Pregunta de Fernando Londoño Hoyos: Señor Mackenzie ¿Qué es esto de “Libertad o muerte”?
Respuesta. Hay que ligar dos elementos importantes. Una cosa es el discurso de Gustavo Petro y lo que ocurrió el 1 de mayo en Bogotá y otra la segunda carta que le envía Álvaro Leyva Durán al presidente Petro. Esas dos cosas son de la mayor importancia y hay que analizarlas en detalle. No hay que adoptar la posición de quienes dicen, como escuché en una radio de Bogotá, que lo que dice Leyva Durán es una colección de chismes. Si se califica así esa carta no hay nada que analizar ni ver, ni racionalizar desde el punto de vista del pensamiento político y de la acción política que requiere el país en estos momentos. Son dos cosas de gran importancia.
En el 1 de mayo hubo una serie de símbolos. Petro utiliza las metáforas y los símbolos para decir cosas que él no podría decir de manera directa. El primer símbolo es la aparición de una bandera de la campaña libertadora en Venezuela en 1813, la bandera que Briceño, Bolívar y Arismendi inventaron para declarar la “guerra a muerte” a los realistas. Esa fue una fase muy mala de la lucha por la independencia de Venezuela y del resto del continente. Porque ese enfoque de “guerra a muerte” casi termina con la lucha de la independencia: condujo a una guerra civil, a una guerra de razas en Venezuela que casi les da la posibilidad a los españoles de reconquistar el poder definitivamente. En todo caso, la Segunda República de Venezuela se derrumbó gracias a esa guerra civil y de razas que fue producida por esa consigna absurda de Bolívar y de los otros libertadores.
Es muy extraño que Petro haya sacado a relucir la bandera de la “guerra a muerte”. Lo que está diciendo, en mi opinión, es grave. El país no gana nada con meter la cabeza en tierra para no ver las cosas. Petro está mostrando, está hablando, a través de metáforas, está diciendo cosas gravísimas que hay que asimilar. Eso de la “guerra a muerte” quiere decir que hay una nueva fase del proceso revolucionario que él dirige en Colombia, una nueva fase de acción violenta contra el país en general. Hay que interpretarlo así. Cuando él habla de que en el Congreso son todos unos traidores porque no aprueban sus reformas él está anunciando que el Congreso es un obstáculo para él, para su proceso revolucionario, y que, por lo tanto, lo va a cerrar utilizando la fuerza. Es muy grave lo que dice, pero es también muy interesante que lo diga porque esa declaración extraordinaria, extravagante, de Petro muestra que está reconociendo que él vive una fase de agonía de su gobierno, de su régimen. Él está aislado en lo interno y en lo externo. No es sino ver las riñas internas que hay dentro de su propio gobierno. Ministros importantísimos como el del Interior y la Canciller se disputan de manera durísima. Como lo caractericé en algunos artículos de hace unas semanas, es un gobierno agonizante.
En ese contexto hay que ver la carta de Álvaro Leyva Durán. No es él un santo de mi devoción --yo conozco bien su trayectoria política--, pero veo que él se atreve a decir cosas en esa carta extraordinariamente importantes para el país. No hay que tomar como parte principal de esa carta la cosa de las anécdotas, de los desplantes, de las escapadas, de las desapariciones de Gustavo Petro en algunas ciudades de Europa sino hay que tener en cuenta lo que dice el ex canciller en la parte final de su segunda carta en donde dice que ha llegado el momento de reconsiderar la situación de Petro ante la presidencia de la República, en vista de que es una persona enferma. Él plantea eso de una manera clara e importante.
Yo creo que, si las cosas no se mueven en esta coyuntura, si no hay pasos decisivos en este sentido, el país va a tener que sufrir muchísimo y va a seguir siendo un país sin Constitución. Porque Petro ha destruido completamente la Constitución por la vía de los hechos. El no respeta las instituciones, él abolió la división de los poderes, abolió los pesos y contrapesos, hace lo que se le dá la gana con el país porque el país está dejándolo hacer lo que él quiere hacer.
Sobre todo, la oposición. Yo soy muy crítico de la manera como la llamada oposición política al gobierno de Petro está actuando. Está completamente en las nubes pensando en una campaña presidencial en 2026, que disque la va a ganar fácilmente. Ellos sueñan con eso, están embolatados con ese cuento y, mientras tanto, el campo de la oposición, que debería unirse, está cada vez más disperso, con más recelos, con más celos los unos de los otros, con más candidatos. La oposición, en esas condiciones, está haciendo el juego que Petro quiso que jugara la oposición cuando abrió el abanico de precandidaturas y candidaturas. Él destapó ese juego y todo el mundo se fue por allí. Cuando lo que debería hacer el país es lo contrario: buscar la unidad de la oposición, tratar de resumir en un documento corto, sintético, las reivindicaciones de salvación nacional de Colombia y buscar unir un liderato y dejar de lado los celos y las ambiciones personales y montar un equipo que dirija un proceso constitucional de destitución del presidente de la República porque Petro ha demostrado en múltiples ocasiones que está en incapacidad de dirigir un país como Colombia.
Colombia es un país importantísimo en el continente americano y en el mundo y Petro está jugando a satisfacer unas ideas confusas que tiene tanto de la vida interna de un país como en cuestiones como la ecología. Él no domina ninguno de esos temas. El improvisa unas cosas y hasta llama la atención en muchas cancillerías europeas que dicen en privado que no entienden nada de lo que él dice.
Entonces es el momento para que el país reflexione y le haga frente a esta situación planteando el problema del poder, pero ya mismo, sin esperar al 2026, ni a unas elecciones.
Estoy convencido de que en 2026 no va a haber ninguna elección. Porque en un país donde no hay electores sino cifras, en donde no hay voto-papel sino una maquinita que define cuántos votos obtuvo esta candidatura y cuántos esta otra, como ocurrió en la elección presidencial pasada, no hay elección. Allí habló una máquina digital programada en España por amigos de Petro, una máquina sofisticadísima que nadie pudo penetrar para ver cómo era la programación de sus sistemas. Entonces hemos caído en esa situación. Además de que hay ese elemento del sistema electrónico de votación, hay todo lo que se sabe acerca del manejo de dineros en esa campaña.
Yo creo que hay que abordar y presionar a los organismos competentes que tienen esas pruebas y están llamados por la Constitución a pronunciarse frente a eso para que la investigación avance. El país no puede continuar en las manos en que está. Yo no entiendo cómo todavía algunos creen que el gobierno de Petro es un gobierno como los que hemos tenido antes, como, por ejemplo, el de Carlos Lleras Restrepo, el de Turbay Ayala, el de Guillermo León Valencia. No, este es otra cosa completamente diferente. Es un sistema que está destinado a auto-continuarse por los medios que sean, legales o ilegales. El momento es propicio para entrar a valorar, a examinar y a tomar decisiones en ese terreno.
* La Hora de la Verdad, Bogotá
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https://www.youtube.com/watch?v=nNjPo3ELpwk
7 de mayo de 2025