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Sergio Araújo Castro 

Ante la debacle económica que perfila el modelo petrista, una disposición contractual anticipa una decisión sobre los riesgos para determinado negocio privado.

Le llaman «cláusula Petro», pero es más un tópico que una extravagancia. El Roquefort se llama así pero no deja de ser queso azul. No se confunda. Si prefiere quitarle la palabra Petro, da igual. Una cláusula es una de las disposiciones que integran un contrato. Un contrato, en las “relaciones privadas”, es un “acuerdo de dos o más partes para constituir, regular o extinguir entre ellas una relación jurídica patrimonial”, y así lo dice claramente el artículo 864 de nuestro código de comercio. El sustrato del contrato, así definido, es “el principio de autonomía de la voluntad”, que, siendo de arraigo constitucional y legal, es la máxima que nos faculta a autorregular nuestros intereses, teniendo únicamente como límite “las buenas costumbres” y “el orden público”.

La «cláusula Petro», no es algo nuevo, viene dándose desde el año 2018 y se trata de una disposición contractual que anticipa una decisión alrededor de los riesgos que supondría, para determinado negocio privado, el cambio de modelo económico que introduciría Gustavo Petro en Colombia de llegar a ser presidente. Un modelo económico que ha ido perfilando él mismo, a cuentagotas, pero con rotunda claridad.

Conviene recordar algunas de las líneas que ha trazado sobre esto, en diversos debates y entrevistas: “democratizar la tierra” y “democratizar las utilidades” de las empresas (léase propender por la propiedad común de los medios de producción), una política de industrialización y de modernización agraria, que va a implicar el “nivel de intervencionismo y proteccionismo”, que juzgue necesario, como, por ejemplo, “elevar aranceles”, “suspender exploraciones de petróleo”, “rebajas a los arriendos” y “emisión de monetaria”, para solventar gasto público. Por no hablar de la estatización del servicio de salud y del sistema de pensiones, que implica acabar con las EPS y los fondos de pensiones.  Entonces, aunque pulule el negacionismo, a quienes quieren echarle barniz de socialdemocracia al arquetipo se les dice con propiedad: se trata de modelo económico de corte socialchavista, irresponsable, inflacionario y confiscatorio, originado en sentimientos de odio de clases, con tono totalitarista, hegemónico, pretensiones expansionistas y retórica demagógica.

Ante un modelo tan drástico con la libertad económica y de mercado, que es la base del resto de las estructuras políticas y jurídicas, lo mínimo que deben y pueden hacer los inversores nacionales y extranjeros es resguardarse.

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El riesgo que puede anticiparse en los negocios privados, no solo está en la entronización del  nuevo modelo económico sino en el conocido talante autoritario de la persona que lo va a llevar a cabo

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Vayamos más allá, De manera que, no estaríamos hablando de la «cláusula Petro», si estuviéramos ante propuestas que apuntaran a un ajuste macroeconómico responsable y respetuoso de las libertades. Ni habría discusión sobre la legalidad de la figura si no fuera por la cruzada mediática que ha emprendido el activo militante Ramiro Bejarano, secundado por la también muy militante periodista Cecilia Orozco, y muchos otros petroabyectos, con el propósito de satanizar la cláusula, montados en el falso argumento de que es ilegal, antidemocrática y lo que es peor, que raya en lo delictivo, porque para ellos, se tipifica el delito de pánico económico y constreñimiento al elector. ¡Qué barbaridad militante Profesor! Es usted quien está dándole publicidad a la cláusula privada, luego es usted quien puede generar el pánico.

Es muy común, en el ámbito privado anticipar una decisión frente a la ocurrencia de circunstancias futuras inciertas, o ante la eventualidad de un caso fortuito o fuerza mayor. Explicarlo implica introducirnos, no en el lodazal de la política, sino en el infinitamente versátil territorio del derecho contractual, ampliamente desarrollado en los países en donde, desde la constitución, la ley y la jurisprudencia, se prodiga y respeta la libertad contractual.

Así, a modo de ejemplo, se puede citar que el jugador Leonel Messi, en su momento, hizo constar por escrito que, ante una hipotética independencia de Cataluña que conllevara la salida del Barça de la Liga Española, su desvinculación al club, se produciría enseguida y sin tener que pagar los 700 millones de euros que figuraban como cláusula indemnizatoria de salida. Entonces, si atendiéramos los tendenciosos conceptos de Bejarano, tendríamos que afirmar que Messi es antidemocrático, que estaba constriñendo al elector a que no votara por la independencia de Cataluña y estaba generando un pánico económico en el propio club deportivo. A tal absurdo conceptual y jurídico, nos quiere llevar la prole de fanáticos partidarios de Petro que se encubre en sus pomposos títulos para hacer política atrincherados en aparentes argumentos que son solo marrullería política disfrazada.

No es que la “ultraderecha hirsuta, ignorante y arrogante en nombre del abuso de la autonomía privada” da impulso a esta iniciativa, como lo dice en sus redes Bejarano, ni son las “triquiñuelas” de los ricos, de las que habla Orozco. Le sugiero a los lectores de Bejarano y Orozco, acoger como mínimo estos términos: obligaciones condicionales o cláusula de cambio material adverso (CMA). Un buen ejemplo de CMA es el nuevo modelo económico que quiere imponer Petro.  A los que creen que es una colombianada les digo que CMA es una disposición típica de las jurisdicciones del Common Law, especialmente en los Estados Unidos, que tiene rato de estarse manejando acá, y lleva tiempo en la contratación española a través del tráfico mercantil y los contratos internacionales.  No es sino googlear los términos citados y encontrará un universo de resultados coincidentes que le ayudaran a entender, no solo que se trata de una figura contractual absolutamente legal y totalmente licita, sino apenas sensata, ante la debacle económica que anticipan los postulados macroeconómicos del candidato del Pacto, si éste llegara a ganar.

La cláusula que tanto mortifica a la seudoizquierda ilusionada, es 100% legal, y es absolutamente sensata. ¡Punto! Es así, aunque se retuerzan de inconformidad Petro y los “lambonócratas” que quieren pasar como eruditos defendiendo nociones absurdas solo para que -si gana- quedar “enchufados” haciéndose trillonarios a semejanza de lo que ocurre en el laboratorio de al lado, donde el puñado de serviles del dictador son los nuevos ricos ante la miseria del resto.

@sergioaraujoc

https://www.las2orillas.co/, Bogotá, 07 de febrero de 2022.

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