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Luis Guillermo Vélez

Sus llamados a una constituyente al margen de los procedimientos constitucionales y sus insinuaciones de recurrir a la violencia para perpetuarse en el poder, no dejan de ser balandronadas para distraer la atención de las graves dificultades que está enfrentando.

Evidentemente, mucho mejor que en agosto 7 de 2022, día en el que restaban 126.144.000 segundos de su mandato; mientras que hoy, mayo 6 de 2024, faltan 71.193.600, y eso ya es una ganancia.

La valoración de una situación política en un momento dado depende, en buena medida, de lo que, consciente o inconsciente, se esperaba fuera en un momento anterior. En diciembre de 2022, en este mismo espacio, escribí:

“El futuro de la libertad en Colombia dependerá de la velocidad con la que se desarrollen dos procesos, a saber: i) el de desencantamiento de la juventud y la clase media que votó por Petro y ii) el de la corrupción y cooptación de las Fuerza Militares por el nuevo gobierno. Si el desencanto cunde más rápidamente y se expresa con fuerza en las calles, es muy probable que Petro no pueda contar aún con las Fuerzas Militares para reprimir la protesta y, siempre que no aparezca un Baduel colombiano, hay chances de que su gobierno no evolucione en un sentido dictatorial, que Petro termine pareciéndose más a AMLO que a Chávez y que, en cuatro años o menos, lo tengamos fuera del escenario político por el resto de sus días”.

Creo que estamos en este escenario que se ha configurado como consecuencia de un amplio conjunto de hechos y escándalos que han conducido también a cinco situaciones profundamente adversas para el gobierno:

1. Pérdida de legitimidad como consecuencia de la cada vez más evidente violación de los topes de financiación de la campaña presidencial, por lo cual Petro y sus allegados enfrentan procesos en el Consejo Nacional Electoral, la Comisión de Acusaciones de la Cámara y la Fiscalía.

2. Debilitamiento de la coalición en el Congreso que llevó al hundimiento de la reforma de la salud, ha retrasado el trámite de la pensional y la laboral e impone al Ejecutivo grandes exigencias presupuestales y clientelistas para mantener las mayorías.

3. Pérdida de apoyo de los sectores socialdemócratas independientes y de todos los partidos por los grandes escándalos de corrupción y la incapacidad de ejecución de los ministros.

4. Deterioro de la situación económica – menor crecimiento, aumento del desempleo e inflación aún elevada – que empieza a golpear a sectores crecientes de la población.

5. Enfrentamientos con las altas cortes y con los organismos de control, especialmente, la Procuraduría y, hasta la salida de Barbosa, con la Fiscalía. No es evidente que el cambio en las cabezas de estas entidades conduzca a su sometimiento al querer del Ejecutivo.

No hay duda de que Petro tiene aún capacidad de hacer daño y, sobre todo, de asustar. Sin embargo, sus llamados a una constituyente al margen de los procedimientos constitucionales y sus insinuaciones de recurrir a la violencia para perpetuarse en el poder, no dejan de ser balandronadas para distraer la atención de las graves dificultades que está enfrentando y que lo están dejando sin gobernabilidad. No se toma el poder en Bogotá desde el Soviet de Caldono.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 06 de mayo de 2024.

Publicado en Columnistas Nacionales

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