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Néstor H. Martínez  

Hay un panorama desalentador, en el centro de la política petrista gravita la expropiación.

Anadie debería extrañar que la sola posibilidad de que Gustavo Petro llegue al poder dé lugar a que se aplacen negocios, o a que los nuevos contratos queden condicionados mediante cláusulas de protección frente al riesgo político, o a que –de cara a la expectativa de una devaluación extraordinaria del peso– se aumenten los contratos de coberturas cambiarias. Hay razones de bulto para entender por qué las propuestas del Pacto Histórico les hacen perder confianza a los mercados frente a nuestra tradicional política económica estable:

1. La política de industrialización y modernización agrícola es un eufemismo. Es una propuesta que nos devuelve al pasado, afincada en dos patas, cada una con más riesgos que la otra. De un lado, busca desmontar la economía petrolera, lo que significa que se castigará la renta nacional, disminuyendo los ingresos que generan los hidrocarburos, y nos expone a importar en el futuro gasolina y gas. Del otro, pretende cerrar las fronteras para proteger la actividad industrial y agrícola, aumentando efímeramente la producción doméstica, pero incrementando los costos de las materias primas y negándoles a los consumidores el acceso a bienes de mejor calidad y de menor precio. Un velado impuesto a cargo de toda la sociedad.

Este conjunto de políticas afectará el ya complejo panorama fiscal, patrocinará una mayor inflación por costos, nos quitará el 50 % de nuestras exportaciones e incidirá en una mayor devaluación de nuestro pesito, al incrementarse el déficit de la balanza de pagos en cerca de dos puntos del PIB. Todo esto, sin duda, una bomba molotov.

2. Expropiación de las pensiones ahorradas. Para financiar su populismo, van a confiscar las reservas pensionales de los trabajadores. Ya les pusieron el ojo a los ahorros de millones de empleados colombianos, acumulados desde los años noventa en administradoras de pensiones privadas. Son más de 300 billones de pesos. Pretenden apropiárselos para financiar gasto público y aliviar en el corto plazo las finanzas públicas, liberando más de 40 billones anuales, que hoy salen del presupuesto para pagar pensiones, cuyas reservas se robaron en el pasado. A la vuelta de los años, nos habremos comido, otra vez, los ahorros de varias generaciones de trabajadores y sus pensiones volverán a financiarse con impuestos. Se augura así un hueco inmanejable en los presupuestos de los próximos gobiernos, mientras la petromanía gasta a manos llenas con dinero ajeno. Deberían hablar con claridad: ¡van a expropiar los ahorros pensionales de millones de colombianos!

3. Más gasto asistencialista. Desde hace dos décadas Colombia se montó, como en toda la región, en un gasto asistencialista que ya no hay con qué mantener y que ha afectado la estabilidad fiscal. Imperativamente, este gasto debe racionalizarse, pero la Colombia Humana anuncia que lo incrementará, so pretexto de reforestar y cuidar a la niñez. Se juega con la estabilidad económica, si los mercados no ven ajustes en nuestras finanzas públicas.

4. Expropiación de predios rurales improductivos. El programa de Petro contempla que “hay que elevar los impuestos a la tierra que no produce”. El sentido común indica que, como son predios improductivos, la única manera de pagar los nuevos impuestos será entregando los inmuebles al Estado. Es otra expropiación que se está fraguando.

5. Reforma tributaria hostil a la inversión. No hemos entendido que en un mundo globalizado, las naciones compiten por el capital para generar nuevos empleos, buenas condiciones de trabajo y oportunidades para el desarrollo colectivo. El Pacto Histórico gravará más el capital (impuesto a los dividendos y al patrimonio) y perseguirá a 4.000 contribuyentes, que no tendrán opción distinta a la expatriación y dar curso a una masiva salida de capitales.

Estas, entre otras propuestas, muestran un panorama desalentador, con el agravante de que en el centro de la política petrista gravita la expropiación, como ocurrió en Venezuela, así se le oculte esta realidad al grueso de los colombianos. Son expertos en maquillar la realidad, como sucedió esta semana con el montaje fotográfico de la visita al Papa.

Taponazo. Petro no sería un buen presidente para Colombia... pero, al paso que va, puede ser un buen canciller...

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 05 de febrero de 2022.

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