Con La extorsión indigenista, que acaba de publicar, de manera impecable y con oportunas fotografías, el Dr. Eugenio Trujillo Villegas, ese no puede ser el caso, porque estamos en presencia de un libro fundamental sobre uno de los problemas más graves del país, el generado por una especie de Estado enemigo e independiente, cuyo propósito inequívoco es el de socavar, y hasta eliminar, la República de Colombia.
La lectura de ese texto es entonces imperativa y urgente, porque a lo largo de 30 años, desde la Constitución del 91, con la consagración de la autonomía de los resguardos indígenas —que se viene expandiendo hasta convertirse en un paraestado o un contraestado—, el poder indigenista se ha consolidado. En el interior de sus territorios es una dictadura esclavizante y totalitaria, y al exterior de los mismos es una fuerza expansiva y combativa que amenaza la soberanía nacional, el progreso económico y el orden público.
Los promotores de un Nuevo Orden Mundial obediente al marxismo cultural han copado en buena parte los movimientos indigenistas, desde Canadá a la Patagonia y desde Nueva Zelanda al Brasil, alejándolos de sus iniciales propósitos, para convertirlos en avanzadas revolucionarias globalistas. Entre estos promotores ocupa lugar prominente el izquierdismo católico de la teología de la liberación, activo detrás de la promoción del culto de la Pachamama, que se extiende desde conferencias episcopales hasta el propio y tolerante Vaticano.
El Departamento del Cauca es la zona más dominada. De sus 29.000 Km2, los cabildos disponen de 13.000 Km2, el 44% del territorio, pero insisten en incrementar esa inmensa área —donde ahora prácticamente solo se cultiva la coca— a costa de las explotaciones de caña de azúcar, que invaden e incendian.
A medida que se expanden los resguardos, sea por ocupación de tierras o por el mecanismo de autoensanche de sus linderos, mediante la operación del Decreto 1824 de diciembre 31 /2020, suscrito por Iván Duque, disminuye la producción agropecuaria de una región, antes de las más fructíferas de Colombia, ahora en la mayor pobreza.
Los resguardos son dirigidos de manera unánime por el CRIC (Comité Regional Indígena del Cauca). Esta organización activista ejerce una dictadura que priva a los indígenas de libertad intelectual, religiosa, empresarial y política. Los habitantes están sometidos a una servidumbre no muy alejada de la esclavitud y a una vida primitiva e improductiva, signada además por el alcoholismo y la drogadicción, mecanismos de escape inevitables en la triste condición de sus vidas.
Las autoridades ancestrales y tribales no son elegidas, pero reciben enormes sumas del erario, carentes de todo control fiscal y de auditoría. De ahí la inmensa corrupción, causante del atraso y la miseria, lo que explica el doloroso espectáculo de las madres indígenas y sus niños mendigando a la puerta de todos los supermercados de Colombia.
En realidad, estamos en presencia de una fuerza subversiva, tolerada y financiada por todos los gobiernos extorsionados hasta ahora, cuando se inicia el régimen comunista, que ha contado siempre con el apoyo del CRIC y con las mingas violentas.
Para dar idea de la importancia del libro del doctor Trujillo Villegas, indico los temas de sus capítulos:
En el primero analiza las fortalezas y las carencias del Suroccidente de Colombia, región que podría convertirse en la más pujante del país, si se supera este problema político que la aqueja.
En el segundo se trata del problema indígena del Cauca y de cómo se ha politizado, a través de la alianza narco-indígena, de la subversión armada y del papel del CRIC.
El tercero se ocupa del indigenismo, del conflicto y de la revolución marxista en el Cauca.
El cuarto narra cómo la minga y la primera línea destruyeron a Cali en los tres horribles meses de abril, mayo y junio de 2021.
El quinto analiza la legislación, demagógica e irresponsable, que ha permitido el actual estado de cosas.
El sexto propone soluciones, que no son otras distintas de educar, culturizar, civilizar y trabajar. El autor, profundo conocedor de esa región, se ocupa de su potencial agrícola, artesanal y turístico, si esta se integra nuevamente al país.
El séptimo y final se ocupa de la necesidad de desmontar la legislación que destruye al Cauca, de la erradicación de los cultivos de coca, de la necesidad de derrotar a las Farc y el Eln, llamando la atención sobre la indispensable presencia del Estado para ayudar a la creación de empresas y para estimular el desarrollo económico regional.
***
Por desgracia, la política del Pacto Histórico en relación con el problema indigenista se confunde con la revolución, mientras el doctor Trujillo Villegas da voz, en su valeroso libro, a la vía del desarrollo democrático, que hay que recorrer para que los indígenas se sacudan la opresión y lleguen a ser auténticos colombianos.