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José Manuel Acevedo 

Como si no fueran suficientes todas las niñas que abusó, se queja por no tener visitas íntimas.

Aalias Otoniel, el capo del narcotráfico, asesino de soldados y policías y violador serial de niñas, lo tienen recluido en los calabozos de la Dijín. Aunque han intentado al menos en 4 tutelas que le amplíen sus beneficios, le pongan televisor en su celda, le aumenten las llamadas telefónicas diarias y hasta le permitan contar con un asesor espiritual, por ahora todas las pretensiones han sido negadas. Los días pasan y al ‘patrón’ le han aparecido defensores hasta debajo de las piedras.

A cada rato hay alguien pidiendo que le den “garantías” a este reo. A la Dijín llegan solicitudes y derechos de petición invocando, por ejemplo, que lo dejen salir a trotar al aire libre, que le permitan la entrada de un estilista, que lo provean de limas y cortaúñas, y aparece, imagínense ustedes, sistemáticamente una solicitud: que lo dejen recibir visitas íntimas, porque al pobrecito de ‘Otoniel’ le hace falta satisfacer sus necesidades mínimas sexuales, esas mismas que lo llevaron a violar a cientos de niñas, porque las de 18 años le parecían “unas cuchas”; esas necesidades que hoy tienen a 113 menores recibiendo atención especial del ICBF y cuyas vidas están totalmente descompuestas.

Y no son dos ni veinte los derechos de petición que han recibido las personas que controlan la seguridad del lugar. Desde reconocidas organizaciones internacionales hasta una batería de 15 abogados –9 de ellos con poder expreso–, que bien valdría la pena revisar con qué dineros se están financiando, ‘Otoniel’ tiene quien pelee por sus derechos, así en los últimos 40 años se haya empeñado en desconocer los de aquellos que reclutó, desplazó, violó y asesinó.

Y no se trata de que lo torturen o que lo sometan a trabajos forzados mientras esté tras las rejas aquí en Colombia. La justicia no puede ser nunca sinónimo de venganza, pero díganme si no resulta una absoluta ‘sinvergüenzada’ que este sujeto hoy cuente con más defensores institucionales e internacionales que las propias víctimas que ha dejado a su paso.

Tomen nota de esto: una de las representantes de esas organizaciones disfrazadas de defensoras de derechos humanos que más han presionado porque no se lleven a ‘Otoniel’ a Estados Unidos y desde donde con más insistencia se pide que le dejen tener su visita conyugal es una mujer que registra una condena por concierto para delinquir y porte ilegal de armas, y tiene una inhabilidad para ejercer cargos públicos hasta 2023. Dios los hace y ellos se juntan.

Pero lo más sorprendente es que haya personas dentro del sistema de justicia transicional que digan que a ‘Otoniel’ hay que dejarlo aquí con el pretexto de que solo así les responderá a quienes les hizo tanto daño. ¿No dizque la virtualidad había sido la revolución en instituciones como la JEP y la Comisión de la Verdad, en tiempos de pandemia? ¿Acaso no ha habido diligencias de horas y horas con extraditados que han dicho lo que han querido desde las cárceles norteamericanas?

No se explica uno cómo puede haber candidatos presidenciales que digan que a ‘Otoniel’ no hay que extraditarlo y que haya personajes de esas instituciones que menciono bregando para que la Corte lo deje aquí y se oponga a este trámite. Me niego a pensar que sabiendo lo que está pasando con ese bandido, la Corte Suprema no se mueva en los próximos días para montarlo en un avión de la DEA.

Cada día que pasa en Colombia, ‘Otoniel’ se está saliendo con la suya: ha logrado retrasar su extradición y puede terminar consiguiendo que lo trasladen a un centro penitenciario ordinario donde todos los reclusos (y algunos guardias) esperan con ansias al ‘patrón’ para atenderlo como se merece. Eso no es garantismo; ¡es sabotaje y burla a la justicia! ¿También ustedes defenderán al pobrecito de ‘Otoniel’, señores magistrados?

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 14 de febrero de 2022.

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