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Luis Alberto Ordóñez*

Con este mismo título, hace cuatro años, escribí una columna que se publicó en el periódico Acore; estábamos ad portas de elegir el gobierno Duque y el tema de seguridad y defensa, como ocurre actualmente, era prioridad nacional. Ahora, con el primer gobierno de izquierda radical y en cabeza de un antiguo miembro de las guerrillas del M-19, retoma vigencia y muchas de las ideas allí expresadas siguen siendo pertinentes. El presidente electo, muy inteligentemente, se ha tomado su tiempo en elegir a quien será el responsable de esa cartera, tarea nada fácil, y con un componente adicional, la idea de sacar a la Policía Nacional del Ministerio de Defensa, lo cual generará debilitamiento de la Fuerza Pública y un alto riesgo de politización. Ojalá se esté asesorando de buenos militares y policiales y no de aquellos que por resentimiento se van en contra de las instituciones que les dieron todo.

Para el importante cargo, los presidentes designan personas de su entera confianza y con perfiles muy profesionales en sus respectivas áreas, pero en muchos casos con escaso o nulo conocimiento del medio militar, por consiguiente las políticas y directrices van por esa vía, cuando lo que se espera de esa cartera es fuerza, carácter y acciones para garantizar la seguridad nacional; a otras instancias les corresponderá el dialogo y la negociación.

El acuerdo del teatro Colón, desafortunadamente, no logró la desmovilización total de la guerrilla de las Farc, por el contrario, llevó a que el ELN se fortaleciera y se envalentonará, posiblemente por el mal ejemplo de que todo se perdona, que la justicia puede ser relativa y favorable, además de premiarlos con curules, recursos y presencia en la vida nacional como si nada hubiese pasado. Pero también están las disidencias, los narcotraficantes, las bandas criminales, la delincuencia organizada, los delitos informáticos, entre otras amenazas; problemáticas que seguramente se llevarán al dialogo y la negociación, pero no esperemos resultados necesariamente positivos, pues no todos quieren desmovilizarse, no toda negociación es aceptable y en el caso del narcotráfico siempre habrá quien los reemplace mientras no cese la demanda.

En temas internacionales las preocupaciones no son menores: la dictadura venezolana y sus intereses en Colombia, las pretensiones de Nicaragua en nuestras áreas marítimas, el diferendo limítrofe en el golfo de Coquivacoa, las continuas invasiones militares al territorio nacional, el crimen transnacional y las provocaciones de terceros países al dar apoyo y soporte a los terroristas, entre otras. A ese escenario se suma la desmotivación de la moral combativa de la tropa producto de la falta de apoyo y reconocimiento, del debilitamiento de la justicia penal militar y la creación de justicias especiales que nacen con posterioridad a las presuntas faltas: no hay seguridad jurídica para la Fuerza Pública. Por otra parte, los permanentes intentos de acabar el régimen especial de salud o prestacional sin entender, por falta de conocimiento del medio, que los miembros de la Fuerza Pública devengan salarios bajos, no ganan horas extras, no tiene ningún reconocimiento por trabajar domingos y feriados o que deben permanecen alejados de sus familias exponiendo su integridad personal mientras operan en el área o están en los buques cumpliendo horarios muy por encima del régimen laboral común, pues durante las operaciones no hay tiempo para el descanso, entonces es imposible aplicar la normatividad de un empleado con horario de oficina.  ¿Si eso no es un régimen especial, cuál será?

El futuro Ministro de Defensa requiere de cuatro aspectos fundamentales: liderazgo, aptitudes gerenciales, pensamiento estratégico y lo más importante conocimiento del medio. Debe inspirar el respeto de la tropa y el reconocimiento de los mandos para ser el digno representante de una comunidad unida por el amor a la patria, de nobles ideales y guiada por principios y valores que no son negociables. Conformada por hombres y mujeres sinceros, honestos y que creen en sus superiores, las Fuerzas Armadas confían en que no serán defraudadas o traicionadas, que les cumplirán con lo que la ley les confiere y el Estado les ha prometido; eso solo se logra con funcionarios conocedores de la realidad del país y las necesidades de la seguridad nacional.

Quienes sean designados en cargos al interior del Ministerio de Defensa, no pueden improvisar ni llegar a aprender mientras los soldados y policías están muriendo por los violentos que se niegan a acatar al Estado. No pueden ser arrogantes ni pretender imponerse, en temas militares, a los generales y almirantes, estos sí verdaderos expertos; no deben olvidar que su quehacer es político y administrativo. Deben ser líderes, que entiendan el pensamiento militar y policial; les corresponde dar tranquilidad a la población civil y ser “guerreros” dispuestos a jugársela por su país. No pueden tener intereses politiqueros ni manejar el poder para su beneficio; mucho menos manipular con el presupuesto pues la seguridad nacional no da espera, todo es urgente, son vidas las que están de por medio.

El nuevo Ministro debe generar el mejor ambiente posible con los militares activos, sin descuidar a los retirados, y ser promotor de unión y una buena relación entre ambos. No puede aplicar aquel principio de “desune y vencerás”; los únicos que ganan cuando la Fuerza Pública no es monolítica son los violentos, de ahí la importancia de no apartar a la Policía Nacional en este momento. Escuchar a la reserva activa es conocer el pensamiento militar y policial y saber cómo está el ambiente y la moral; es aprovechar años de experiencia y no desperdiciar una comunidad que puede ser requerida en cualquier momento para la defensa de la patria. Muchos de ellos podrían ocupar cargos al interior del ministerio, los que usualmente se dan a civiles, todos ellos muy prestantes, pero en su mayoría con desconocimiento del sector ¿Cuántos habrán prestado servicio o conocerán de los grados, la antigüedad, las unidades a flote, las terrestres o las aeronaves? ¿Cuántos conocerán de táctica, estrategia o soberanía? O lo más importante: ¿entenderán la cultura, las tradiciones, la mística y los complejos procesos formativos del talento humano que lleva a que estén dispuestos a darlo todo por sus conciudadanos? Los retirados sí lo conocen.

El reto es mantener la imagen que debe distinguir a un ministerio cuya principal misión es garantizar la tranquilidad de la población y generarle sentimientos de seguridad y confianza, de allí parte todo lo demás: la inversión, el crecimiento económico, la confianza para viajar como turistas, el temor a delinquir y el respeto por la institucionalidad. Nunca más se deben ver militares o policiales doblegados ante los violentos o humillados por no hacerse respetar. ¡Éxitos al futuro Ministro de la Defensa!

*Ph.D. Vicealmirante (Ra)

Publicado en Columnistas Nacionales

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