Es una gran noticia para el país que el desgobierno de Petro haya dejado a Barranquilla sin los Juegos Panamericanos de 2027, no se sabe si porque en su ignorancia absoluta él desconoce que un evento de esta naturaleza requiere unas inversiones que redundan en el turismo, asunto con el que pretende reemplazar los ingresos que nos dejan los hidrocarburos, a los que nos quiere hacer renunciar, o si lo hizo por mera venganza, por aquello del «¡fuera Petro!» en el estadio Metropolitano en el mes de noviembre. Curiosamente, los barranquilleros también se quedaron sin el Mundial de Kitesurf y sin la Serie Intercontinental de Béisbol. ¿Puras coincidencias?
Como fuere, la favorabilidad del desgobierno espurio de Petro, sobre todo en la costa atlántica, debe ser nula, el apoyo popular debe ser mínimo. Y eso está bien. No puede seguir teniendo respaldo un gobierno que está dirigiendo equivocadamente al país, un gobierno corrupto y derrochador que ha arruinado a la economía con sus impuestos abusivos, los que usa para gastar a manos llenas y darse una vida llena de privilegios, una vida sabrosa.
Lo que se está viendo en esta administración ya toca con lo delictivo. La primera dama, que ni es una dama ni está investida de un cargo oficial, se está malgastando alrededor de 1.000 millones de pesos anuales en temas atinentes a su imagen: tiene maquillador y peluquero oficial, un fotógrafo que la acompaña en todas sus correrías y una especie de dama de compañía o chaperona que no se le despega ni para ir al baño y que resulta ser su mejor amiga, con un sueldo de 28 millones de pesos mensuales.
Como si fuera poco, otra amiga de Verónica Alcocer es, ni más ni menos, que la directora de Procolombia, una entidad que tiene entre manos el propósito de promover el turismo en el país, para lo cual se ha llenado de burocracia con 18 gerencias en las que cada gerente devenga 30 millones mensuales, superando el salario del ministro del que dependen, el de Comercio.
Esa entidad, Procolombia, cuya directora devenga 50 millones, fue la encargada de malgastar cerca de 4.500 millones de pesos en un acto promocional en Davos, Suiza, donde se alquiló una casa por apenas tres días, se gastaron 50 millones de pesos en un traductor, se derrocharon 144 millones en el alquiler de un viejo Jeep Willys, un tradicional yipao cafetero, cuando por esa suma se pueden comprar 5 o 6 de estos, se malversaron millones en servicios de alimentación y alojamiento, y hasta en café español, no colombiano. Un despilfarro monumental que no va a motivar a nadie a visitar a Colombia, una estrategia fallida.
Petro, el que ahora niega a su pariente el «Burro Mocho», ha escamoteado casi 30.000 millones de pesos en 18 meses de gestión en las decenas de viajes en avión que ha hecho dentro y fuera del país, lo que ha dejado una enorme huella de carbono a pesar de que este sujeto se cree un ambientalista, el líder mundial que salvará al planeta del apocalipsis climático. Y para continuar con sus abusos, se dispone a dilapidar más de 10.000 millones cambiando los sanitarios de la Casa de Nariño. Por eso se viene otra reforma tributaria, el nivel de gastos de este gobierno le exige estar esculcándonos los bolsillos.
En Davos, Javier Milei pronunció un discurso que puso las cosas en su sitio. Además, viajó en un vuelo comercial acompañado de una modesta delegación. El uno hace todo lo posible por quebrar a su país; el otro, todo lo que está a su alcance para recuperarlo. La semana anterior, en el portal del foro de Davos, el demencial discurso de Petro tenía una decena de reproducciones. El de Milei cerca de 200.000. La normalidad retorna a su cauce.
Es que el infame gobierno de Petro es tan mediocre que el mismo ministro de Hacienda reconoce que de no haber subido la gasolina casi un 60%, la inflación en 2023 no habría llegado al 9,2% sino al 7,4%, con lo cual se habría controlado la inflación de alimentos y no se habría tenido que subir el salario mínimo a un estratosférico 12% sino unos 3 puntos menos, favoreciendo el empleo y su formalización. Es que no puede esperarse nada bueno de criminales que quieren cambiar la historia de manera tan cínica al conmemorar el robo de la espada de Bolívar como si hubiera sido un acto heroico y no lo que fue: un vulgar atraco que se mantiene impune. La mera celebración merece cárcel por hacerle apología a un delito.
@SaulHernandezB