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COLOMBIAN NEWS

30 de enero de 2022

1.   El socialismo devastador de Piketty

2.   La leyenda Piketty

3.   Piketty, nueva polémica ficha de campaña de Gustavo Petro

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El socialismo devastador de Piketty

Por Eduardo Mackenzie

https://twitter.com/eduardomackenz1/status/1487853154704125956

Periódico Debate, Bogotá

http://www.periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/32489-el-socialismo-devastador-de-piketty?utm_source=feedburner&utm_medium=email

La Linterna Azul, Bogotá

http://www.lalinternaazul.info/2022/01/31/el-socialismo-devastador-de-piketty/

29 de enero de 2022

Gustavo Petro dice que encontró la varita mágica para acabar con la “desigualdad” económica en Colombia. En su cuenta twitter el candidato socialista aseguró que el célebre investigador francés Thomas Piketty asesorará su gobierno en caso de victoria electoral y que con él buscarán “la producción y la equidad” en Colombia.

Pero las ayudas de Piketty a los partidos de izquierda son flor de un día y, en todo caso, los resultados de sus prescripciones son nulos.

No es la primera vez que Petro pide la ayuda de Piketty. El autor de Le Capital au XXIe siècle  (1) acompañó un tiempo a Petro en la campaña de 2018. Piketty es conocido por su énfasis en un tema particular: el aumento de los impuestos como remedio ante “la desigualdad” económica de las sociedades. Su retórica progresista  tiene un solo eje: lograr una “globalización más equitativa” gracias al aumento drástico de los impuestos sobre todo de los mejores salarios y de los ingresos de los más ricos.

Sus ideas tienen poco éxito en el mundo real. En 2012, Piketty fue el artífice de la gran reforma fiscal que el presidente François Hollande había prometido llevar a cabo a su llegada al Elíseo y que abandonó sin pena ni gloria. En 2017, Piketty apoyó al socialista ultra minoritario Benoît Hamon y dijo compartir criterios, en esa misma época, con el progresista Emmanuel Macron que ganó la presidencia de la República. Pero después rompió con este último por no querer restaurar el impuesto a los más ricos (ISF) y limitarse a crear un impuesto sobre el patrimonio inmobiliario (IFI).

Mientras se dedicaba a redactar sus bestsellers, Piketty asesoró fugazmente a otras fuerzas políticas radicales. El 2015,  le prometió al partido extremista Podemos redactar, con un “comité internacional de expertos”, un “plan global de lucha contra la pobreza”. Su plan no disminuyó un ápice la desigualdad en España.

En realidad, como lo confesó en su libro ulterior Capital e Ideología, publicado en septiembre de 2019, su objetivo no es reducir las desigualdades sino “superar el capitalismo”.

Piketty retoma viejos esquemas leninistas y los presenta como descubrimientos: su prédica sobre el “socialismo descentralizado participativo y autogestionario”, condimentado con impuestos del 90% sobre el capital, no es otra cosa que la vieja consigna marxista de abolir la propiedad privada de los medios de producción.

Eso es lo que intenta hacer Gustavo Petro con la economía de Colombia, sin decirlo abiertamente.

El famoso “socialismo autogestionario y descentralizado” fue  aplicado por la Yugoslavia de Tito y eso nunca sacó a ese país de la miseria. Hugo Chávez y sus grotescos sabios económicos de Podemos cayeron en la misma impostura y ya conocemos el resultado: la destrucción económica de Venezuela, un rico país petrolero.

El núcleo conceptual de la ciencia de Piketty es, en realidad, un viejo postulado socialista: que el capitalismo amenaza el buen funcionamiento de la democracia y que solo el igualitarismo puede frenar ese proceso. En una entrevista con la revista Le Nouvel Observateur, sobre ese tema, un  profesor de la Sorbona y discípulo de la escuela liberal austriaca,  François Fracchini, explicó que “no es el capitalismo el que amenaza el buen funcionamiento de la democracia, sino el socialismo”. Y agregó: “De hecho, los pensadores anticapitalistas, como Karl Polanyi o los marxistas, imaginan que el capitalismo sacrificará siempre la democracia en el altar de los intereses de clase, que el régimen evolucionará forzosamente hacia el fascismo para proteger a los poderosos y que solo una buena dosis de igualitarismo ideológico puede frenar su declive”. Fracchini concluyó: “Históricamente ha ocurrido más bien lo contrario: los totalitarismos han buscado sobre todo destruir el capitalismo adoptando formas más o menos cercanas al socialismo o al corporativismo”. Y la democracia  fue siempre la primera víctima.

Un detalle que muestra la incoherencia, para no decir la ignorancia, de Gustavo Petro en materia económica es que en su encuentro con Piketty el senador planteó reducir la desigualdad en Colombia y alcanzar un crecimiento “similar al de Corea del Sur”. La prensa no dijo qué le había respondido Piketty, pero lo cierto es que la Corea del Sur nunca llegó a su nivel de industrialización y prosperidad actual acudiendo a las fórmulas de Piketty de tasas e impuestos de 90 %.

Por otra parte, el modelo de Corea del Sur es difícilmente adaptable en otras latitudes, pues su éxito, que solo es relativo (el PIB per capita es más alto en Japón, Taiwán, Hong Kong y Singapur), es el resultado de coyunturas políticas y militares particulares.

Al finalizar la guerra de Corea, la parte norte heredó las fábricas, minas e hidroeléctricas. El sur, de economía pastoril, desde 1961 y en plena guerra fría, quedó en manos de una junta militar dirigida por Park Chung Hee quien recibió de Estados Unidos una ayuda considerable: asistencia técnica y financiera, contratos, absorción de sus exportaciones, etc. La base industrial actual fue el resultado de esa evolución. Corea del Sur también se benefició mucho de su cercanía con Japón.

Hay que decir que el primer impulso económico de Corea del Sur  fue diseñar un plan de sustitución de importaciones --como el que quiere Petro-, pero esa vía fracasó. El plan nuevo fue estimular las exportaciones mediante incentivos tributarios y baja de las tasas de interés. Pero no era el Estado quien decidía qué producir y qué exportar: era la empresa privada la que decidía esas cosas. El sistema capitalista nunca fue eclipsado allí por la planeación nacional. Así lograron índices de crecimiento del 30% en algunos años.

Nada de eso tiene que ver con los esquemas socialistas de Piketty.

Hoy Corea del Sur invierte en educación y, sobre todo,  en formación profesional y se esfuerza por reducir el gasto público. Empero, hay un cuello de botella que obstaculiza el salto de ese país a un mayor crecimiento. Los conglomerados empresariales e industriales que fueron creados durante el periodo de dictadura militar --la cual terminó apenas en 1987--, mantenían bajos los salarios mediante la represión de los sindicatos y hoy frenan el auge de las empresa emergentes, de la innovación y del capital de riesgo. Y la tecnología sigue siendo la que suministra Estados Unidos, Europa y Japón.

¿Podría Colombia dotarse de una estrategia de desarrollo acertada y superar su atraso económico relativo aplicando esquemas marxistas recalentados? No lo creo. Si el “milagro coreano” puede servirnos de ejemplo, lo primero que hay que hacer es avanzar y consolidar la libertad económica, política y social, y descartar definitivamente las propuestas de planificación central de tipo comunista que, desgraciadamente, la izquierda colombiana y el progresismo,  sin excepciones,  preconizan.

(1). —Ver La leyenda Piketty, por Eduardo Mackenzie, 24 de febrero de 2015.

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La leyenda Piketty

Por Eduardo Mackenzie

24 de febrero de 2015

El Capital en el Siglo XXI,  de Thomas Piketty,  publicado en Francia en septiembre de 2013, se vendió muy bien. El célebre economista ganó, en pocos meses,  tres millones de euros por esas ventas, sin contar con los otros ingresos que le dejaron una gira que hizo en Asia y las otras traducciones. Piketty, quien detesta a los ricos,  se enriqueció de manera espectacular con ese libro. Todo un “big deal”.

El éxito de Piketty no fue inmediato. Solo cuando el mundo académico y mediático anglo-norteamericano empezó a lanzarle elogios, en abril de 2014,  las ventas se dispararon en Francia.

El libro se vendió muy bien pero no fue muy leído. Los datos de utilizadores de Kindle de Amazon y el Índice de Hawking constataron eso.  El libro es poco leído pues es un pesado mamotreto de 960 páginas en la edición francesa (y 700 en la inglesa), lleno de cuadros estadísticos, curvas matemáticas, etc.

La izquierda norteamericana, sobre todo el Partido Demócrata y Barack Obama, embarcados desde entonces en una campaña electoral prematura en vista de las elecciones presidenciales de 2016, utilizaron el libro de Piketty para fustigar a sus adversarios republicanos. El bombo que le dieron al libro venía de allí.

Empero, el libro de Piketty no es una obra científica. Es más bien el trabajo de un ideólogo,  de un doctrinario socialista que trata, mediante  la acumulación de enormes datos estadísticos de varios países (recogidos durante años por los alumnos de la Escuela Nacional de Economía de Paris) de edificar una nueva religión universal: el pikettismo.

El periodista Frédéric Georges-Tudo, autor de un libro intitulado Piketty au piquet! (¡Piketty a la picota!) resume así la tesis central de Piketty:

1.- En los últimos años, los ricos aumentaron su riqueza sin ninguna justificación, en proporciones indecentes.

2.- Durante ese tiempo, el resto de la población no ha crecido y se ha pauperizado.

3.- Si los Estados no reaccionan rápidamente gravando los ingresos de los ricos  y sus capitales con tasas más altas (léase con tasas confiscatorias) las desigualdades van a aumentar hasta convertirse en insostenibles.

El teorema de Piketty  apunta contra el 1% de las personas más pudientes dentro de un país, pero también dispara contra el 10% y hasta el 20% de la parte alta de la pirámide social. Para Piketty, ex asesor del presidente François Hollande y de Segolène Royal, cuando fue candidata presidencial socialista,  el diablo moderno es encarnado por  el club de los que integran el 0.1% y el  0.001% de la cúspide de la pirámide social. Piketty, en cambio, poco se interesa por tratar el tema de cómo esas fortunas fueron constituidas. Para él solo hay una cosa: esos ingresos son enormes y por eso son dudosos y moralmente condenables.

La metodología caprichosa de Piketty, sus errores de cálculo y sus ajustes abusivos de cifras, así como el uso de datos sin fuente, y las graves consecuencias  de sus tesis (no sólo para los millonarios sino  hasta para las categorías sociales modestas), comienzan a ser denunciados por eminentes economistas anglosajones y franceses.

Los subterfugios econométricos de Piketty al descubierto

1.- A largo plazo, las tasas de rentabilidad del capital  (dividendos, plusvalías financieras, plusvalías inmobiliarias, intereses de créditos, antes de impuestos --lo que constituye la estrategia privilegiada por los ricos para enriquecerse) son muy superiores a las tasas de crecimiento de la economía  (de lo que depende el crecimiento de los salarios y el único medio de que disponen los no ricos para tratar de enriquecerse);

2.-  Al ser superior la rentabilidad del capital a las tasas de crecimiento de la economía, año tras año, el capital tiende a acumularse sin fin hasta concentrarse irremediablemente en las manos de un pequeño grupo de capitalistas que aumentan su riqueza sin hacer esfuerzo alguno (en gran parte gracias a la herencia);

3.-  Si los gobiernos no aumentan masivamente los impuestos para frenar ese movimiento natural hacia la gran concentración de la riqueza, las desigualdades aumentarán hasta su estado último donde una ínfima minoría se apoderará de la casi totalidad de las riquezas;

4.-  En el siglo XXI, el peligro es mucho más grande pues la lentitud de la demografía y de la innovación podría privar a Occidente de manera durable de un fuerte crecimiento económico.

5.- Como la fiscalidad es aliviada al final para las capas superiores, la tasa de rendimiento del capital después de impuestos se encuentra más elevada que nunca.

Esas tesis son desmentidas por los especialistas y consideradas como arcaicas. Si la hipótesis de la aceleración de la gran concentración de riqueza en pocas manos fuera cierta la pregunta que surge es por qué la humanidad no ha llegado todavía, tras haber pasado por periodos tan poco igualitarios como la Antigüedad y la Edad Media,  al estado último de esa super concentración.

Es falso que a largo plazo la fuerte rentabilidad del capital sea sostenida. Piketty estima que la rentabilidad del capital es siempre alta y sin riesgos. Eso hace reír a los conocedores. Marc Andressen, un inversionista norteamericano de renombre, afirmó: “Piketty parece creer que es muy simple invertir durante 40, 80 y 100 años y obtener siempre beneficios excepcionales. El problema es que él no explica nunca cómo ocurre eso. En verdad, los gestores de portafolio que conozco sudan la gota gorda al respecto. ¿Qué debo hacer? ¿Dónde encontraré la rentabilidad? Esas son las preguntas que todos nos hacemos”.

Para curarse en salud, unas páginas más adelante, Piketty dice lo contrario. Ante tales gambetas, el economista español Juan Ramón Rallo, exclama que el economista francés proclama como verdad una cosa y su contrario, es decir que: a): el capital se reproduce solo y de manera automática, lo que contribuye a su irrefrenable acumulación en las manos de cada vez menos beneficiarios; y b): el capital es altamente volátil e incierto como mecanismo  individual de acumulación de riqueza.

Juan Ramón Rallo rechaza también la teoría de Piketty de que la casta de los super ricos encontró un medio misterioso para escapar al riesgo.

El economista Frédéric Georges-Tudo recordó que el rendimiento del capital no está garantizado de antemano y que, por ejemplo, en 2013, mientras Estados Unidos registraba un crecimiento económico del 3,2%, no menos de 33 000 empresas se hundieron pues las reglas, contra lo que dice el apóstol francés del igualitarismo, son idénticas para todos.

Frédéric Georges-Tudo indicó que gracias al censo más reciente hecho en Francia se sabe que los ingresos de capital (arriendos, ganancias, dividendos, intereses) representaban en 2010 el 27% del ingreso nacional. Es decir, que esos ingresos de capital eran muy cercanos al de los años 1950. En 1860, agregó, ese porcentaje ascendía en cambio a 42%. Esas cifras, afirma, son parecidas a las de Estados Unidos. Y concluye que “en una Europa que ha conocido un boom económico gigantesco en los últimos 200 años, es por el contrario sorprendente ver que los ingresos de capital son inferiores en 3 puntos a los de 1820”.

Piketty no tiene en cuenta los mecanismos de redistribución

Piketty afirma que después de las dos guerras mundiales que deprimieron los grandes patrimonios y permitieron la emergencia de una clase media, las desigualdades volvieron a acentuarse y que los ingresos en Occidente volvieron al mismo nivel que tenían la víspera de la primera guerra mundial, es decir que  el 1% de los más ricos acapara más del 20% del total de los ingresos (contra menos del 10% al comienzo de los años 1980). Agrega que el 1% de los más ricos durante ese periodo aumentó la captación del ingreso nacional, en estas proporciones:

En Gran Bretaña: pasó del 6 al 15%. En Alemania del 9 al 12%. En Francia, del 7 al 9%. En Suecia del 4 al 8%.

Piketty agrega que  la categoría del 1% de los más ricos controla hoy el 25% del total del capital en Francia (contra el 20% en los años 1970); el 30% en Gran Bretaña (contra el 20% en los años 1970) y el 34% en Estados Unidos (contra el 30% en los años 1970).

Esos datos son erróneos. Al analizar la desigualdad de los ingresos en  Estados Unidos entre 1910 y 2010 Piketty olvidó integrar las ayudas sociales diversas percibidas por las capas de la población menos favorecidas. Ese error digno de un aficionado juega un papel importante al momento de restar los impuestos de los ingresos primarios vertidos por las capas más favorecidas. Sobre esa base errónea Piketty saca la conclusión estigmatizadora de que el 10% de los más ricos pasó de menos de 35% del ingreso nacional en los años 1970 a cerca del 50% en los años 2000-2010.

Las ayudas sociales en Estados Unidos son dejadas de lado por Piketty. Sin embargo, esas ayudas son importantes en Estados Unidos (aunque menos altas que en Francia). En Estados Unidos, en 2013, la Social Security pagó 814 millardos de dólares por jubilaciones; pagó 772 millardos de dólares por seguros médicos (Medicare para los mayores de 65 años, Medicaid para los más pobres, y CHIP para los niños pobres); pagó 398 millardos de dólares por ayudas diversas a la población más pobre (EITC, Child Tax Credit, Food Stamps, shool meals, etc). El total de esas ayudas equivale al 12% del presupuesto federal americano, es decir una cifra gigante que Piketty dejó de lado en sus cálculos.

Tales “omisiones” (algunos dirían mentiras por omisión), llaman la atención de algunos universitarios norteamericanos. Richard V. Burkhauser, profesor de la Cornell University,  basado en los datos mucho más completos del Census Bureau  que los utilizados por Piketty (del Tax return del Internal Revenue Service, IRS) respondió que, incluso si no se toman en cuenta las cifras del Medicare ni del Medicaid,  los resultados reales son muy diferentes.  Frédéric Georges-Tudo cita a Burkhauser: “La parte del decilo superior pasa tres veces del 30 al 32% entre 1979 y 2007 (y no del 34 al 50% como afirma Piketty)”.

Más elocuente. Si se tienen en cuenta los datos estadísticos del Congressional Budget Office (CBO) el resultado es aún más claro: “Desde 1989 no se observa ningún aumento de la parte del decilo superior en el ingreso nacional.”

La encuesta trienal de la Reserva Federal dice que el decilo superior se contentó de una progresión de 3% de su ingreso medio entre 2004 y 2010 (y de 1% para el centilo superior) y que en ese mismo periodo, el conjunto de hogares se benefició de un aumento del 10%.

Las curiosas manipulaciones estadísticas  respecto de la supuesta explosión de desigualdad de los ingresos en Estados Unidos muestran a un Piketty más interesado en hacer política militante que en hacer econometría. Es muy curioso que Piketty haya escogido como fuente la menos completa del IRS y dejado de lado tres otras fuentes no menos oficiales (Census Bureau, CBO y la Federal Reserve).

Frédéric Georges-Tudo  recuerda que la parte del patrimonio en manos de la primera centilo (el 1% de los más ricos) como el primer decilo de la población (el 10% de los más ricos) no ha aumentado durante los 40 últimos años como pretende Piketty. Por el contrario, ha bajado.

Chris Giles, del Financial Times,  reveló que Piketty  calcula la tasa media de las riquezas poseídas por el 10% de los más ricos en 1870 en Francia, en Gran Bretaña y en Suecia sumando las tasas de esos tres países sin tener en cuenta la diferencia de talla de cada uno de ellos.  Giles desbarató la tesis de Piketty: “El efecto combinado de todos esos problemas es hacer subir artificialmente la concentración de riqueza en los últimos 50 años” cuando las mismas fuentes que utiliza Piketty “no parecen validar sus conclusiones”.

Los críticos de El Capital en el siglo XXI afirman que ciertos datos claves invocados por Piketty son extrapolaciones y no cifras que se encuentran en los documentos originales consultados. Por eso toda la tesis del libro en el sentido de que las desigualdades económicas nunca han sido tan fuertes como ahora  no convence.

Mervyn King, ex gobernador del Banco de Inglaterra, criticó el libro de Piketty. En un artículo publicado en el diario conservador británico Daily Telegraph, dice que Piketty al interesarse únicamente por el tema de las desigualdades deja de lado el hecho de que la economía de mercado ha permitido fabricar  riquezas y reducir la pobreza. Según King, las “predicciones de Piketty no son sino especulaciones”. No son sino un “ataque a la economía de mercado y al capitalismo”, digna de charlatanes.

Los datos utilizados por Piketty son, además, los ingresos antes del pago de impuestos, es decir antes de las transferencias sociales. Pues Piketty no tiene en cuenta los mecanismos de redistribución.

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Piketty, nueva polémica ficha de campaña de Gustavo Petro

El Heraldo, Barraquilla

https://www.elheraldo.co/politica/gustavo-petro-anuncia-una-ficha-clave-para-su-campana-el-economista-thomas-piketty-883163/

27 de enero de 2022

El precandidato presidencial anunció el apoyo del economista francés, quien llega como asesor para fijar políticas y propuestas que acaben con la desigualdad.  En las últimas horas se conoció un nuevo movimiento en el mercado de fichajes electorales. Se trata de un nuevo apoyo que anunció el precandidato presidencial Gustavo Petro y que, aunque no es nuevo, se convierte en una pieza clave para la campaña del aspirante más visible del Pacto Histórico.

Se trata del reconocido economista francés Thomas Piketty, quien ya había estado en el primer round de la contienda apoyando a Petro en 2018 y hoy se suma nuevamente a su campaña para apoyar las propuestas económicas del precandidato, las cuales han sido fuertemente criticadas en el país y por otros aspirantes presidenciales, pues las califican de “populistas”.

Piketty es un profesional reconocido en su materia. En Europa se destaca por ser uno de los principales expertos en materia económica y referente de la tendencia progresista. En 2013, el economista publicó su libro El Capital en el siglo XXI y desde ese momento, su publicación fue una base importante para dirigir las políticas económicas en la corriente de la izquierda.

El economista se ha concentrado en estudiar cómo poder solucionar la desigualdad, uno de los problemas que más preocupa a los Gobiernos de todo el mundo, especialmente de América Latina, propiamente en los países en desarrollo.  Por esta razón, Gustavo Petro decidió traerlo a su equipo. “Con Thomas Piketty charlando de economía. Vendrá a asesorar el gobierno en la búsqueda de la producción y la equidad”, afirmó el precandidato en su cuenta de Twitter. En la publicación se ve a Petro conversando con el economista y reunido además con su esposa e hija, quien lo ha venido acompañado en los debates electorales. Sin embargo, la llegada de Piketty para asesorar a Petro no cayó bien en algunos sectores, pues recuerdan que el economista francés ha defendido en diferentes oportunidades las corrientes socialistas para distribuir la riqueza en un país y dicha ideología ha sido fuertemente criticada en Colombia.

Incluso, el año pasado el economista lanzó un libro titulado ¡Viva el socialismo! En la publicación afirma que es momento de “superar” el capitalismo. Fueron varios temas los que conversó Petro con Piketty, pero sin duda uno de los más importantes fue plantear las posibilidades de reducir la desigualdad en un país como Colombia, siendo uno de los temas que más ha trabajado el economista durante su carrera.

Además, el senador de la Colombia Humana sostuvo que se trató la idea de que la economía de América Latina sea similar a la de Corea del Sur.   “Con Thomas Piketty hablamos del concepto del Capital en su obra, del trabajo estadístico del chileno Palma que pide a América Latina parecerse a la economía de Corea del Sur. Y de las posibilidades de una escuela de pensamiento económico en América Latina”, puntualizó. Y es que la carta fuerte del reconocido economista es que los ricos paguen más impuestos y los pobres, menos. Cerrar la brecha social, erradicar la inequidad y generar una economía pensada en los menos favorecidos ha sido el pilar de la carrera y publicaciones de Piketty.

Asimismo, en el marco de la celebración de los 70 años de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional, el economista fue claro al dibujar el escenario de la economía colombiana. A su juicio, el 10 % de la población del país concentra entre el 70 % y 80 % de la riqueza, mientras que el 50 % inferior apenas posee cerca del 1 %.     Piketty dejó ver cuál es su posición o su esquema para bajar la desigualdad de un país y aumentar la riqueza. En ese sentido fue partidario de establecer la educación y la salud como servicios gratuitos para la población, pues eso les permitiría tener  más ingresos para acumular un poco de riqueza. En todo caso, con este apoyo, Petro busca un respaldo de sus políticas y propuestas económicas que tanto ha defendido y que poca acogida ha tenido en varios sectores.

¿Piketty distorsionó estadísticas en su libro?

El libro de Thomas Piketty, 'El capital en el siglo XXI', publicado en el 2013, además de haber sido la sensación editorial de ese año, dio de que hablar luego de que el Financial Times publicara una dura crítica a los datos de dicho libro. Según una investigación del periódico británico, el economista francés se habría equivocado en las sumas sobre el aumento desproporcionado de la riqueza en las clases altas en los últimos años.

Los datos que sustentan el tomo de 577 páginas del profesor Piketty contienen una serie de errores que distorsionan sus hallazgos. El Financial Times  encontró errores y entradas sin explicación en sus hojas de cálculo. El tema central del trabajo del profesor Piketty es que las desigualdades de riqueza están regresando a niveles vistos por última vez antes de la Primera Guerra Mundial. La investigación socava esta afirmación, indicando que hay poca evidencia en las fuentes originales del profesor Piketty para confirmar la tesis de que una parte cada vez mayor de la riqueza total está en manos de los pocos más ricos.

El profesor Piketty proporciona fuentes detalladas para sus estimaciones de desigualdad de riqueza en Europa y EE. UU. durante los últimos 200 años. En sus hojas de cálculo, sin embargo, hay errores de transcripción de las fuentes originales y fórmulas incorrectas. También parece que algunos de los datos se seleccionan o construyen sin una fuente original.

Por ejemplo, una vez que el Financial Times  limpió y simplificó los datos, las cifras europeas no muestran ninguna tendencia al aumento de la desigualdad de la riqueza después de 1970. Un especialista independiente en la medición de la desigualdad compartió las preocupaciones del FT. Contactado en ese entonces por el periódico británico, Piketty dijo que había utilizado “un conjunto muy diverso y heterogéneo de fuentes de datos en el que uno necesita hacer una serie de ajustes a las fuentes de datos sin procesar”.

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Publicado en Politica
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