Pero la pregunta obligada para sabios izquierdistas y lectores en general sería ¿Y qué ha logrado con esa costosa agenda viajera? La respuesta es sepulcral, absolutamente nada.
De una parte, ha creído que polemizar es lograr sus objetivos, y de otra parte, pensar que su agenda política exterior es única e irreemplazable. La primera, lo induce a tener ínfulas de líder regional mundial, y la segunda, a aumentar su ya conocido egocentrismo y narcisismo.
Analicemos el por qué de su fracaso internacional. Iniciemos diciendo que en sus visitas de Estado, en cumbres y conferencias donde ha participado se le ha visto desesperado por figurar en los medios internacionales para hacerse a fama y reconocimientos que no se ha ganado. Habla de economía amparado en la sombra de su antecesor, menciona a Hitler, comenta sobre transición energética y reducción de la producción de combustibles fósiles; desafía a Estados Unidos en su política antidrogas, se apasiona con el conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás en la franja de Gaza, pretende dictar cátedra en materia de seguridad mundial sin mencionar las masacres de líderes y activistas de derechos humanos y la toma guerrillera del poder en Colombia en manos del cartel del ELN, clan del Golfo, disidencias Farc que de disidencias no tienen nada y de las cientos de bandas criminales que hoy conocieran en más de 400 municipios del país. Habla con vehemencia de paz total sin señalar que la fuerza pública tiene su orden de inoperatividad y no reacción a merced del avance territorial del bandidaje.
En fin, y como dicen las sagradas escrituras, Petro sólo mira la paja en el ojo ajeno sin examinar los suyos.
En segunda medida y por cuenta de todas estas salidas en falso, la prensa internacional lo critica duramente, por sus falencias en materia de seguridad y por la escasa popularidad en su país que ronda apenas un 30% en año y medio en el poder. Si supiera el mundo la verdadera realidad actual de Colombia, se escandalizaría, por ejemplo con el avance del narcotráfico sin una política antidrogas definida, con un orden público caótico, sin autoridad, reflejado en el miedo de los ciudadanos cuando salen de sus casas, con la formación de un bloque indígena nutrido dispuesto a marchar a donde sea que defiende ciegamente el discurso del dictadorzuelo sin importar el respeto a los bienes públicos y privados y el ejercicio desmedido de las vías de hecho para avanzar en sus cometidos.
En tercer lugar, varios sectores del país y de la comunidad internacional le cuestionan su silencio para condenar los ataques terroristas del 7 de octubre en contra de Israel, su no pronunciamiento en contra de la inhabilidad de la líder opositora María Corina en Venezuela para ser candidata presidencial, el rechazo a la invasión rusa a Ucrania. Se le cuestiona por su excesivo sesgo ideológico a la hora de hablar de los temas de país y el rechazo a tener funcionarios técnicos reemplazados por activistas de izquierda, aliados del discurso y la prosa y alejados del diseño, la ejecución y el seguimiento de políticas públicas.
Sin duda, el ausentismo disfrazado de agenda política exterior lo que está demostrando es que Petro es un incapaz para gobernar y lo que necesita es recrearse afuera gracias a sus agendas privadas (el tipo se desaparece) para volver al país recargado a enfrentar no tanto los problemas del país con soluciones sustentables sino a todo aquel que no piense como él con sus dogmas, teoremas, sofismas y populismo barato y rastrero.
En su vuelta al mundo, está claro que este señor pasa más tiempo en el avión presidencial que visitando las regiones del país donde los itinerarios internacionales desplazaron la agenda política interna. No olvidemos que las picas veces que se le ve en estas tierras, llega tarde a los eventos, cancela a última hora sus compromisos, se dedica a trinar por la red social X y a comentar lo bueno de ser “revolucionario” y lo marítimo de no serlo.
En esos largos viajes el misterioso presidente nunca ha expresado el nepotismo en su gobierno, la derrota estrepitosa en las elecciones regionales del año anterior, su preocupante popularidad, la poca capacidad de convocatoria para invitar a la turba a marchar en las calles, el escándalo de su hijo por delitos, el asedio a la Corte Suprema para que le elijan fiscal de bolsillo, sus alianzas con la subversión para aferrarse indefinidamente al poder, las renuncias y escándalos de sus coequiperos, la caída de la economía y su inminente recesión, la guerra declarado a los empresarios y la propiedad privada, el descalabro de los dineros públicos, sus reformas regresivas y la compra de congresistas para que le voten las mismas.
Para finalizar, solo puedo decir que a los que hoy se rasgan las vestiduras criticando este gobierno pero que votaron por él y hoy posan de arrepentidos, se les advirtió que un “indeseable vulgar” llegaría al poder para destruir a Colombia.