Lilian Jackson Braun, periodista y novelista estadounidense (1913-2011), dejó una huella imborrable en el mundo literario y periodístico con su serie de crónicas y novelas policiacas y sus reflexiones sobre el arte de contar historias. Dentro de su visión sobre el periodismo y la escritura, destacó cuatro palabras claves que, según ella, resumen las características esenciales de un buen cronista: curiosidad, agresividad, suspicacia y cinismo. Estas cualidades no solo delinean el perfil de quien busca la verdad en los eventos, sino que también definen el oficio como un camino que exige rigor, pasión y un conocimiento profundo de la naturaleza humana.
Curiosidad: el motor de la exploración
La curiosidad es la piedra angular de todo buen periodista. Es el deseo innato de explorar, de hacer preguntas, examinar documentos, verificar y cotejar hechos y narrativas particulares, para descubrir lo que está oculto. Un cronista curioso no se conforme con las versiones oficiales ni con las respuestas fáciles; su inquietud lo lleva a desenterrar historias que otros podrían pasar por alto. En palabras de Braun, la curiosidad es esencial para ver más allá de los hechos aparentes y conectarse con la esencia de las experiencias humanas.
Agresividad: la determinación para buscar la verdad
La agresividad, en este contexto, no implica violencia ni confrontación, sino más bien una determinación implacable por alcanzar la verdad. Un buen cronista no teme enfrentarse a obstáculos, ya sea en forma de burocracia, resistencia o censura. La agresividad se manifiesta como una firmeza en la búsqueda de respuestas, una actitud de perseverancia y la habilidad de plantear las preguntas necesarias, de consultar fuentes diversas, incluso en las circunstancias más complejas.
Sospecha: el arte de cuestionar
La suspicacia es la capacidad de no aceptar todo lo que se presenta a simple vista, o lo que otros afirman con aires de autoridad. Un cronista debe dudar de ciertas informaciones que parecen evidentes, tener una mirada crítica y estar atento a las incongruencias en los relatos, a las motivaciones ocultas ya las historias no contadas, o sin detalles y sin fechas. Esta calidad asegura que las narraciones sean precisas y que las verdades complejas sean abordadas de manera honesta. Para Braun, ser suspicaz es una manera de proteger la integridad del oficio, garantizando que las historias sean útiles y reveladoras para la audiencia.
Cinismo: la percepción del mundo sin filtros
El cinismo, una actitud a menudo malentendido, en el contexto de Braun se refiere a una visión despojada de idealismos ingenuos. Implica aceptar las realidades duras y las contradicciones inherentes a la condición humana. Un cronista cínico, lejos de ser pesimista, o fatalista, es alguien que entiende las complejidades, las fuerzas y debilidades del poder gubernamental, las relaciones y las motivaciones humanas, y las aborda con lucidez y claridad. Para Braun, el cinismo es una herramienta para equilibrar la empatía con la objetividad.
El legado de Lilian Jackson Braun
Lilian Jackson Braun supo plasmar estas cualidades en sus obras y en su larga vida profesional. Como novelista, exploró la curiosidad a través de las intrincadas aventuras de su personaje central, el periodista Jim Qwilleran, la agresividad en la construcción de narrativas que desafiaban lo convencional, la suspicacia en el desarrollo de personajes complejos y el cinismo en su manera de abordar la naturaleza humana.
Su legado nos invita a reflexionar sobre el papel del cronista, del periodista, del editorialista, del investigador en la sociedad: alguien que no solo documenta hechos, sino que también los interpreta, cuestiona y revela verdades. Curiosidad, agresividad, suspicacia y cinismo son, según Braun, las herramientas indispensables para quienes buscan iluminar los recovecos ocultos de la realidad y narrar historias que importan.