En una de las muchas entrevistas que ha concedido el candidato Gustavo Petro le preguntaron, si llegara a ser elegido presidente, qué sería lo primero que haría después de su posesión el 7 de agosto de este año y él contestó: “La primera decisión que voy a tomar es el cese de la contratación de exploración de petróleo en Colombia. Es un mensaje claro: vamos hacia una economía productiva, no extractivista”.
Sus palabras ya tuvieron, o contribuyeron, a un primer efecto perverso para el país. Las noticias de los últimos días dicen que los bonos vendidos por Ecopetrol en el extranjero han perdido 7 % desde agosto, casi el doble de lo que ha caído la deuda petrolera en los mercados emergentes.
Pero, más allá de ese problema puntual, la buena noticia es que el aumento del 62 % en el precio del petróleo en el último año se ha convertido en una de las mejores noticias para los países productores. El barril de crudo Brent, de referencia para Colombia, pasó de 55 dólares en enero del año pasado a cerca de 90 dólares, un comportamiento que ha sorprendido a los mercados, que no descartan que siga subiendo en los próximos meses.
Son varios los factores que explican este sustancial incremento. Uno de ellos es que la demanda ha estado muy activa por la reactivación económica de la mayoría de los países tras la crisis pandémica del covid-19. El mundo consumió el año pasado 96,4 millones de barriles diarios, 5,5 millones de barriles más que en 2020. Se espera que este año siga en aumento la demanda y supere los 100 millones de barriles.
Los países agrupados en la Opep (Organización de Países Productores de Petróleo) han mantenido las riendas tensas en la producción del crudo para evitar que haya una sobreoferta en el mercado que derribe los precios. Adicionalmente, ha impactado la tensión entre Rusia y Ucrania y el hecho de que un conflicto pueda interrumpir el suministro de hidrocarburos.
Algunos analistas han vaticinado escenarios dramáticos en caso de que sigan las alarmas prendidas en los dos países. La banca de inversión JP Morgan no descarta que el precio llegue a 150 dólares, una cifra que hoy resulta desproporcionada y que recuerda los máximos históricos a los que llegó el petróleo, a 147 dólares en julio de 2008, por las tensiones entre Irán e Israel.
Colombia, como país productor, se beneficia con este comportamiento porque recibirá más ingresos por las exportaciones de crudo, por los mayores impuestos que cobra a las compañías y los dividendos que le entrega Ecopetrol.
El 32 % de las exportaciones del país, cerca de 12.000 millones de dólares hasta noviembre del año pasado, correspondieron a petróleo y sus derivados, lo que demuestra el gran peso que tiene este commodity. Se estima que por cada dólar adicional que sube el Brent, el país recibe alrededor de 450.000 millones de pesos más, cifra que lleva a que el gobierno baraje de nuevo las cuentas que hizo hace unos meses, cuando estableció un precio del petróleo de 63 dólares por barril. El alza en los precios la cae de perlas porque le ayuda a disminuir el gran descuadre en las finanzas públicas, que ronda el 8 % del producto interno bruto (PIB).
A ello se suma el impacto del crudo en las regiones, que tienen 12 billones de pesos en regalías para invertir. Departamentos como Casanare, Arauca y Meta derivan la mayoría de sus ingresos de la producción de crudo.
Volvamos a la importancia del aumento del precio. Si en un año ha subido 35 dólares el barril, y cada dólar representa 450.000 millones de pesos más para Colombia, estamos hablando de que en 2020 le entraron casi 16 billones más, y si llega a subir a los 150 que dice JPMorgan, serían 27 billones de pesos más. Suena exagerado, pero si se llega a dar, con el petróleo el país se podría ahorrar, por lo pronto, cualquier reforma tributaria.
La pregunta es si Petro sigue pensando igual hoy con respecto a la exploración de petróleo en Colombia o si respondería lo mismo, teniendo en cuenta el tamaño de esta bonanza y el impacto tan positivo que pueden tener estos recursos sobre la mayoría de los colombianos, siempre que se manejen con trasparencia, eficiencia y equidad.
Por supuesto, este boom de precios hay que tomarlo con cautela porque no se sabe hasta cuándo durará. Pero tal vez lo que necesitan las finanzas del país hoy es candidatos que propongan cómo mejorar la producción petrolera para poder aumentar los 740.000 barriles diarios de hoy, que están por debajo de los 899.000 barriles diarios alcanzados en 2019. El Ministerio de Minas y Energía sostiene que para el 2022 uno de los principales objetivos es reactivar la exploración, para lo cual han firmado nuevos contratos.
En lo que Petro quizás se equivoca es en pensar que la extracción de petróleo riñe con una economía productiva. Un buen gobernante tendrá que sacar provecho a las rentas del petróleo para que las regiones y el país se modernicen y puedan ser cada día más productivos en otros sectores de la economía
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 31 de enero de 2022.