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Alexánder Cambero  

El momento es ahora. Estamos obligados a cerrarle el paso a quienes han traicionado al pueblo venezolano, ofreciéndose como damiselas de nocturnal vuelo a los furtivos brazos del oprobio reinante. Existe tanta complicidad que dejarlos que sigan avanzando es perdernos. Son los caballos de Troya que abundan entre nosotros. Son los grandes benefactores de un proceso que desintegró la suerte del país. Debajo de la piel de algunas figuras opositoras, está el habilidoso lobo rojo que alimenta sus insaciables entrañas. 

Mientras en la trastienda se llega a componendas infames que desfavorecen al hidalgo pueblo venezolano. La realidad popular es de una verdadera hecatombe para quienes carecen de lo indispensable. Vivimos un suplicio desconocido para nosotros, cada día nos adentramos en una nueva cámara de los horrores. Es infrahumano la crisis que nos lleva más allá de la miseria, han pulverizado no solo los salarios, sino también la vida misma. Con estoicismo resistimos mientras recibidos los violentos embates del hambre. Una pavorosa realidad que carcome las oportunidades para arrastrarlas ante el cadáver de la República.

Un país con una espada infamante que pende de su cabeza republicana. El desbarajuste general tiene como víctima al ciudadano que parece atrapado en una telaraña difícil de romper. La estrategia totalitaria es pulverizarnos hasta hacernos un fiel retrato de la miseria, de esta forma depende de un estado opresor que reparte migajas a discrecionalidad. Eso lo estamos viviendo en la actualidad, pero solo es la punta del iceberg de un proceso que sigue su curso hasta la destrucción absoluta.

Lo que prosigue son etapas de mayor dolor para este estoico pueblo. Duras lecciones que dará una crisis en vertiginosa embestida. Quienes se han llenado pulverizando a la nación no tiene inconvenientes, son los dueños de una prosperidad que resiste esta coyuntura. Ellos representan los nuevos ricos con ínfulas de grandiosidad, su alma es la típica del resentido social que odia a quienes hicieron fortuna de manera lícita.

Por ello persiguen la iniciativa privada hasta ahorcarla. Más de dieciocho mil empresas venezolanas exhiben oxidados candados de cierre, la soledad es manifiesta en emporios en donde reinaba la prosperidad, acá solo progresa lo ilícito. La demostración de la decadencia es el sello de un proceso fraudulento que nos conduce por el despeñadero. Sin embargo, han logrado encontrarse con algunos cómplices.

Es sorprendente que un régimen con los mayores índices de impopularidad, tenga algunos factores dizque opositores que anhelan salvarle la vida. Nos parece repugnante que figuras nuestras repitan el mismo discurso gubernamental. Las concesiones que se hacen con las tiranías terminan siendo un boomerang que destruye a quien actúa en confabulación. Llegó la hora del despertar. La lucha por la libertad no espera, dejar la vacilación y avanzar es tarea de una nación que no puede quedarse de brazos cruzados. 

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.  twitter @alecambero 

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El Nacional jamás será vencido

Alexander Cambero

Este periódico sabe de las embestidas del poder. Su larga memoria registra episodios que fueron momentos que pusieron en riesgo su presencia en la vida pública. Sin embargo, pudo más la valentía de unos principios que dejarse someter.

Al régimen de Nicolás Maduro le incomoda el prestigio bien ganado de El Nacional. Sabe que desde sus páginas no nacerá una claudicación que ponga en peligro traicionar a Venezuela. Por eso el ponzoñoso ensañamiento contra todas sus actividades al servicio de la nación. Al principio fue enviar a grupos violentos para que asecharan a los periodistas en las inmediaciones de la sede del diario. Permanecieron durante mucho tiempo en vigilia permanente, entre ellos seres inadaptados que utilizaron la encomienda para proceder a realizar fechorías de todo signo. Al no poder lograr su objetivo procedieron a negarles el papel. Sin la circulación física creyeron que decretaban su muerte. Fiel a su ideario resistió el coletazo de los ebrios del poder. Luego por vía digital incrementó su área de influencia. Batió record de seguimiento por redes sociales hasta colocar números increíbles. El gobierno venezolano alarmado aplicó el bloqueo de sus espacios con el mecanismo que utiliza China. Una práctica inmoral para impedir que el ciudadano estuviera debidamente informado. Para la dictadura venezolana era indispensable secuestrar la información hasta desangrarla. Como no pudo unirlo a la manada de ovejas dóciles que pastan en el terraplén de los intereses totalitarios, arremetió con la fiereza del rencor.

Otro capítulo fue la demanda que ejerció en contra del periódico Diosdado Cabello. Los tribunales al servicio de su majestad actuaron presurosamente para asestarle una nueva puñalada a la libertad de expresión y también a la propiedad privada. Sustrajeron la sede y sus equipos en una acción incalificable. Ese día celebraron la muerte del diario. Al otro día estaba nuevamente El Nacional combatiéndolos abiertamente. Sus miserias sufrieron un colapso nervioso. Con muchos avatares y recursos tecnológicos han sostenido el bloqueo de sus páginas. Con gran ahínco el ciudadano se las ingenia para leer al más importante diario venezolano. Ahora llevan a periodistas ante organismos que son el brazo político del gobierno. Como bien lo dijo el Editor-Presidente Miguel Henrique Otero: ´´Arremetida contra los periodistas de El Nacional. Fiscalía y CICPC se presentaron en la vivienda del periodista José Gregorio Meza y se lo llevaron para interrogarlo. Cuatro periodistas más están siendo citados y a mí…Estoy en Madrid por si acaso. ´´

Un nuevo capítulo de la ebriedad en el poder. Una administración que arruinó a Venezuela. Que hizo de su gobierno la más horripilante de las expresiones de incapacidad y corrupción pretende que guardemos silencio ante sus actuaciones. Que seamos comparsa del peor saqueo de nuestra historia. Enemigo jurado de la libertad y la democracia anhela que se guarde silencio ante sus ejecutorias tan marcadamente irracionales. El Nacional es demasiado digno para faltarse el respeto. Son años de dignidad que no son negociables, bajo el resguardo de una trayectoria que es su mejor tesoro seguirá siendo una guía.    

Este periódico sabe lo que significa enfrentar dictaduras. Jamás se amilanó ante el poder de turno. Su peso en la opinión pública es temido por quienes momentáneamente gobiernan. Han pasado generaciones de abusadores. Muchos se creyeron impolutos y eternos. Hoy son tumba y olvido. Este proceso calamitoso pasará también. La revolución terminará entre bocinazos de alegría y cárceles para tanto malhechor disfrazado de personaje honorable. Ese día -no tan lejano- será reseñado por El Nacional. Así ocurrió siempre.

@alecambero - correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

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