Es un hecho muy significativo para dos naciones que viven la desgracia venezolana desde diferentes ángulos. Para el nacido en la vecina nación, llegar a Cúcuta es lograr poder recoger un salvavidas. Tener la posibilidad de estar en un territorio libre y desde ahí poder desplazarse hasta obtener un mejor estatus de vida. Una diferencia abismal con todo lo que ocurre en Venezuela, en donde la vida es una moneda al aire, la dictadura desatada hasta el punto de quebrarle las ilusiones a todos. Para Colombia es sentir como un país se desplaza para invadir cada espacio. Se multiplican los problemas en una especie de hacinamiento colectivo. Dos naciones padeciendo una crisis que no tiene precedentes. En los últimos años, se han exacerbado los inconvenientes. La desgracia venezolana tiene los tentáculos para hacerse en territorio neogranadino. Es una realidad tan cercana que ambos lados fronterizos lo padecen.
Más allá de este drama, tenemos que observar el valor que esto tiene. En cada historia humana viene un corazón roto que deja a una familia entre lágrimas. En una valija vienen los sentimientos, dejando atrás las ilusiones de querer progresar en su tierra. El venezolano no estaba acostumbrado a emigrar. Una feroz dictadura lo obligó a tener que salir abruptamente en la búsqueda de mejores condiciones de vida.
La visita de la aspirante presidente y sagaz colega periodista al puente Simón Bolívar es también un sitio de encuentro. Allí se topan dos naciones hermanas. Las mismas que se sientan en la misma mesa en miles de familias por donde circula la sangre de las dos naciones. Históricamente, han tenido una relación económica que hace muy fluida la circulación.
Nadie conoce mejor la desgracia venezolana que aquellos que viven en la frontera. Perciben la desventura muy de cerca. Por ello, es necesario evitar a toda costa que Colombia evite que termine por instaurarse un totalitarismo absoluto. Tienen la elección presidencial del 2026 para impedirlo.
@alecambero
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(2) Francisco
Alexander Cambero
La muerte se apersonó con el sinuoso disfraz de una penosa enfermedad. Aquel hombre revestido de una sólida fe finalmente sucumbía. Seguramente con el temor a que sus propuestas de transformación ecuménica volvieran a ser seducidas por los intereses conservadores de una iglesia que duró siglos para comenzar a despertar de un letargo. Casi el mismo sueño del Papa Inocencio III en agosto de 1209, cuando después de recibir a Francisco de Asís en la mañana, tuvo una revelación en la noche en donde un sacerdote sostenía a una iglesia desmoronándose por todos lados. Esa imagen se repetía todos los días hasta que se percató de que era Francisco quien venía al rescate. En el fondo son los mismos conceptos arcaicos que se anteponían a la verdad. Existe toda una línea doctrinal que siglos después asumiría Martín Lutero. Aquel clérigo alemán no solo comprobó la enseñanza errónea de la santa escritura. Cuando visitó el Vaticano descubrió la mundanidad y una serie de aberraciones no conexas con los principios cristianos. Salió asqueado de lo observado. En el año 2017, con motivo de los quinientos años de la Reforma, el Papa Francisco le dio la razón a Lutero: ´´Las afirmaciones de Martín Lutero no eran equivocadas, era un reformador. Quizás algunos métodos no eran los justos, pero en aquel tiempo (...) la Iglesia no era realmente un modelo a imitar. "Había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, obsesión con el dinero, el poder" Igualmente popularizó la lectura de la biblia, una de nuestras mayores debilidades. Años antes, Juan Pablo II había pedido perdón por los horrores de la iglesia persiguiendo al valiente sacerdote. En el año 1999 levantó su excomunión proferida por el papa León X en 1520. Mucho inocente incinerado en la hoguera. La espada sembrando el terror en uno de los capítulos más cruentos de la historia. Unos precedidos del poder religioso asesinando en el nombre de Dios.
El argentino fue el continuador de lo iniciado en Asís por el francisco originario. Las ideas atravesaron los siglos hasta volver desafiantes ante la oscuridad. El viento fresco abruptamente zaherido por los provechos de castas atiborradas de grilletes filosóficos. Los que han vivido en la sombra desde donde dirigen con la suntuosidad de vivir pletóricamente.
Francisco buscó en la humildad su legado. El poder no pudo someterle. Enfrentó desde ese poder a un mundo lleno de intrigas. Prefirió comer con presos y desterrados de la sociedad que tener que romper con sus principios. Lavó los pies de enfermos, como indicando que la iglesia necesitaba una limpieza profunda. Disfrutaba la compañía con errabundos con los cuales compartía pizzas y café en las noches frías romanas. Quizás envidiaba la libertad de aquellos que actuaban con la naturalidad de no tener grilletes. En el Vaticano era el Papa con toda la pompa y magnificencia que eso conllevaba. Casi un emperador romano ungido con una serie de compromisos ineludibles. En cambio, en Buenos Aires, simplemente era Jorge Bergoglio. El sacerdote cercano que viajaba en subte. Nada de un papamóvil para encontrarse con los fieles. Comiendo con la gente en las villas. Visitando a los amigos y enfermos sin escoltas. Casi desapercibido caminando por las calles, gozando de la naturalidad propia de una vida común y sin sobresaltos. No fue fácil pasar de la inadvertencia a lograr ser uno de los hombres más poderosos de la tierra. Su rostro en miles de diarios y espacios televisivos como una especie de vedette de un mundo atrapado en sus propias contradicciones. Un cambio de vida brutal para alguien que respiraba modestia. Ese tránsito no era tan cómodo para digerirlo en el primer mordisco. Recibía un papado cuestionado. Robos en las cuentas vaticanas. Los sacerdotes pederastas manchando una fe con la asquerosidad de sus atroces acciones. No le tembló el pulso para ponerlos en su sitio. Eso le trajo enemigos internos muy poderosos. Su ejemplo de rectitud hizo que todo se facilitara. Un líder auténtico que se marcha le quedó mucho por hacer. Su última bala es que escojan un papa de avanzada.
@alecambero