
Carlos Salas Silva
Carlos Salas Silva
Resulta que el tal fulano es de mi generación lo que no me puede dejar de causar vergüenza ante los de las que la preceden y las que siguen. Lo que sí podría ser motivo de tranquilidad y también, por qué no, de gratitud es que ese fulano de tal -indigno, aunque no de extrañar, ejemplar de los de mi generación-, sea tan mediocre en todo, desde las cosas más triviales como la de no acudir puntual a una cita hasta en su ejercicio continuo de la maldad al que ha estado acostumbrado, en muchos de sus peores aspectos, desde su juventud. En esa, mi generación, hay malos pasivos, activos y hasta hiperactivos como los cabecillas de las bandas narcoterroristas que tanto daño han hecho a este sufrido país. Y, por suerte, los hay mediocres.
Carlos Salas Silva
Comienzo con una pregunta ineludible: ¿Se saldrán con la suya? Ellos tienen la seguridad de que así será, cuentan con el poder y lo utilizan de la manera más despiadada. Ya tienen a los medios ejerciendo auto censura como se ha hecho evidente la semana pasada, no es sino ver sus portadas y titulares. Esas aguas, por más contaminadas que se encuentren, con tan solo dejarlas en reposo es suficiente para que toda la porquería se oculte en el fondo, o eso creen ellos. Con lo que no cuentan es con que en esta semana se producirán marchas que no podrán despreciar cómo hasta ahora lo han hecho con relativa efectividad. Como yo son miles los que saldrán a protestar por primera vez durante este vergonzoso gobierno sumándose a los otros miles que valerosamente lo han hecho en las manifestaciones de los últimos meses.
Carlos Salas Silva
Hemos sido arrastrados al escepticismo extremo, no hay de otra: piensa mal y acertarás con este gobierno de porquería. Así sea la “milagrosa” aparición de los niños o la muerte de un teniente coronel como también un “acuerdo de paz”, de nuevo en La Habana, o lo que puedan significar las arengas de un Petro en una tarima ante las “multitudes”, no es cuestión de dudar en las actuales condiciones y conociendo la calaña de personas que conforman el gobierno desde Petro hacía abajo sin excepción alguna, sino de la percepción de curiosas certitudes que se nos imponen por el simple hecho de que llegan a nuestras mentes como respuesta a cada hecho nuevo que lo vemos ya no en su individualidad sino como continuación o consecuencia del anterior, lo que nos obliga a pensar en que las cosas van de mal en peor.
Carlos Salas Silva
Desde el comienzo del mediocre gobierno de Gustavo Petro hemos visto cómo los mayores detractores a su gestión han surgido de su mismo bando, de aquellos con los que comparten afinidades políticas y de idiotas útiles, como es el caso de Benedetti; cosa que no nos debe sorprender porque son quienes guardan sus secretos más oscuros y los conservan como tabla de sobrevivencia así hayan pactado su silencio. Stalin o Castro acostumbraban realizar limpiezas frecuentes en su entorno para garantizar la permanencia en el poder borrando, de paso, testimonios que les podrían ser incomodos. Petro, muy previsivamente, envió a dos de sus principales idiotas útiles como embajadores, a uno le reservó la de Londres y al otro, con torpeza, la muy poco atractiva de Caracas creyendo que si los mantenía lejos del gobierno se evitaría futuras molestias. El tiro le salió por la culata cuando en uno de sus acostumbrados desplantes dejó esperando al embajador Benedetti sentado en una incómoda silla y durante horas pasando, me imagino, una terrible resaca, lo que le sacó la piedra y de qué manera.
Carlos Salas Silva
Una joven desconocida que sin mayores méritos y con una pobre trayectoria desempeña el pomposo cargo de Jefe de gabinete, salta a la palestra por el trato degradante dado a la señora a quien confiaba el cuidado de su hija mientras se pavoneaba en la Casa de Nariño como mano derecha de su poco digno jefe quien, por su cargo y el inmenso poder que tiene sobre los colombianos, mantiene el país presa de la incertidumbre por el deterioro creciente de las condiciones de vida de sus compatriotas a quienes trata como ciudadanos de tercera de la misma manera como Laura Sanabria, nombre de la susodicha a quien con total desagrado le dedicó este artículo, trató a Marelbys Meza, persona a la que debía la mayor consideración por ser la niñera de su muy pequeña hija.
Carlos Salas Silva
Acabo de ver por el canal Negocios Televisión de España una entrevista al periodista y analista Lorenzo Ramírez dedicada al G7 y a la reunión del Grupo de Bilderberg en la que al final surge la pregunta sobre la financiación del viaje de la vicepresidenta de Colombia al continente africano por parte de George Soros. Por la importancia de lo dicho por Lorenzo Ramírez y su relevancia por el momento crítico que pasa el país, me he permitido transcribir ese fragmento final absteniéndome de hacer comentarios para que ustedes mismos saquen sus conclusiones:
Carlos Salas Silva
Las cosas se van poniendo color de hormiga cuando nos vemos obligados a cuidar nuestro lenguaje y hasta nuestros pensamientos. Auto reprimirnos es una opción que tenemos a la mano para no ir a molestar a los otros en nuestras relaciones sociales, como nos lo han inculcado desde niños. Los impertinentes, entre los que por desgracia me cuento, aquellos que van diciendo lo que se le viene a la cabeza, en ocasiones con mucha gracia y frecuentemente de manera destemplada, terminan siendo rechazados por familiares y amigos con justificadas razones. Es el imperio de lo políticamente correcto en el ámbito público como en el privado, lo que termina por imponerse, con muy poca oposición, para mantener las buenas costumbres y las no tan buenas poniendo barreras a cualquiera que se atreva, con sus apuntes y palabras destempladas, a romper la armonía en reuniones y tertulias.
Carlos Salas Silva
Hasta la coronilla estamos con el tal Petro. Como siempre, este señor, ha querido ser centro de atracción y para lograrlo llega a cometer los más grandes disparates. A éste se le abrió el camino a la presidencia cuando quienes debieron estar ocupados en consolidar un candidato serio de su partido se dedicaron a prevenirnos y llenarnos de terror anunciando que el lobo llegaría. El lobo llegó y está haciendo desastres. Siendo apenas un precandidato entre decenas, eso ya poco más de un año, resolvió que Ucrania no podía ser motivo de interés, así el mundo entero pusiera los ojos en ese país que para los colombianos no significaba gran cosa, porque lo importante era atender los delirios del nuevo “führer” bananero cuando decía cosas “trascendentales” sobre tierras, pobreza y, especialmente, cambio climático en un lenguaje inspirados, que pocos lograban entender, para salir con la siguiente perla; “Qué Ucrania ni qué ocho cuartos”.
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