
Rafael Rodríguez Jaraba
Rafael Rodríguez-Jaraba*
Ningún oficio reviste mayor honor, dignidad, responsabilidad y autoridad, que el de un juez; su labor es esencial para el mantenimiento del orden, la libertad, y la seguridad jurídica y material de la sociedad, y su proceder, siempre en favor y defensa de la verdad, lo convierte en guardián de la justicia y garante de la equidad.
Rafael Rodríguez-Jaraba*
Es evidente que Petro sabe de pocas cosas, y está más que probado que de lo que menos sabe, es de economía. No se entiende como obtuvo un grado, y peor aún, como se lo otorgaron. Al parecer, solo aprendió el anacrónico y fallido modelo de “Economía Central Planificada”, bueno para sembrar ilusiones y esperanzas, y solo cosechar frustración, desengaño y miseria.
Rafael Rodríguez-Jaraba
Nunca antes como ahora, los colombianos se habían interesado tanto en la Constitución Nacional, ni advertido, lo consignado en ella, como tampoco, se habían percatado de la importancia del ordenamiento legal, del Derecho y de las Ciencias Jurídicas, todo, como resultado de la seria amenaza que se cierne sobre el Estado Democrático de Derecho y su Régimen Republicano.
Rafael Rodríguez-Jaraba*
Basta tan solo revisar los indicadores económicos consolidados del año anterior, para advertir el ínfimo nivel de crecimiento en que se mantiene la nación, no obstante, la moderación de la inflación, no como resultado de la política monetaria, cambiaria y crediticia, o de la intervención del Emisor mediante operaciones de mercado abierto (OMA), sino por el acomodo de las fuerzas del mercado ante la tendencia a la disminución de la demanda.
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No siendo poca la ineptitud, incapacidad e ignorancia de Petro, y de la casi totalidad de sus ministros y corifeos, el desgreño, el derroche y la corrupción en el gasto público, hace que su remedo de gobierno sea el más inútil, indelicado y perverso que haya tenido la nación.
Rafael Rodríguez-Jaraba*
Si bien la Constitución dispone que, en caso de grave perturbación del orden público que atente contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado, o la convivencia ciudadana, el presidente de la República con la firma de todos los ministros, puede decretar el Estado de Conmoción Interior, es necesario e imperativo que, la perturbación no pueda ser conjurada mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las autoridades de Policía.
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No existe duda que el pasado 28 de julio, el vejado pueblo venezolano declaró su Segunda Independencia; la Primera fue, del Reino Español en 1811, y la Segunda, de la Narco-Dictadura de Nicolás Maduro y su banda de delincuentes, entre ellos, políticos, militares, empresarios y contratistas.
Rafael Rodríguez-Jaraba*
La paz es un bien inestimable anhelado por todos que no le pertenece a nadie, y que no puede servir de mercancía política ni de pasaporte a la impunidad. Su consecución merece los mejores esfuerzos y empeños, pero sin llegar a comprometer la dignidad nacional, y menos, a quebrantar el orden constitucional; de no ser así, se seguirá alentando la violencia, la villanía y la criminalidad, como se hizo en el desgobierno de Juan Manuel Santos con el beneplácito de un Congreso fletado y de una Corte Constitucional politizada, la que antes que proteger la integridad de la Carta la violentó.
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