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De Shakespeare a Marx. Una predicción.

Alfonso Monsalve Solórzano

La Paz Total va de mal en peor. Veamos sólo algunas cifras significativas de estos últimos días:

En esta semana el ELN congeló las conversaciones para presionar todavía más concesiones por parte de Petro. Por su parte, el EMC, que se asienta en el Cauca -ya no, al parecer, bajo el mando de alias Mordisco-  nos retrotrajo a las peores épocas de finales de los noventa y comienzos del segundo milenio, poniendo un carrobomba y atacando los cascos urbanos de Corinto, Miranda y Caloto, con el fin de obligar al gobierno de Petro a reanudar los diálogos rotos con los frentes de esa disidencia en el mencionado departamento

Por otra parte, se han registrado enfrentamientos entre el EMC y la Segunda Marquetalia, que dirige alias Iván Márquez, en Argelia, sur del Cauca; y entre ésta y el ELN en Arauca. En el Chocó, asimismo, hay una lucha por el control del territorio entre el ELN y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, confrontación que viola los derechos humanos de las poblaciones afectadas de Juradó, Bahía Solano y Nuquí, según alerta temprana de la Defensoría del Pueblo del pasado jueves 11 de abril.

En el Nordeste y el Bajo cauca antioqueños y el Sur de Bolívar, adicionalmente, se registran enfrentamientos entre el ELN, las Disidencias y el Clan del Golfo.

Pero esa es apenas la foto de la semana, que, por supuesto, no cubre la totalidad del conflicto que ocurre en la geografía colombiana. Exploremos un poco esta afirmación sólo con datos del 2023, porque los de este año apenas se están procesando, pero todo parece indicar que van al alza.

Un informe de la Defensoría del Pueblo del 5 de febrero de 2024 dice que, “durante el primer año del cese al fuego bilateral fueron cometidas 236 violaciones a los DD.HH.. El grupo con más acciones indirectas registradas fue el Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc, con el 58% de las acciones; le siguieron el ELN, con el 20%; las Autodefensas Gaitanistas de Colombia - Clan del Golfo, con el 8%”.

La mismísima ONU en Colombia lo tiene claro. Para ira de Petro, en su informe anual, Jueliette de Rivero, representante en Colombia del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH del 2023, (https://www.vozdeamerica.com/a/onu-masacres-colombia-incrementaron-en-2023/7506683.html), declaró que su Oficina "verificó 98 masacres, se observa un incremento del 6.5 % respecto a las masacres verificadas en 2022”, con “242 hombres, 46 mujeres, 25 niños y 7 niñas). Del total de víctimas, 18 pertenecían a pueblos étnicos (15 indígenas y 3 afrodescendientes)” El 93% de las masacres fueron realizadas por los grupos armados ilegales y organizaciones privadas (no estatales). ".  Por otra parte, 62.967 personas tuvieron que huir de su lugar de origen y 87.646 se confinaron.

Esto sin contar con crímenes atroces como el reclutamiento de menores: "86 niños, 42 niñas y 6 casos sin confirmación de género, preocupa particularmente que en 75 casos las víctimas pertenecían a pueblos étnicos”. Y concluye la funcionaria: “También los casos de secuestro y desaparición que continúan, entonces creo que tiene que haber acciones muy concretas del Estado para mejorar la seguridad en los territorios”.

Según el informe, “Los departamentos más afectados fueron Antioquia, Atlántico, Cauca, Magdalena, Nariño y Valle del Cauca”. Destaca, además, que en 206 municipios del país fue evidente el impacto de la violencia, mostrando un aumento del 14,4 % en comparación con los 180 del 2022”.

Y agréguese a esto que Igualmente, la Defensoría en su “informe anual homicidios a líderes sociales y defensores de DD. HH de 2023”, del 09.01.2024, registra que el año pasado asesinaron a 181 de ellos (https://www.defensoria.gov.co).

El texto de la ONU enfatiza que “la continua expansión territorial y las estrategias violentas de control social y territorial de grupos armados no estatales y organizaciones criminales contra la población civil (…) siguen poniendo en riesgo la pervivencia física y cultural de varios pueblos y procesos organizativos históricos (…) la consolidación del poder de los grupos en algunos territorios representa un riesgo para la gobernabilidad en Colombia y para la protección de los derechos humanos de la población.

Y a pesar de todo esto, el presidente persiste en la negociación a cualquier precio. Por ejemplo, aunque la recomendación de los asesores del Ministerio de Defensa y la cúpula de las Fuerzas Armadas y de la Policía fue la de levantar los diálogos con el EMC, por su falta de voluntad de paz, las delegaciones de ambas partes (gobierno y EMC) decidieron continuarlos. Y ya veremos al gobierno cediendo más aun a las pretensiones del ELN, que decidió congelar las negociaciones, pues ya sabe cómo doblegar a Petro sin dar nada a cambio.

Al Clan del Golfo lo ha combatido el gobierno, al fin y al cabo, no es afín a su relato, pero ya veremos, por lo que hasta ahora se ve, que hablará con ellos también sin mayores condiciones, que se pasarán, además, por la faja.

Y no olvidemos que esta semana pasada ya comenzó a ambientar una ley de punto final para garantizar la impunidad a todos esos criminales.

Pues bien, pactar con estos grupos, de bruces todos en el tráfico de cocaína y la minería ilegal, no tiene futuro, salvo que este sea la entrega total del estado y su desaparición, como he venido sosteniendo durante estos meses. Porque se trata de la Revolución del Crimen, cuyo objetivo es el poder para sembrar y comercializar libremente la cocaína y el oro ilegal.

Permitir que estos grupos controlen territorios y personas a cambio, dice Petro, de que dejen el negocio más exitoso de la globalización proveniente del Sur, es un acto de perversión o de ingenuidad. Semejantes rentas no se abandonan por amor a la patria. El oro, proveniente del polvo blanco, o explotado en barras amarillas, todo lo puede, como escribió Shakespeare (Timón de Atenas, Acto IV Escena III):

 “¿Oro? ¿Oro amarillo, brillante, precioso? No, dioses. No soy hombre que haga plegarias inconsecuentes: ¡Dadme raíces, cielos sin nubes! Mucho de esto convertirá lo blanco en negro; lo feo en hermoso; lo falso en verdadero; lo bajo en noble; lo viejo en joven; lo cobarde en valiente. ¡Oh dioses! ¿Por qué? Esto va a sobornar a vuestros sacerdotes y a vuestros sirvientes y a alejarlos de vosotros; va a retirar la almohada de debajo de la cabeza del hombre más robusto; este amarillo esclavo va a fortalecer y disolver religiones, bendecir a los malditos, hacer adorar la lepra blanca, dar plaza a los ladrones y hacerlos sentar entre los senadores. Él es quien hace que se vuelva a casar la viuda marchita y quien perfuma y embalsama como un día de abril a aquella gente ante la cual entregarían la garganta, el hospital y las ulceras en persona. ¡Vamos, fango condenado, puta de la humanidad, que siembras la disensión entre la multitud de las naciones, vuelve a la tierra en donde te puso la Naturaleza!”

Y ¡oh paradoja!, Marx, en los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844 tomando al escritor como referencia, predice lo que les ocurrirá con estos “revolucionarios”: “(1) Es la divinidad visible, la transformación de todas las cualidades humanas y naturales en su contrario, la confusión universal y de inversión de las cosas; que reúne a las imposibilidades. (2) Es la puta universal, el proxeneta universal de los hombres y de los pueblos". No estoy de acuerdo con el adjetivo de Marx, con su calificación machista y discriminatoria de las trabajadoras sexuales, pero refleja bien lo que él y sus discípulos piensan con su desprecio por el dinero -mientras no lo tienen. Cuando lo consiguen…vaya, vaya.

Por eso, bajo esta negociación de Paz Total, entre individuos que se autodenominan discípulos de Marx y las hectáreas de coca sembrada crecen bajo su control, las repúblicas independientes se consolidan y ejercen soberanía; los grupos contienden entre sí a ojos vistas en una competencia por ganar territorio y dominar a la población civil, hasta que pacten una tregua, si les conviene, o, uno o algunos de ellos se imponga(n) y se fortalezca(n) todavía más con la complicidad del gobierno, hasta que lleguemos a un estado fallido y nos transformemos en un estado “revolucionario” delincuente o en un archipiélago de republiquetas, ya no bananeras, sino cocaleras. Más pronto que tarde con constituyente “popular”, es decir, a la medida de los intereses de esos grupos.

Si de verdad quisiera la paz, Petro libraría a los campesinos sembradores de coca del control criminal de esos grupos, en lugar de que estos se hagan inmensamente ricos a costillas y con la sangre de aquellos. En alguna ocasión planteé que podría impulsarse la producción de coca para usos lícitos a escala industrial y masiva, promoviendo emprendimientos campesinos y alianzas con el sector productivo para hacerlo. Si esto se hiciera, se rompería el círculo infernal que tiene atrapados a los campesinos en el narcotráfico. La hoja de coca no es el problema. El problema es su uso para producir cocaína en un mundo donde esta droga está prohibida. 

 
Publicado en Columnistas Nacionales
Alfonso  Monsalve Solórzano

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