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Mauricio Perfetti     

Medellín atraviesa un mal momento. Hay factores adversos que urgen de reflexión y acción. Los efectos de la pandemia, una alcaldía que ha roto el arreglo institucional sobre la cual se sustentaban las bases de una ciudad innovadora, y lo que faltaba, un grupo empresarial tratando de socavar los principios básicos de gestión de un “capitalismo consciente” (Mackey y Sisodia 2014) que caracteriza a las grandes empresas antioqueñas. Es hora de los grandes liderazgos, de repensar el futuro como ciudad y de “la improvisación creadora” (Zweig en “Momentos estelares de la humanidad”).

Hay indicadores que señalan que los efectos de la pandemia en Medellín Área Metropolitana (AM) son preocupantes y no pueden pasar por desapercibidos en medio de las maniobras de la administración local. Medellín AM tiene una tasa de desempleo superior a la del país (13,8% vs 11,8%). Alarmante los últimos datos disponibles de pobreza monetaria del DANE, pues pasó de 24.4% a 32.9% entre 2019 y 2020 en Medellín AM, y la pobreza extrema en el mismo período aumenta de 3,7% a 9.1%, es decir 208 mil personas más. Y, según Pulso Social del DANE, en el trimestre agosto-octubre de 2021 el 52.9% de los jefes de hogar y sus cónyuges en la ciudad de Medellín AM no tiene mayores posibilidades de comprar alimentos, ropa, zapatos, en comparación con el año anterior.

La ciudad ha contado con arreglos institucionales con participación de las empresas, las universidades y la sociedad civil, que permiten alinear intereses comunes e impulsar prioridades estratégicas de largo plazo. De ahí resultaron proyectos que han contribuido al progreso, a impulsar una ciudad innovadora y a contrarrestar la maligna intromisión del narcotráfico en la sociedad. Este arreglo ha sido fracturado por la administración actual de la ciudad, algo funesto frente al contexto de la pandemia.

El “capitalismo consciente” que ha impulsado el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) no puede sucumbir frente a un inversionista que busca rentabilidad financiera. En la toma hostil se aducen argumentos de rentabilidad y mayor valor para los accionistas actuales, sin embargo, tal como afirman Mackey y Sisodia, este modelo genera prosperidad material en el corto plazo, pero el costo resultante de los problemas sistémicos y las externalidades negativas a largo plazo se vuelve tan elevado que no habría cómo pagarlo; por esa razón, los negocios tienen un impacto más amplio cuando su propósito va más allá de crear valor para sus accionistas. Un mercado de capitales estrecho como el nuestro y los efectos de la pandemia han llevado a que el precio de las acciones no refleje el valor real de empresas que están en bolsa. Este es el talón de Aquiles para el modelo empresarial antioqueño, que invierte en capital humano y en sostenibilidad más allá de la llamada responsabilidad social empresarial. Esto hay que valorarlo y preservarlo a como dé lugar, pues si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es la necesidad de un capitalismo menos avasallador, más consciente, que contribuya a mejorar la vida de todos sus grupos de interés y del entorno.

Medellín no puede perder todo eso justo en este momento. Que las universidades, Proantioquia, Medellín cómo vamos, la veeduría ciudadana y los gremios se manifiesten, contribuyan con ideas y acciones para despejar la tormenta que se cierne sobre esta gran ciudad y sus empresas. Nunca es tarde. Como también dice Zweig “en la Historia, el lamentarse no devuelve una ocasión perdida. En miles de años no se repone lo que se pierde en una sola hora”.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 02 de diciembre de 2021.

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