alcanzarían tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, el avance de la ciencia, la literatura, la religión, la filosofía y el amor.

Huxley ‘consagró’ el consumo de alucinógenos con su ensayo “LAS PUERTAS DE LA PERCEPCIÓN” escrito en 1954.  En 1956 publicó como ensayo complementario CIELO E INFIERNO; y en 1977 salió a la luz MOKSHA un compendio de sus obras acerca de las drogas alucinógenas. Los jipis lo acogieron como el profeta de una revolución subversiva de la cultura. En su obra describe sus experiencias alucinógenas mediante la ingestión de mezcalina. A Colombia no la trajo Huxley sino un conspicuo boricua. Esto nos cuenta Roberto Llanos Rodado:

“El novel empresario artístico señala que el viaje por la vía de La Cordialidad era placentero, con Daniel Santos más bien callado, extasiado, contemplando el verdor del paisaje de aquella época. De pronto rompió su silencio: “Yo nece­sito algo, el Camell y el Kool (marcas de ci­garrillos) son de gen­te aristocrática. Yo fumo es otra cosa”. A sabiendas por donde iba la cosa, Roberto Esper afirma que le dijo, “Frentéeme, ¿qué necesita?”. “A mí me gusta es fumar ma­rihuana”, respondió Daniel sin espabilar. Para satisfacer cual­quier necesidad del artista, Esper le ha­bía dispuesto un ‘secretario’, con el que cree se entendió en esos menesteres.”

Y la vaina se empezó a poner ‘in’, a pesar de que en aquella época (1953) la yerba se la asociaba con el delito, no con lo recreativo, como se hace hoy. Un insulto gravísimo era llamar a alguien marihuanero.  Al tipo lo llamaban ‘El Jefe’’ y cantaba los boleros más hermosos de la época. Más adelante, ya ‘adultos’ en el vicio, a muchos se les dio por el yagé con la supervisión de chamanes buscando, supuestamente, una experiencia religiosa. Finalmente supimos que miles de jóvenes pelearon en Vietnam, no por la defensa de la democracia, sino nublados por la droga. Después el asunto se volvió negocio con la marihuana y la cocaína convirtiéndose en tragedia universal.

Sin embargo, William Blake (1757- 1827)  inspiró todo este berenjenal con su obra EL MATRIMONIO DEL CIELO Y EL INFIERNO. Porque el poeta logró ‘encarretar’ a los muchachos de su época y al resto del mundo con esta cita famosa: “Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna.” Y lo afirmó orondo como si eso hubiera sido algo de libre elección. ¿Entienden ahora por qué la izquierda nos acusa a los de la derecha que somos de la caverna? Copietas inmaduros. Y nos llaman cavernarios porque no metemos vicio y  sabemos que las puertas de la percepción moral se limpian de otra manera, mucho más difícil que la droga. Y  a toda esta estupidez se la ha llamado ‘liberación,’  tiene prestigio cultural y se vende. ¿Por qué no lo vemos? Por una especial hipnosis del alma mediante el embotamiento de los sentidos y la inteligencia  

Y no sé si alguien del Foro Económico Mundial, ha querido mejorar la versión de Aldous Huxley, pues   en el 2021 nos propuso: “En el 2030 no tendrás nada y serás feliz.” Sin embargo, estos locos no saben que, como parte de la vida multifacética  que somos, también lo es nuestro cerebro que, para la FELICIDAD, identifica muchos más SENTIDOS   que no son parte de un sistema económico que promete una felicidad abstracta, siendo que la felicidad de cada quien es muy peculiar. Porque además de los sentidos para lo físico, existen muchos para discernir lo intangible. Entre ellos   el   SENTIDO DE PROPIEDAD  que es uno de los factores que nos da identidad humana y que viene funcionando desde la época de las cavernas. Nadie prestaba su hacha para rajarle el cráneo al enemigo.

Por otra parte, además de los sentidos de la vista, audición,  olfato,  gusto,  tacto, los neurocientíficos identifican  actualmente, PARA LA FELICIDAD,  además de ciertas experiencias fisiológicas diarias, ineludibles y prosaicas,  las de calor o frío, placer o dolor, conciencia corporal;    los sentidos de los estados de ánimo asociados con el color y otras variantes placenteras, como el  sentido de la temperatura. Además, los sentidos del sentimiento: sensibilidad a la gravedad, la presión del aire y del viento y el movimiento. Los sentidos químicos para lo hormonal, como las feromonas, y la multitud de combinaciones químicas; sentidos que nos alertan sobre el hambre de comida, el agua o el aire. Los sentidos mentales: dolor, externo e interno, angustia mental o espiritual; sentido del yo, incluida la amistad, el compañerismo y el poder; la capacidad psíquica que nos alumbra el camino hacia Dios. Todo esto lo agrupó un sabio en un concepto: LA SENSOCONSCIENCIA INTERNA, EXTERNA  UNIVERSAL Y MORAL. No sé si se refería a Dios.

Por otra parte, debido a que la vida en el mundo "desarrollado" es ahora tan confinada, nuestros sentidos tienen poco que hacer y, en consecuencia, se atrofian o se vuelven demasiado sensibles, lo que a su vez afecta  a muchos con  las dolencias comunes de la existencia actual, como el estrés, la ansiedad y la depresión. Por lo tanto NINGÚN SISTEMA ARTIFICIAL  puede remplazar el SISTEMA HOLÍSTICO  de la vida.

Estamos en esas. Entonces   ¿en qué ‘libro’ buscamos para  entender lo que ocurre,   para asumirlo, y procurar   ser felices,  en medio de desafíos y pruebas? Una primera tarea es comprender por qué estamos aquí. ¿Qué pasa después de la muerte como parte de la verdad? ¿O sencillamente nada ocurre?  ¿Cuál es la lección fundamental que debemos asumir  con ‘nuestra’ verdad y por qué difiere de la ‘verdad’ de los otros?

Esta última pregunta es el meollo del asunto porque se refiere al DESTINO INELUDIBLE DE APRENDER PARA SALVAR NUESTRA ALMA ¿Cómo aprendemos? De múltiples maneras. En nuestro siglo 21, digamos que aprendemos con bibliotecas, libros, bibliotecarios, profesores, tecnología, medios de comunicación. Y el tema puede ser nuestra vida personal, el mundo, la patria, nuestra salvación eterna. Pero… ¿quiénes son los profesores calificados y el ‘texto’ de esta última materia?

El texto es la vida; y los ‘profesores’ son nuestros padres en principio y después nuestros actos.  Supuestamente aprendemos como seres ‘civilizados’, pero resulta que nuestra ‘verdad civilizada’ en vez de liberarnos nos está destruyendo y  todavía creemos que la lógica y la razón salvan, cuando lo que en realidad salva es la INTENCIÓN DE SALVAR que proviene del corazón. Por eso Pascal decía: “Hay razones del corazón que la razón desconoce.” Uno pensaría que hablaba de Dios, pues era creyente. Sí y no.

Porque a  la luz de las neurociencia lo de Pascal confirma la genialidad de su mente y, por supuesto, de su corazón. Se adelantó cuatro siglos a la comprensión del corazón como órgano neurosensible, dotado de neuronas y de un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40 mil neuronas, lo que al parecer permite al corazón tomar decisiones y pasar a la acción “sin consultar” al cerebro frontal, el sabihondo.  Así, Blas Pascal representa  el genio del pensamiento sensible y del corazón razonable, mediante la conjunción de los máximos logros del pensamiento científico, de la construcción mística y del modo de amar del siglo XVII.

Porque quizá Pascal se había dado cuenta de lo que sabemos hoy con certeza; que la lógica que  crea los programas de computadores también produce los virus que los destruyen. Pero no aprendemos, porque la BUENA INTENCIÓN viene del corazón  si cultivamos cierto grano de mostaza. ¿Y cómo está nuestro corazón? Corrompido, confundido, hipnotizado, según la descripción de Huxley, porque actualmente la sociedad que experimentamos es la ÚNICA NARRATIVA que conocemos. ¿Cómo puede ocurrir eso? Porque nos identificamos con el ESTADO DE CONCIENCIA  que cada quien crea todos los días. El estado de conciencia es lo normal; y lo normal es la verdad interior, la única que cada quien tiene y en la que cree como única certeza. Aquí está la prueba de Manel Monteagudo como la anunciamos en el primer párrafo.

El español que se transformó de guerrero en poeta  y hoy escribe poemas gracias a una experiencia única, siendo soldado en la guerra de Irak,  tuvo un accidente en un barco  el 28 de febrero de  1979, cuando cumplía  22 años; estuvo en estado vegetativo más de 35 años cuando  despertó el 15 de octubre de  2014, con 58 años.. Cuando despertó nos cuenta: “Vi que una mujer con el pelo canoso se tiraba encima de mí, llorando. Tardé en darme cuenta de que era Conchi, mi novia. No la reconocía.”

Conchi que lo cuidó durante 35 años en su casa SABÍA CON CERTEZA   que despertaría a pesar del pronóstico médico que negaba esa posibilidad. ¿De dónde provenía la CERTEZA, la fe inamovible de Conchi? De nada objetivo y contra todas las probabilidades, porque provenía de otra realidad en la que muchos no creen porque han cerrado las puertas de la percepción espiritual.

Por su parte la inamovible ‘realidad’ de Manel, era el escenario de sus 22 años de vida que creó el ESTADO DE CONCIENCIA en el que creía firmemente que era la VERDAD FUNDAMENTAL DE SU VIDA en el momento en que esta se apagó. Con ese estado de conciencia entramos a la muerte real.  Por eso cuando se vio al espejo, de 58 años, la realidad fue abrumadora: ¡No soy yo! Gritó. Manel no recuerda NADA de su estado vegetativo porque la COMUNICACIÓN entre su cerebro y su conciencia estaba dañada. Por algún motivo se restableció la COMUNICACIÓN para premiar el AMOR  de Conchi y sus dos hijitas que le acariciaban el rostro y le pidieron incesantemente  a su ‘papito’  durante 35 años que despertara ¿Cuál es la lección? La fe verdadera que proviene de Dios debido al amor por los otros, mueve montañas. Con sus actos Conchi no dejó morir el grano de mostaza de Dios, el estado de conciencia que nos salva de verdad.

¿Y qué aprendió Manel y podemos aprender nosotros? Así como Manel se sorprendió de la realidad de su rostro de 58 años, al creerse y sentirse de 22, también se sorprendió de la tecnología. ¡Pero QUEDÓ ABRUMADO de ver la degeneración moral! Esta   seguramente existía en 1979 pero no la discernía por la ‘SUTILEZA DE LO NORMAL’.  Por lo que  no nos sorprendemos de creernos  ‘buenos’ o ‘malos’, debido a que nos identificamos con nuestro estado de conciencia ‘normal’, rutinario,  creado a base de acuerdos sociales, mentiras, ventajas, cosas buenas y malas, etc. A este estado de conciencia lo llamamos SER PARTE DEL PAISAJE.  El destino de Manel rompió esa hipnosis  mediante la prueba objetiva del espejo físico. ¿Cuál es esa prueba durante nuestra vida? La OBJETIVIDAD DEL ESPEJO DEL BIEN REFLEJADO EN LOS 10 MNDAMIENTOS que no podemos negar. Sin embargo, la SOBERBIA  nos ha hecho creer  que el BIEN REAL es una narrativa personal; un asunto de opinión.

Pero después de la vida,  nos veremos tal cual  somos en realidad por dentro. Sin embargo,  hay una promesa divina que no sabemos cuándo se cumplirá en la que en una noche oscura podremos saber cómo nos ve Dios embadurnados de pecado porque nos mostrará todo lo que hemos negado y cómo nos vemos con ese vestido horroroso que se puede limpiar mediante el arrepentimiento.

Porque la ‘normalidad hipnotizadora’ surge, no de una verdad, sino de una rutina con el pecado. Por lo tanto, después de esta vida quizá no nos veamos tan buenos como creemos ser; sino más bien,  tirando a regular; y no malos, como nos disculpamos a nosotros mismos, sino monstruosos, porque en esa dimensión lo que era invisible para los sentidos del cuerpo, se vuelve visible para los ‘sentidos’ del espíritu. Y ahí no hay maquillaje, ni salón de belleza que valga. Somos lo que en realidad somos. ¿Qué podemos hacer?

Buscar y adoptar una GUÍA DE VIDA  basada en el bien y cumplirla a raja tabla, con honestidad radical con Dios, nosotros mismos y los otros. Difícil, pero no imposible. Nos lo enseñó Conchi con su grano de mostaza que se debe concretar en el deseo de salvar el alma con la ayuda de Dios y nuestro esfuerzo permanente como lo hizo Conchi con su amado.  ¡PORQUE PARA SALVARNOS HAY QUE AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS, AL PRÓJIMO, Y A NOSOTROS MISMOS!

Publicado en Columnistas Nacionales

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