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Piketty y la economía colombiana

Jorge Llano*          

Durante estos días, en el ámbito económico y político nacional, parte de la conversación se ha movido en torno a la visita del economista francés Thomas Piketty, invitado como conferencista en el marco de la celebración de los 70 años de la facultad de economía de la Universidad Nacional; y quien posteriormente se reunió con el candidato presidencial que todavía lidera las encuestas en Colombia.

Muchas veces se ha dicho que la conclusión de Piketty es que la tasa de retorno del capital es mayor al crecimiento de la economía (r>g). Dicha conclusión no es realmente nada nuevo, a ella, se llegó hace más de 60 años, y es algo que ocurre en la mayoría de los países desde hace mucho tiempo. Lo novedoso es que Piketty concluye que esa relación nos va a llevar a un espiral de desigualdad, pues en su modelo solo los capitalistas (quienes son una proporción pequeña de la población) acceden al capital y a sus ganancias. Así pues, la propuesta de él se centra en imponer impuestos (muy altos) a los dueños del capital, desincentivando la inversión en este activo.

Las críticas sobre estas conclusiones y propuestas se han dado desde diversos frentes, pero hay dos autores que las han resumido muy bien. Mankiw, profesor de Harvard, y Xavier Sala-i-Martin, profesor de Columbia University. El primero, critica el supuesto de Piketty según el cual los capitalistas consumen prácticamente nada de su ingreso, y todo el capital se puede transferir sin ningún costo entre generaciones, algo que no es cierto en la realidad, pues ya hay impuestos a las herencias, el capital se tiene que dividir entre varios herederos, y claramente los dueños del capital también consumen una parte del mismo (y en algunos casos puede ser una gran parte del mismo); pero la mejor crítica de Mankiw, es que incluso tomando muchos de los supuestos extremos de Piketty la propuesta de política pública, implementar (o subir) impuestos al capital, si bien tiene un efecto positivo sobre redistribución, tendría además un efecto negativo sobre el ingreso de los trabajadores. En otras palabras, en un país con altos niveles de pobreza, esa propuesta podría llevar a niveles menores de desigualdad, pero mayores de pobreza.

La otra crítica, está dada por el sistema de pensiones y su diseño. Cuando hablamos de sistemas de pensiones basados en el ahorro e inversión de largo plazo, estamos diciendo que los trabajadores son dueños de una parte del capital, y, por ende, la división estricta de trabajadores vs. capitalistas no es cierta. Es más, gracias a sus fondos de pensiones, los trabajadores acceden a esas ganancias de capital -a las que bajo otras circunstancias no sería fácil que accedieran-, y luego en la vejez pueden tener su mesada en buena parte, gracias a esas ganancias de las inversiones realizadas (por ejemplo, en Colombia cerca de 70% corresponde a rendimientos).

El mismo Piketty, al reconocer que r>g, está concluyendo en el fondo que un sistema de pensiones basado en el ahorro es mucho mejor que un sistema de reparto pues el retorno de uno es muy superior al otro. Por estas razones, entre muchas más, la propuesta de política pública no debería ser cómo quitarle parte del capital a quienes lo tienen (que son tanto capitalistas como trabajadores), sino cómo hacer para que más trabajadores accedan a las ganancias de capital, lo cual sube su ingreso y muy importante: bajaría la desigualdad.

*Ex vicepresidente técnico de Asofondos

https://www.larepublica.co/, Bogotá, 05 de febrero de 2022.

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Jorge Llano