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“Ni sacro, ni imperio, ni romano”

Mauricio Botero C.  

Parafraseando,el ELN ni es ejército, ni es de liberación, ni es nacional, y presiona a que el nuevo gobierno se comprometa por centésima vez a negociar la paz.

Pocas sentencias más citadas en la historia como aquella de Voltaire cuando afirmaba que el Sacro Imperio Romano no era ni sacro, ni imperio, ni romano. Pero no solo Voltaire volcaba su cáustica pluma sobre ese esperpento. James Madison, el cuarto presidente de EE. UU., afirmaba que dicho imperio era “Incapaz de regular sus propios miembros, inseguro contra los peligros externos y agitado por la incesante fermentación de sus intestinos”. Lo veía, también, como un compendio de “estulticia, confusión y miseria generalizados”.

Se traen a colación las anteriores observaciones porque al Ejército de Liberación Nacional se le puede hacer una calificación similar a la de Voltaire: ni es ejército, ni es de liberación, ni es nacional. No es ejército, ya que para serlo tendría que haber una unidad de mando con un solo objetivo. En el ELN, con su absurda estructura federada, nadie tiene pleno dominio de mando y en casi la totalidad de sus frentes predomina lo puramente criminal —principalmente el narcotráfico y la minería ilegal— sobre lo ideológico. Sus estructuras, y esto casi nadie lo pone en duda, se ven más involucradas y son más dependientes de las economías criminales. Los jefes en Cuba, aun los que están en Venezuela, desconocen las finanzas y los planes terroristas de sus tropas. Alias Pablito, hombre fuerte de esa guerrilla, controla, gracias al narcotráfico y las extorsiones, el 60 por ciento de las finanzas totales del ELN. Finalmente esta el tema de ‘liberación’ y ‘nacional’. En realidad, el ELN es un grupo narcoterrorista transnacional asentado tanto en Venezuela como en Cuba, cuyo eje principal de financiamiento es global. ¿Por qué global? La inmensa mayoría de sus mandos principales están en Cuba o Venezuela. Su ideología marxista–leninista es totalmente extranjera. Y sus financiadores, que al final del día son los consumidores de cocaína, están principalmente en Estados Unidos y Europa.

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El ELN es un grupo narcoterrorista transnacional asentado tanto en Venezuela como en Cuba, cuyo eje principal de financiamiento es global

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El recién fallecido periodista Antonio Caballero conocía muy bien al ELN. Los había estudiado a fondo desde sus épocas en la revista Altenativa. Es oportuno traer a colación algunas de sus opiniones acerca de este grupo, especialmente en estos días en que los terroristas presionan a que el nuevo gobierno se comprometa por centésima vez a negociar con ellos la paz: “Pero habría que saber si el ELN de verdad quiere un cese del fuego.

No parece que lo quiera. Cada nueva intentona de diálogo la acompaña el ELN con una provocación: reclamando entonces el derecho a secuestrar, y arrogándose ahora el derecho a matar, caiga quien caiga. No es la primera vez que el ELN actúa de esa manera, y es así, sospecho, porque no sabe actuar de otra. Lo suyo no es la política, sino la guerra, independientemente de si esta tiene o no efectos políticos: la guerra como fin en sí misma…Y así sucesivamente a lo largo de 52 años más. Los únicos “resultados concretos” de las acciones elenas han sido policías muertos, guerrilleros muertos, desertores muertos, secuestrados muertos, ciudadanos que pasaban por ahí muertos, o “heridos en forma accidental”. ¿Cree de veras el ELN que sus cinco décadas de andar echando tiritos (Gabino tiene hoy 72 años) han servido para promover en algo, no digamos ya la Revolución, palabra mayor, sino el avance de la justicia en esta sociedad en cuyo nombre dice actuar? Los muertos podían tener algún sentido, podían ser entendidos como un medio para un fin, cuando el ELN creía posible la toma del poder por las armas y la revolución consiguiente. Pero si ya no cree en ellas —pues si creyera no estaría diciendo que quiere negociar la paz– ¿a qué vienen más muertos y más muertos? Creo que el ELN no quiere negociar la paz. Pero creo que tampoco sabe lo que quiere”.

https://www.las2orillas.co/, Bogotá, 06 de febrero de 2022.

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Mauricio  Botero Caicedo

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