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Tomás Castrillón O.    

¡Si! Con la letra K y no con la letra C, porque se hace referencia, como enseña la “maestra” Wikipedia, a: “La lista de nombres formada casi exclusivamente por miembros del partido comunista de la Unión Soviética…encargados de la dirección de la burocracia y de ocupar posiciones administrativas claves”, que claramente puede hacerse extensiva a otros sistemas políticos, como se ha visto en los países vecinos Cuba, Venezuela y Nicaragua, siendo claro, además, que la intención de conformar tal grupo, corresponde a la estrategia del Foro de Sao Paulo y el grupo de Puebla (el mamertismo internacional, Juanito) de hacer extensiva esa situación a toda Latinoamérica, principalmente en la actualidad en Colombia.

En Colombia, sin ser ningún hallazgo nuevo, se encuentran personajes que: aparentemente creen que ya forman   parte de una “nomenklatura” colombiana, porque, por lo menos, así proceden soterradamente, como es el caso de los expresidentes del dúo SA-SA. “El que entendió, entendió”.

Es claro que: en las circunstancias preelectorales actuales por las que atraviesa Colombia, y la actividad desaforada desarrollada por el mamertismo internacional, es muy conveniente que la comunidad trate de identificar claramente quienes son los que en realidad están aspirando a pertenecer a la “nomenklatura” colombiana en caso de obtener el triunfo en las próximas elecciones.

Diariamente se presentan circunstancias que, claramente, pueden enmarcarse dentro del activismo desatado por el mamertismo. Bastaría recordar el nuevo ejemplo de usurpación de funciones (golpe de estado, Juanito) que aprovechando la debilidad de quien supuestamente ejerce el mandato nacional, da la corte constitucional al poner otro “palo en la rueda” a la lucha contra el narcotráfico, porque como ha ratificado Humberto de la Calle, el entreguista de La Habana, al referirse al tema, y según ha trascendido: “¡Por ahí es la cosa!” y, para acabar de ajustar, ahora presenta su candidatura para una curul en el congreso. Es claro que también se erige ahora como candidato para conformar la eventual “nomenklatura” futura del país.

Casi simultáneamente, se presentan, como otra manifestación del mencionado activismo,  actuaciones, aparentemente extemporáneas, pero “fríamente calculadas” del Consejo Nacional Electoral, CNE, para poner también “palos en la rueda”, al proceso de revocatoria del “enviado” el señor alcalde de Medellín, quien en su “campaña de defensa”, no ha tenido ningún reparo en recurrir a todas las “formas de lucha” para “atornillarse” en el poder, como el uso desproporcionado del canal local de televisión, porque según las múltiples apariencias, cree que dicho medio de comunicación “le pertenece”. Dentro de esa misma “campaña de defensa”, ha recurrido, en forma muy “original”, al lema del “No más” (No +) acuñando frases como: “No más mentiras”, que lanzadas al viento por quien ha demostrado ser un gran mentiroso, trae a la mente la frase de nuestras matronas: “Un burro diciendo orejas”, porque aún desde su campaña electoral manifestaba ser independiente (¡Ya voy, Toño!) y ahora, como parte de su “defensa”, repite continuamente que “recuperó 4 billones de pesos” del proyecto Hidroituango, cuando la realidad es que gracias a su gestión estaban casi perdidos, lo que se evitó gracias a la actuación del primer mandatario.

Guardando las proporciones, se tiene la percepción “maluca” que luego de las últimas elecciones a nivel local, se ha ido construyendo una “nomenklatura” en las tres principales ciudades del país. Esto es muy notorio en la ciudad de Medellín, ante los numerosos procesos de “libre nombramiento y remoción” que han ocurrido (“para ocupar posiciones administrativas claves”) en cargos como el de la dirección de la Biblioteca Pública.

En consecuencia, la comunidad no puede dejarse atrapar por las ideologías presentes en los mensajes continuos de otros aspirantes a ser parte de la “nomenklatura, como los del  “amnistiado teflónico”, el senador Petro, quien con sus continuos “cantos de sirena” atosigando a toda hora a la población, pretende estar actuando “por el pueblo” pero, nada más lejano de la realidad porque  “no lo hace con el pueblo”, actitud típica de esos movimientos cuyos dirigentes solo aspiran llegar a la “nomenklatura” para así, por definición de nuevo: “encargarse de dirigir la burocracia y ocupar posiciones administrativas claves”. ¡El poder pa´ poder, Juanito!

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