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La soga al cuello

Ernesto Macías Tovar                                                                       

La metáfora de la soga resulta precisa para describir el mandato de Petro, quien ya las ha colocado.

Gustavo Petro gobierna con un repertorio de frases erráticas, disuasivas, provocadoras y otras, abiertamente amenazantes. Algunas encienden el debate y la confrontación política; otras escandalizan, y unas más, peligrosamente, pasan casi inadvertidas. Así ocurrió el 1.° de mayo, cuando desde la plaza de Bolívar, en tono jocoso pero cargado de gravedad simbólica, lanzó: “Si el Senado no le hace caso al pueblo, me voy a amarrar al sillón con sogas”. ¿Chiste liviano o pesado, insinuación calculada o revelación de intenciones oscuras? Respuesta: si el Senado avala esa consulta, la democracia queda con la soga al cuello.

(Le puede interesar: ¿Hasta cuándo?).

Más allá del comentario veladamente ofensivo, la metáfora de la soga resulta escalofriantemente precisa para describir el mandato de Petro, quien no solo parece dispuesto a atarse a la silla del poder con sogas, sino que ya las ha colocado -no simbólicas- en distintos pilares de la nación.

La primera víctima ha sido el sistema de salud. A la ya reconocida “crisis explícita” de su ministra Corcho y de su letal “shu shu shu”, se suma el debilitamiento institucional y financiero que hoy lo tiene moribundo. No es exagerado afirmar que este gobierno ha amarrado una soga al cuello de la salud y la está apretando sin piedad.

Otra cuerda aprieta a la Fuerza Pública y su capacidad operacional, que asiste impotente al recrudecimiento de la violencia en todo el territorio nacional. El desborde del crimen, el repliegue del Estado y el desánimo en las filas policiales y militares son síntomas de un poder que no protege, sino que inmoviliza y mata.

Una soga más gruesa es la que rodea el cuello de la economía colombiana. El derroche sin control, la corrupción rampante y las señales de desconfianza que emite el Gobierno han generado una incertidumbre asfixiante. También afecta a la vivienda, la educación, la infraestructura, los programas sociales y hasta a Ecopetrol: todos los sectores están siendo ahorcados por decisiones ideológicas y caprichosas del Ejecutivo.

Por ese camino, Petro ha emprendido un peligroso trasegar en la política exterior, con consecuencias nefastas. Y comenzó aquella madrugada de domingo cuando, fiel a su estilo sospechoso, publicó un trino desautorizando el ingreso de aviones estadounidenses con migrantes colombianos. La respuesta del presidente Trump estuvo enmarcada en el anuncio de alzas arancelarias a productos colombianos. Y Petro, en lugar de recurrir a la prudencia y la diplomacia, optó por escalar la tensión confrontacional con una respuesta aún más torpe: amenazó con imponer aranceles del 50 % a importaciones estadounidenses, sin considerar que, mientras más del 30 % de nuestras exportaciones tienen como destino Estados Unidos, apenas importamos el 0,89 % de sus ventas globales. Una soga que solo aprieta el cuello de los productores colombianos.

Como si no bastara, Petro coquetea ahora con China y su nueva Ruta de la Seda, en un gesto de claro desafío geopolítico que puede salirnos muy costoso. La reacción de Washington fue contundente: el enviado del Departamento de Estado para Latinoamérica, Mauricio Claver-Carone, advirtió que este viraje sería “Una gran oportunidad para las rosas de Ecuador y el café de Centroamérica”. Es decir, una soga para nuestras exportaciones. Y no es para menos: mientras en 2024 Colombia exportó a China productos por 2.377 millones de dólares e importó cerca de 15.000 millones, con Estados Unidos la balanza es casi equilibrada -17.700 millones exportados y 19.000 millones importados-. Cambiar de socio estratégico no es solo imprudente, sino suicida.

Pero hay otra soga más alarmante: la que se cierne sobre la democracia, las instituciones y las libertades. La “consulta popular” es la fachada de una engañosa estrategia de participación ciudadana, diseñada deliberadamente para disfrazar la excusa con la que financia su campaña política, desafiando la legalidad y buscando eternizar un proyecto ideológico excluyente y personal. Todo esto ocurre mientras se aprieta el nudo de la propia soga que tiene Petro en el cuello, porque sus más cercanos colaboradores están desfilando hacia la cárcel, ahorcados por el yugo de la corrupción de un régimen que eligió ese nefasto camino.

13.05.2025

Publicado en Columnistas Nacionales
Ernesto  Macías Tovar

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