Carlos Salas Silva
Carlos Salas Silva
“Subyugar: Fascinar para someter” es el título de una de las conferencias dictadas por George Didi-Huberman dentro del ciclo “Hechos de los afectos”, charlas que me han acompañado mientras dibujo o pinto, desde hace más de un año. Las he escuchado repetidas veces, como si fuese música de fondo, y me han ayudado a dirigir los pensamientos en búsqueda de sentido para mi obra artística.
Carlos Salas Silva
Da coraje -rabia, enfado, disgusto- el gobierno del mequetrefe empeñado en destruir, destruir y destruir. No cabe duda. Pero al coraje –valor, decisión, apasionamiento- al que voy a dedicarle los siguientes renglones es el que tanto nos hace falta para enfrentar una situación que, por lo agobiante, puede llevarnos a tirar la toalla convirtiéndonos en testigos pasivos del derrumbe de nuestra patria.
Carlos Salas Silva
Ahora, como nunca antes, las cosas pintan negras para el genocida régimen chavista a la cabeza del, para vergüenza nuestra, colombiano Nicolás Maduro gran aliado del, para vergüenza nuestra, colombiano Gustavo Petro. No nos hemos preguntado por qué se interrumpieron de golpe las amorosas visitas del mequetrefe a Caracas, lo que deberíamos celebrar como indicio claro de que las cosas no van muy bien para el régimen criminal del genocida, el mismo que ayudó a encaramar al poder al no menos criminal régimen que padecemos los colombianos desde hace poco más de un año.
Carlos Salas Silva
Así como en este pobre país pasamos por el mayor escándalo de nuestra historia, lo que se ha venido destapando en Estados Unidos, gracias al triunfo de los republicanos en la Cámara, se puede calificar como el mayor escándalo de su historia. En los dos casos, guardando las debidas proporciones en lo que significan para el mundo, hay ciertas similitudes de las que resalta el hecho de que los hijos de los actuales presidentes de los dos países sean partícipes de redes de corrupción y que, por inexperiencia y torpeza propias de los de su calaña, cada uno de ellos, tanto Nicolás Petro como Hunter Biden, hayan sido los que abrieron el boquete por el que está saliendo toda el agua sucia resultante del afán de sus respectivos padres por hacerse al poder total para ocultar sus crímenes y seguir cometiéndolos al amparo de la impunidad.
Carlos Salas Silva
En medio de la noche, luego de haber conciliado difícilmente el sueño debido a los dolores y el malestar de una fuerte gripa que me torturaba y de la que fui víctima por este maldito calentamiento global que me estuvo congelando durante las dos semanas más frías que he conocido en La Calera, sonó el celular despertándome con el presentimiento de malas noticias el que fue disipado al ver quién marcaba mi número.
Carlos Salas Silva
Lo ocurrido ayer en las elecciones en España es un terrible antecedente que tiene que prender las alarmas cuando se acercan las regionales en Colombia. Con triquiñuelas, que disfrazan el fraude, el nefasto gobierno de Sánchez ha buscado seguir manejando el “negocio” -como ellos mismos llaman a su ejercicio del poder- en esa especie de “anomalía democrática” que han implantado. La mayor votación la obtuvo el Partido popular, como era de esperarse luego de los resultados de las recientes elecciones municipales, pero con un margen tan pequeño que no le permite gobernabilidad, abriendo la puerta a que el Partido socialista obrero español en alianza con otros de izquierda se mantenga unos años más haciendo y deshaciendo en la sufrida España.
Carlos Salas Silva
Hace un año nos encontrábamos a tres semanas de que Petro asumiera el poder y las cosas ya se veían negras en ese momento, muy negras. Me pregunto qué tan oscuro es el panorama actual comparado con lo que se vislumbraba en esos momentos.*
Carlos Salas Silva
La lealtad se la debemos de pronto a la familia, a la amistad, al trabajo, a las creencias, a las confidencias, al secreto bien guardado, a la memoria de nuestros padres. Tal vez a nuestros líderes espirituales y políticos, a la palabra empeñada, a nuestros deberes y compromisos. En ocasiones al bando en el que nos encontremos en un conflicto, al lado que nos corresponda en un pleito o en una discusión. Rara vez a la verdad, porque se presenta resbalosa, o a las promiscuas ideologías que no ofrecen garantía alguna.